Los ‘ayusers’

La productividad del sufijo inglés ‘-er’ se ha implantado en las cabezas de algunos hablantes hispanos

Una mujer se hace un autorretrato con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en la Asamblea de Madrid el pasado 8 de junio.Eduardo Parra

El inglés dispone del sufijo -er, que sirve para formar adjetivos y sustantivos a partir de nombres y verbos con el fin de denotar una acción o una actividad. Cuando esa acción es continuada, se convierte a menudo en rasgo, oficio, ocupación o profesión. Por ejemplo, del verbo to lose (perder), sale loser (perdedor); del sustantivo paint (pintura), sale painter (pintor). Del verbo to teach (enseñar) se deriva teacher (profesor); y del sustantivo farm (granja), sale farmer (granjero).

Ese sufijo del inglés tiene su paralelo p...

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El inglés dispone del sufijo -er, que sirve para formar adjetivos y sustantivos a partir de nombres y verbos con el fin de denotar una acción o una actividad. Cuando esa acción es continuada, se convierte a menudo en rasgo, oficio, ocupación o profesión. Por ejemplo, del verbo to lose (perder), sale loser (perdedor); del sustantivo paint (pintura), sale painter (pintor). Del verbo to teach (enseñar) se deriva teacher (profesor); y del sustantivo farm (granja), sale farmer (granjero).

Ese sufijo del inglés tiene su paralelo principal en dos elementos similares del español (que además dispone de otros): -or y -ero, como acabamos de ver: “perdedor”, “profesor”, “granjero”, “ganadero”; si bien pueden darse otras terminaciones, por ejemplo en -ín y en -ista: dancer se traduce como “bailarín”, footballer como “futbolista”. Y muchas opciones más (photographer da “fotógrafo”).

La productividad del sufijo -er en inglés se ha implantado en las cabezas de algunos hablantes hispanos, que dicen por ejemplo “es un runner” (de to run, correr: o sea, “corredor”). Y esta semana se celebrarán en Oviedo los Encuentros Cincuenter, para reivindicar el papel de una generación de mujeres injustamente penalizadas por su sexo y su edad. Y se ha acoplado incluso a nombres de marcas. Por ejemplo, youtuber (en español sería “youtubero” o “yutubero”); o instagramer (“instagramero”). Está por ver si esos anglicismos transitarán pronto el mismo camino que ya recorrió la raíz inglesa blog al pasar de blogger a “bloguero”; más lento que el vivido luego con la rápida adaptación “tuitero”.

Pero aún se ha dado otra vuelta de tuerca: la aplicación del sufijo -er a un apellido. Y ahí nos viene ayusers; o sea, los seguidores de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña.

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Antes hubo suaristas, felipistas, guerristas, marianistas Ahora se nombra a unos supuestos “sanchistas”. La derecha suele repetir mucho “sanchistas” para centrar sus ataques en el presidente, con la conocida técnica del chivo expiatorio, de tanto éxito entre nosotros.

En cambio, ayusers se ha venido usando en contextos favorables. Existe incluso una cuenta de Twitter denominada Ayusers, que se define así: “Fans de @idiazayuso. ¡Somos los #Ayusers! #YoConAyuso”. Tiene 4.059 seguidores (ellos dicen “fans”) en el momento en que lo miro, viernes 18 a las 8.44. En Instagram, la cuenta Ayusers suma 27.900 seguidores bajo el lema “Otra manera de hacer política”, lo cual sin duda responde a la verdad.

Los ayusers tienen además una tienda en línea (o sea, online para quien no lo entienda en español) donde venden camisetas, polos y bolsas con los lemas más libertinos de la presidenta regional: “Comunismo o libertad” y “A Madrid se viene a que te dejen en paz”. La tienda “de e-commerce” (o sea, de ciberventa) se llama Ayushop, por supuesto. “Ayusotienda” habría sido tomado como vulgar.

El anglocentrismo actual y la consecuente consideración inferior de nuestros propios recursos lingüísticos aparecen por doquier. Por eso les suena mejor “soy un ayuser” que “soy un ayusero”.

Las gentes del PP parecen felices con esto. Reservan la morfología del español para decir “sanchista” y acuden al sufijo inglés para su presidenta, en un rasgo de gran modernidad. No sé si también estará feliz el jefe del partido, Pablo Casado, quien tal vez andará preguntándose por qué hay tantos ayusers y no han aparecido todavía los casaders.

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