Safo de Lesbos o Rosenvinge de Madrid
La cantante española, al igual que la poeta griega, transmite que lo inacabado es también origen del pensamiento
Creo que lo que tiene Christina Rosenvinge en la mano cuando rasga la guitarra es una púa. Sucede durante el primer concierto del Inverfest. Aunque quizá sea más preciso decir que rasga las cuerdas con el plectro, la púa que inventó Safo de Lesbos hace miles de años para tocar su lira. Sin embargo, no estamos en un homenaje a la poeta ni en un melancólico recuerdo. Al contrario, Rosenvinge nos demuestra que Safo sigue aquí, entre nosotras....
Creo que lo que tiene Christina Rosenvinge en la mano cuando rasga la guitarra es una púa. Sucede durante el primer concierto del Inverfest. Aunque quizá sea más preciso decir que rasga las cuerdas con el plectro, la púa que inventó Safo de Lesbos hace miles de años para tocar su lira. Sin embargo, no estamos en un homenaje a la poeta ni en un melancólico recuerdo. Al contrario, Rosenvinge nos demuestra que Safo sigue aquí, entre nosotras. Que es capaz de desvelar a esa otra que fuimos, a esos otros que fuimos. Y que, si la dejamos salir, prefiere la acción al recuerdo. Incluso tiene un grito de guerra: “Contra la épica, estrofa sáfica”. Safo ha vuelto o, mejor dicho, nunca se fue. Pero, en 2024, además de violetas en el pelo trae un punto punk y activista. Contra la épica, estrofa sáfica, canta Christina. Y yo añado: contra la guerra, contra la actualidad, contra el miedo, contra el pensamiento lineal… Contra el futuro, estrofa sáfica.
Este grito poético no fue escrito por Safo de Lesbos sino por Rosenvinge de Madrid. Podría ser un ritual, un viaje en el tiempo, una boda o cualquier otro espectáculo. De hecho Rosenvinge compuso este último álbum, Los versos sáficos, para la obra de teatro creada junto a la dramaturga María Folguera y la directora Marta Pazos. Parecía que no iba a ser un disco. Y le ha salido un discazo. Claro que aquí nada es lo que parece. Parecía que era música o poeta, pero además es activista y sabia. No olvidemos que en la Antigua Grecia el primer maestro es el poeta y que Safo es la décima musa de Platón. Pero ¿qué significa usar la estrofa sáfica como escudo? ¿De qué tenemos que protegernos? ¿Acaso nos sentimos desprotegidas? Y, de ser así, ¿existe alguna razón para protegerse de los héroes? Es difícil encontrar respuestas en Safo cuando no hay un discurso al que agarrarse.
No olvidemos que solo nos han llegado fragmentos de Safo, palabras sueltas. Solo 192 versos de los 10.000 que compuso. ¿Acaso podrían protegernos un puñado de versos? ¿Qué puede hacer una sola estrofa contra el discurso lineal que nos gobierna? Y, por otro lado, ¿cómo va a ser Safo una sabia si su pensamiento ni siquiera es conclusivo? ¿Acaso no es la conclusión el objetivo de cualquier discurso? Habrá quien asegure que Safo no es recordada por sabia ni por poeta, sino por lesbiana. Como si el recuerdo, la sabiduría y la sexualidad pudieran tener algo que ver. Y yo me pregunto, ¿lo tienen? O, dicho de otro modo, allí donde la conclusión es el objetivo del discurso, ¿deberá ser también la conclusión el objetivo del sexo? Y de ser así, ¿cómo se sabe cuándo ha terminado el sexo? ¿Y el discurso? Me surgen muchas preguntas mientras el público corea y Christina me seduce con su ofrecimiento: Contra la épica, estrofa sáfica.
Spotify. Busco el tema ‘Fragmentos’ después del concierto. Solo palabras sueltas. “Ambos. Tú. Eros. Mi sirviente. Adonis. Lengua. Ahhhh. Juventud. Sosa acústica. Apio. Rosas. Rebaño. Sudor…”. Guitarras, batería, aullidos. Christina y Safo en concierto, las dos recordándonos que lo inacabado es también origen del pensamiento. Y que ese no acabarse es por dos razones. Porque no está en nuestra capacidad acabarlo y porque no merece la pena hacerlo. Lo que intento decir es que nadie tiene las cosas tan claras como parece. Que todas las personas estamos faltas de poesía y de sentido. En definitiva, que necesitamos cantar, bailar y pensarnos de nuevo para que el futuro pueda empezar.
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