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Calafate, el paraíso dorado para la retirada de Fernández de Kirchner

Uno de los ejes del debate político pasa por saber si la presidenta argentina seguirá mandando desde fuera. Ella asegura que se irá a su casa frente al lago en El Calafate. Muchos en Buenos Aires no se lo creen: Pero allí está todo preparado. Viaje a su refugio

Carlos E. Cué
Cartel de bienvenida a la presidenta, en Calafate, Santa Cruz
Cartel de bienvenida a la presidenta, en Calafate, Santa CruzRICARDO CEPPI

Lo primero que se ve nada más entrar en El Calafate desde el aeropuerto es un enorme cartel con una sonriente Cristina Fernández de Kirchner y la leyenda “bienvenida a casa!!!”. Si usted pensaba que venía simplemente a la ciudad del glaciar Perito Moreno, un espectáculo único en el mundo que atrae a miles de turistas cada año, a estas alturas ya sabe que esto es algo más: el lugar en el mundo de la mujer más poderosa de Argentina, al que acude casi cada fin de semana. Uno de los asuntos más debatidos en la política y en la campaña electoral de este país es qué hará la presidenta cuando deje de serlo, el 10 de diciembre. Ella asegura que se retirará en El Calafate, en su bella mansión roja al borde del lago. La presidenta asegura que quiere descansar y hacer gimnasia. Nadie se lo cree, y precisamente Daniel Scioli, su sucesor, tiene problemas importantes porque muchos, sobre todo los kirchneristas, están convencidos de que ella va a seguir mandando. Pero ella insiste: se va al sur a descansar.

El cartel está al lado del hotel Alto Calafate, propiedad de la presidenta, que preside el pueblo desde una colina. Sus huéspedes, al menos los argentinos, saben dónde están. Algunos incluso se hacen fotos a la puerta. Pero no están especialmente interesados en el escándalo Hotesur, en el que se investiga si Lázaro Báez, el constructor amigo de los Kirchner que se ha hecho millonario con la obra pública en la provincia, reservó de manera falsa decenas de habitaciones durante el invierno, la temporada floja, para blanquear dinero de otros negocios. La causa en un asunto central de la campaña argentina, tanto que julio un tribunal desplazó al juez que la llevaba, Claudio Bonadío, porque ordenó allanar el hotel y amenazaba con dominar la campaña electoral con sus decisiones. Desde entonces está dormida pero fuentes judiciales creen que se reactivará después de las elecciones.

Hotel propiedad de la presidenta Cristina Fernández.
Hotel propiedad de la presidenta Cristina Fernández.R. Ceppi

Los argentinos que duermen en una de las habitaciones del Alto Calafate no se interesan por el escándalo. “Lo que quieren saber es si está la presidenta, quieren verla, pero sí, todo el mundo sabe que este hotel es suyo y nos preguntan”, explica Nicolás, uno de los empleados. Por la recepción deambulan los habituales turistas del glaciar pero también pasan las tripulaciones de Aerolíneas Argentinas, que siempre duermen allí, una garantía para el hotel sobre todo en temporada baja. En unas horas se ven dos tripulaciones distintas. Cada una de ellas llena media docena de habitaciones. Este contrato con una empresa pública como Aerolíneas ha generado muchas suspicacias por la evidente influencia que podría ejercer la presidenta. Aún así, el escándalo no viene por ahí, sino por las posibles facturaciones falsas de las empresas de Lázaro Báez.

Pero esos son problemas de Buenos Aires. En El Calafate todo está tranquilo. Este es un paraíso en el que la presidenta no tiene de qué preocuparse. Aquí todo está bajo control. Hasta el punto de que la persona que debería investigar estos asuntos y otros polémicos, como la compra de terrenos fiscales –públicos- por parte de los Kirchner, los mejores del pueblo, para vendérselos después con beneficios millonarios a Cencosud, el grupo de supermercados chileno, que los ha dejado vacíos, es la sobrina de la presidenta. Natalia Mercado, hija de Alicia Kirchner, candidata a gobernadora, es la fiscal de Calafate. Debería investigar a su propia familia. La fiscal vive en una gran casa sobre el lago muy cerca de otra aún mayor que se construyó el que fuera secretario privado de la presidenta, Fabián Gutiérrez.

Todo en este pueblo es un entorno amable para los Kirchner. Y todo parece listo, con varias inauguraciones clave este año, para que la presidenta se retire aquí. En Buenos Aires nadie se lo cree, pero aquí sí. “Están apretando mucho sobre la justicia, esa es la prueba de que sí quiere volver acá”, explica en un café de Calafate Marcelo Cepernic, un veterano político local, peronista, opositor de Kirchner, ahora candidato del partido Encuentro Ciudadano. “La corrupción ha sido muy evidente, sobre todo con Báez. Con el sueldo de funcionario los Kirchner nunca se habrían hecho tan ricos. Pero no importaba mientras las cosas iban bien. Néstor no tenía moral alguna pero sí una habilidad política enorme. Incluso con su capacidad de reinventar su historia. Los que estuvimos en la época dura lo sabemos. Ellos como abogados jamás presentaron un habeas corpus durante la dictadura, nunca defendieron a un preso político. Cuando las balas picaban de verdad no hicieron nada. Pero ahora han logrado que esa bandera sea suya. Son muy hábiles”, explica.

Pero Cepernic, hijo de un exgobernador, él mismo exalcalde de Río Gallegos y buen conocedor de la provincia, está en minoría en El Calafate. Aquí en general la gente adora a los Kirchner, que como él mismo admite, “pusieron esta provincia en el mapa”. Y la preocupación por el enriquecimiento de algunos no está muy extendida. Néstor Méndez, exalcalde de Calafate, fue quien vendió los terrenos a los Kirchner con los que ganaron mucho dinero, defiende su decisión. “Cuando ellos compraron nadie quería hacerlo. ¿Te imaginás que yo le diga al pueblo que no le voy a vender los terrenos al entonces gobernador? ¡Me matan! Claro, después de 2003, cuando lo hicieron presidente y empezó a traer acá al Rey de España, todos querían esos terrenos y una casa al lado de Cristina”. Méndez tiene una visión muy cruda: “Siempre hay un beneficiado. Ahora aquí es Lázaro Báez, y antes, en los 90, fue el padre de Macri [constructor]. El tango Cambalache se escribió en 1934. Nada es nuevo. Gracias a Kirchner, que puso este lugar en el mundo, en Calafate pasé de 1.000 a 15.000 contribuyentes, de 70.000 a 300.000 turistas, de 5 vuelos semanales a 5 al día. Kirchner invirtió como otros muchos. Y sí, ganó plata. Pero tampoco se hicieron ricos con unos terrenos fiscales, el dinero está en otro lado. Yo creo que los peronistas vamos a volver a ganar. La gente vota con el bolsillo, que ya dijo Perón que es el órgano más sensible del cuerpo”, se ríe Méndez en su casa sobre la costanera Néstor Kirchner.

EL PAÍS

La obra de esta avenida, como no, fue realizada por Lázaro Báez, y une dos de los tres hoteles de la presidenta: Los Sauces, el más impresionante, de gran lujo, en un enorme terreno dentro del cual ha construido su propia casa, y Las Dunas, el más reciente. La costanera fue concluida en diciembre de 2014, casi como si se preparara para la llegada de la presidenta este año. No ha sido la única inauguración que anticipa su arribo.

Todo en El Calafate está hecho a lo grande. Tener el apoyo de la presidenta en un país donde la Casa Rosada lo controla casi todo abre muchas puertas. Así que esta ciudad, en realidad un pueblo grande de poco más de 20.000 habitantes, tiene ahora un enorme hospital de altísima complejidad que ha costado más de 500 millones de pesos (50 millones de dólares) pagados por el Gobierno de Kirchner, no por la provincia. Tiene casi 30.000 metros cuadrados y 100 camas, y una unidad de emergencia que puede albergar otras 100 camas en caso de catástrofe. Lo inauguró la propia presidenta en febrero y se llama Gobernador Cepernic-Presidente Kirchner, en honor también al padre de Cepernic.

La idea del hospital surgió en 2010. Kirchner murió en Calafate de un paro cardiaco. El hospitalito local no tenía ni desfibrilador. El nuevo tiene tantas máquinas de última generación que falta personal para ponerlas en marcha.

El Gobierno nacional, esto es la presidenta, también pagó otra obra ambiciosa local: el Anfiteatro del Bosque, que costó 63 millones de pesos (6 millones de dólares) y tiene capacidad para 22.000 personas, más que los habitantes del pueblo. En realidad solo se usa una vez al año, en verano, con un festival a lo grande en el que el año pasado tocó Calle 13 gratis –pagado por el Estado- y este año está previsto que acudan Chayanne y Ricky Martin.

Kirchner se prepara así para retirarse en un paraíso donde todo funciona bien y nunca escucha una crítica. Basta leer la prensa local. A mediados de septiembre, mientras los periódicos de Buenos Aires traían novedades de la causa Hotesur, los diarios locales tenían titulares como estos: “Sujeto roció con gasoil y golpeó a su pareja”. “Tarde llena de sonrisas en el circo de la amistad”. “Dos menores demorados por robar en el paseo de los artesanos de Calafate”. “Familia de Turbio herida por desprendimiento de carga”.

Un auténtico balneario si se compara con las críticas feroces que recibe el Gobierno en la caputal del país, donde le dicen de todo. En Buenos Aires nadie se cree que realmente vaya a retirarse una política de raza como ella, pero por si acaso, en El Calafate está todo preparado.

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