No queda tiempo: hace falta un urgente consenso en política exterior
Ni Sánchez informa en el Congreso ni Feijóo aprovecha para alinearse con Europa y distanciarse de un Vox que apuesta por Trump
Los acontecimientos internacionales se desarrollan a una velocidad de vértigo y cada día resulta más incomprensible que en España no haya un consenso básico en política exterior entre los principales partidos, sino que, bien al contrario, esta sea incluso uno de los instrumentos que se esgrimen en la ...
Los acontecimientos internacionales se desarrollan a una velocidad de vértigo y cada día resulta más incomprensible que en España no haya un consenso básico en política exterior entre los principales partidos, sino que, bien al contrario, esta sea incluso uno de los instrumentos que se esgrimen en la batalla diaria de polarización. Europa entera espera con la respiración contenida ver si la oposición norteamericana consigue revivir y organizarse, no solo frente a Trump, sino a James David Vance, su joven vicepresidente (40 años), aún más peligroso que su mentor, al que espera suceder. Europa entera espera con la respiración contenida el resultado de los intentos del presidente francés, Emmanuel Macron, para que el Reino Unido se una a Francia, no para colocar sus fuerzas nucleares bajo mando europeo, pero sí para cambiar su papel estratégico de manera que no solo cubra la defensa de sus propios territorios, sino también la de sus socios europeos.
De eso se habla en los parlamentos de nuestros vecinos, de cómo mantenerse unidos y defender el multilateralismo, de cómo actuar rápidamente para hacer frente a los desafíos tecnológicos o de cómo mantener contra viento y marea la dimensión social de Europa, tan a menudo manoseada por la derecha. Conviene escuchar al propio Mario Draghi, que esta semana en el Parlamento Europeo recordó que, si se observan los hechos, “para tener un mayor crecimiento de la productividad y una economía en pleno auge no es necesario destruir el modelo de protección social (…). Queremos crecer más y mantener nuestro modelo de protección social, sobre todo porque es esencial en tiempos de profundos cambios tener una sociedad cohesionada”.
Mientras, en España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no ha convocado aún una sesión para informar al Congreso de los Diputados de sus conversaciones con sus colegas europeos ni de la posición que está adoptando el Gobierno de España, tanto en esas reuniones informales como en los encuentros formales de la OTAN y la UE. El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, se queja de esa falta de información, pero ha sido incapaz de explicar cuáles son sus posiciones, sino que se mueve en una extraña nebulosa, paralizado a la hora de exigir a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que deje de entrometerse en temas de política exterior que le competen a él, o de ordenarle que deje de comprometer al PP con las políticas de Donald Trump, claramente perjudiciales para los intereses de España, no solo por los anunciados aranceles comerciales, sino también por su desprecio del idioma español y su maltrato a emigrantes latinos.
La posición del PSOE y del propio Sánchez está clara, un alineamiento sin fisuras con los valores más clásicos de la Unión Europea y un apoyo notable a las propuestas y decisiones de la Comisión, dirigida por la democratacristiana Ursula von der Leyen. Sánchez, que puede convertirse hoy formalmente, según lo que suceda en las elecciones alemanas, en el representante más importante de la socialdemocracia en la OTAN y la UE, intenta reproducir en la UE la alianza básica entre socialdemocracia y democracia cristiana, pero esos esfuerzos brillan por su ausencia en el escenario español. Claro que el líder del Partido Popular español, Alberto Núñez Feijóo, no facilita las cosas y no ha modificado ni un ápice su línea de confrontación total con el presidente del Gobierno, que se reduce a un único mensaje: váyase.
Núñez Feijóo tiene que darse prisa en alinearse con sus colegas del Partido Popular Europeo (PPE) porque corre el riesgo de caer en el mismo error que cayó en su momento Manuel Fraga Iribarne, quien, en su afán por discutirle todo a Felipe González, llegó a proponer la abstención en el referéndum sobre la entrada de España en la OTAN, lo que le acarreó en Europa la etiqueta de irresponsable y cimentó, por el contrario, el papel internacional de González. Si Núñez Feijóo no reacciona rápidamente y renuncia a confrontar con Sánchez en temas de política europea, puede volverse un socio incómodo dentro del PPE.
La inquietante situación internacional podría ayudar a Núñez Feijóo a distanciarse de Vox, atrapado en su pública apuesta por Trump. Santiago Abascal no podrá sacar todo el rendimiento que espera de los resultados de Alternativa por Alemania este domingo porque es posible que una parte de sus votantes no entiendan ni aprueben el apoyo incondicional de AfD a Rusia y su invasión de Ucrania. Tampoco Podemos puede estar seguro del apoyo de algunos de sus votantes a su política exterior, porque su exigencia de alto el fuego a cualquier precio en Ucrania puede interpretarse ahora nada menos que con apoyar las políticas de Trump respecto a Rusia.