Con la luz hemos topado

Los hispanohablantes no han acuñado el significado que Pedro Sánchez quiso darle al verbo “topar”

El dibujo en tiza de cómo se alcanza una idea.xefstock (Getty Images/iStockphoto)

El presidente del Gobierno usó reiteradamente el verbo “topar” el 13 de septiembre durante una entrevista en TVE, en la que habló sobre el precio de la luz.

Sin embargo, los hispanohablantes no han acuñado hasta ahora el significado que el dirigente socialista quiso darle; es decir, el de “poner un tope” al precio del gas ...

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El presidente del Gobierno usó reiteradamente el verbo “topar” el 13 de septiembre durante una entrevista en TVE, en la que habló sobre el precio de la luz.

Sin embargo, los hispanohablantes no han acuñado hasta ahora el significado que el dirigente socialista quiso darle; es decir, el de “poner un tope” al precio del gas a fin de frenar la escalada de la electricidad.

“Topar” se ha empleado en sus principales usos para expresar el encuentro con algo (“se topó con el Bernabéu cuando estaba buscando el Metropolitano”), o para relatar una contrariedad (“yo quería ser ingeniera, pero topé con las matemáticas”).

Este verbo y esos sentidos, que se documentan ya en el siglo XIV (Corominas y Pascual), proceden de la onomatopeya (sonido) “top”, con la que se representaba un choque. Cervantes escribió en el Quijote “con la iglesia hemos dado”, pero la tradición oral transformó la frase en el dicho “con la iglesia hemos topado”. Tan popular ha sido este verbo.

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(Por cierto, esto nada tiene que ver con el topo, cuyo nombre viene del latín vulgar talpus).

La idea que le asignó el presidente a ese verbo se maneja últimamente en el lenguaje sindical y empresarial –en las negociaciones de despidos– para expresar que las indemnizaciones tendrán un límite; es decir, que, al fijar la cantidad con la que se compensa al empleado a quien se desaloja, la suma de los días por año trabajado no superará, por ejemplo, el sueldo de 24 meses. Así, la indemnización está “topada” en dos años. Este significado de “topar” no parece haber pasado al lenguaje general, que se viene bastando con verbos como “limitar”, “delimitar”, “constreñir” o “ceñir”.

Por su parte, el sustantivo “tope” con el significado de “extremo o límite al que puede llegar algo” vino al español por un camino distinto del que recorrió el verbo: se originó en el franco top: “cumbre”; que se desvió al inglés con ese mismo sentido para tomar luego el significado de “la parte de arriba”. Por eso el lenguaje periodístico de poco vuelo usa expresiones como “está en el top ten” (está entre los diez mejores, entre los diez de arriba).

Esos dos caminos (el de “limitar” y el de “cumbre”) vinieron a coincidir en español, porque cuando alguien escala a una cumbre se encuentra también con un límite, salvo ascenso a los cielos.

Como sucede tantas veces en los gremios endogámicos (entre ellos el periodístico), el presidente lanzó a una audiencia masiva el significado de un ámbito restringido, sin tener conciencia de que se trata de un uso particular. En estos casos, pueden darse dos situaciones: que los receptores sientan extraño el vocablo y consideren incompetente a quien lo pronunció, o que lo acepten porque han podido descodificarlo con facilidad.

Seguramente al oír a Pedro Sánchez se produjeron ambas reacciones: Unos habrán entendido que ese “topar” se forma sobre el sustantivo “tope” con la adición de la desinencia -ar, propia de los infinitivos de la primera conjugación; pero otros habrán pensando que el presidente se expresó con una palabra inadecuada. Y tal vez todos ellos se pregunten por qué no empleó el verbo “limitar”, que habrían comprendido con facilidad y resultaría de mejor estilo. Y, ya de paso, quizás muchos habrían querido saber hasta dónde llegará el precio máximo que puede permitir el sistema. Porque el invierno acecha y el kilovatio sigue a lo suyo. O sea: subiendo a tope.


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