¿Escáneres de cuerpo entero sin ton ni son para prevenir enfermedades? El debate que abrió Kim Kardashian

Ricos y famosos buscan la certeza de que próximamente no enfermarán con una práctica que los médicos desaconsejan

Un paciente se somete a una resonancia magnética, en Goiânia, Brasil, en 2016.Ricardo Funari ( LightRocket / Getty Images )

Los códigos del dinero y del estatus social cambian vertiginosamente en estos tiempos de tecnocapitalismo. La última vez que Kim Kardashian presumió en Instagram de acceder a una tecnología médica de élite fue para demostrar que su culo era real, sin colorantes ni conservantes. Pero el pasado agosto la empresaria publicó otro acontecimiento que le ha proporcionado mayor paz mental y toda la ilusión de control que necesitaba, al menos por un año. Con pantuflas y ropa gris de hospital, Kim posó frente a un a...

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Los códigos del dinero y del estatus social cambian vertiginosamente en estos tiempos de tecnocapitalismo. La última vez que Kim Kardashian presumió en Instagram de acceder a una tecnología médica de élite fue para demostrar que su culo era real, sin colorantes ni conservantes. Pero el pasado agosto la empresaria publicó otro acontecimiento que le ha proporcionado mayor paz mental y toda la ilusión de control que necesitaba, al menos por un año. Con pantuflas y ropa gris de hospital, Kim posó frente a un aparato de resonancia magnética, un tubo dentro del que presumiblemente habría pasado una hora sin apenas moverse para pasar revista a cada uno de sus órganos, y concluir que, de momento, es una persona sin bultos en crecimiento desordenado que puedan darle un disgusto próximo.

El post, con cerca de 30.000 comentarios —sus publicaciones tienen entre 4.000 y 7.000—, provocó un auténtico caso de FOMO colectivo (siglas de Fear of Missing Out, que alude al miedo a estarse perdiendo algo, potenciado por la hiperestimulación de las redes sociales). Medio mundo parecía preguntarse: ¿necesito una resonancia magnética para adelantarme al futuro? ¿Tengo que pedir un crédito?

Kardashian pasó por el escáner ofrecido por entre 1.000 y 2.500 dólares de Prenuvo, con sede en Redwood, California, que promete avistar tumores, aneurismas cerebrales y enfermedades degenerativas como la esclerosis múltiple en un estadio muy precoz. La compañía es parte de una industria floreciente apoyada por fuertes inversores, pero también por los rebotados de la cada vez menos solvente industria del streaming. Ezra, Neko Health y SimonMed son otras empresas que venden resonancias a personas sanas.

Neko Health, creada por Daniel Ek, cofundador de Spotify, ha conseguido este año 65 millones de dólares en una ronda de financiación. Prenuvo levantó 70 millones en 2022, y entre sus accionistas están la exmodelo Cindy Crawford y el ex-CEO de Google Eric Schmidt. La compañía se beneficia de una alianza inédita entre la moda y la medicina: durante la Semana de la Moda de Nueva York, varios diseñadores y modelos alternaron en Instagram publicaciones de desfiles con resonancias magnéticas de cuerpo completo. Una fusión que puede explicar el hypepromoción extravagante e intensiva, según el diccionario de Oxford— que vive esta tecnología médica.

La demanda crece. Por un lado, están los llamados biohackers, profesionales tecnológicos muy bien pagados y convencidos de poder poner trampas a la biología, y por otro, y son la mayoría, personas que han tenido un mal diagnóstico de alguien cercano y deciden invertir en minimizar la incertidumbre. Neko Health registra 1.000 resonancias hechas y una lista de espera de 11.000 personas. Ezra reconoció al diario The New York Times un pico de solicitudes tras el post de Kardashian.

Los oncólogos y radiólogos consultados observan estas prácticas con una mezcla de incredulidad y escepticismo: ¿Por qué querría una persona sana pasar por un procedimiento largo y a veces desagradable sin una indicación clínica que lo justifique?

“Los cribados —rastrear una enfermedad en una persona sin síntomas a partir de parámetros como la edad o factores de riesgo— se hacen con una indicación clínica clara, cuando existen indicios sólidos de su eficacia y del equilibrio entre los costes, los beneficios y los riesgos”, explica la doctora Olga Monteagudo, de la Sociedad Española de Medicina Preventiva. “Estos programas se diseñan para beneficiar a la población como colectivo y no a individuos concretos, las estrategias de cribado oportunista no son factibles poblacionalmente por su alto coste y la baja probabilidad de encontrar tumores sin una indicación clínica concreta”, opina el doctor Rodrigo Sánchez-Varona, vocal de SEOM (sociedad española de Oncología Médica) y oncólogo en el Hospital 12 de Octubre. En España, ocho agencias del Instituto Carlos III elaboran los informes oficiales sobre la conveniencia de incluir o no cribados en la cartera de servicios del sistema sanitario.

“Se consumen pruebas médicas del mismo modo que se compran otras cosas innecesarias”
Milagros Otero, radióloga

Preguntada Asunción Torregrosa, presidente de SERAM (sociedad española de Radiologia Médica) y radióloga del Hospital La Fe de Valencia, sobre qué es lo que se puede ver en una resonancia magnética de cuerpo completo, lo primero que intenta es tranquilizar: esta resonancia no tiene radiación ionizante, ese riesgo no existe en el escáner de moda. Sin embargo, no le parece muy útil. “Una resonancia a cuerpo completo sin secuencias específicas por órganos tiene poca resolución, para detectar lesiones incipientes no es lo más eficaz. Una lesión visible en una imagen por resonancia magnética (IMR) de cuerpo completo probablemente ya esté dando síntomas, al menos en los casos de cáncer. Me parece más útil para detectar un aneurisma”, opina la doctora. Dice que ella podría hacerse una de estas resonancias para quedarse más tranquila con una lumbalgia que padece, pero prefiere no pasar por el trance: “Es una prueba larga, como mínimo 40 minutos en los que no te debes mover, las opciones de error son altas”.

Lo que viene tras encontrar una imagen dudosa es “una reacción en cadena de pruebas diagnósticas con poco valor, algunas invasivas, que generan ansiedad y sufrimiento”, dice la doctora Milagros Otero, radióloga del Hospital Universitario de Vigo. Un metaanálisis de 2019 que estudió a 5.000 personas sanas sometidas a esta prueba concluyó que un 16% de los diagnósticos eran falsos positivos. Solo al 32% de los pacientes se le detectó alguna “anomalía clínicamente relevante”.

Frustración mal gestionada

Otero se pregunta cada cuánto tiempo habría que realizarse esta prueba para mantener la paz mental. Una duda que comparte el doctor Carlos Álvarez Fernández, oncólogo médico del Hospital Universitario Central de Asturias: “¿Cuál sería la frecuencia para estar tranquilo: dos, tres, cinco o diez años?”, se pregunta. “Cualquier prueba, por muy sofisticada que sea, siempre tiene un límite, a partir de ahí no obtendremos más información y seguiremos igual. De eso debe ser consciente quien se mete en una máquina”. “No hay una protección extra con un IMR anual de cuerpo entero. He visto crecer tumores en tres meses”, reflexiona Otero, y zanja: “Me parece el enésimo fenómeno de consumismo. Se consumen pruebas médicas del mismo modo que se compran otras cosas innecesarias. Es una indicación social no clínica”.

En España el IMR de cuerpo completo está indicado para buscar metástasis a distancia en algunos tipos de cáncer y en las patologías musculares degenerativas que tienden a desarrollar lesiones malignas en el riñón y el páncreas, confirman desde la Sociedad Española de Radiología Médica.

Para una clase privilegiada, la última frontera a conquistar es el control de la salud. Gente que venera a un solo dios, la tecnología, y le piden lo imposible: alargar la vida libre de enfermedad y, en última instancia, eliminar el envejecimiento. Cinthya Molina, psicooncóloga con consulta en Sha Wellness Clinic conoce bien un perfil de gente poderosa que gestiona mal la frustración. La posibilidad de hacer cada tanto un control exhaustivo del cuerpo es un “caramelo” para una de nuestras neurosis modernas, hacernos pruebas para intentar anticiparnos a lo inevitable, que algún día enfermaremos. “Lo patológico es querer controlar incluso lo incontrolable: cuándo nos vamos a morir y de qué”. Añade que hay un perfil de persona con recursos económicos a la que le es muy difícil ayudar cuando el médico le dice, ante una enfermedad, que no hay nada más que hacer. “Les cuesta aceptar que por una vez han perdido el control”.

El doctor Álvarez pone por delante que cada cual es libre de gastar su dinero como quiera, pero recuerda que una prueba de imagen tiene una intención. Se espera confirmar o descartar un diagnóstico del que se sospecha, y cita una frase que le enseñaron cuando era MIR: “El que no sabe lo que busca no entiende lo que encuentra”. “Se le atribuye al fisiólogo francés Claude Bernard. Ha sido lo primero que me ha venido a la cabeza con esta historia”.

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