Ysy-A, el artista que hace temblar a Argentina: “Antes nadie quería darle bola a un rapero y hoy somos la música del momento”

“No existe una agencia de marketing que te haga una publicidad mejor”, reconoce entre risas, Alejo Nahuel Acosta (Buenos Aires, 26 años), más conocido como Ysy-A o Ysysmo, nombre con el que le han bautizado tras llevar el furor de sus conciertos a otro nivel. En el Estadio Obras de Núñez de Ciudad de México, el artista de trap puso a sus fans a saltar sin parar: los brincos causaron 14 terremotos de magnitud 3,6, registrados por las autoridades mexicanas. Al final, tuvieron que suspender el concierto y evacuar la zona. En su actuación más multitudinaria, en el estadio de Huracán, en Buenos Aires, su ciudad, a finales de 2023, las 45.000 personas botaron con tanto ímpetu que se tambalearon las casas de los vecinos. Si busca un show irrepetible, Ysy-A es su hombre.

Al músico argentino le pasa algo insólito: tiene que pedir a su público que se calme para que no se desmadren. ¿Planea este éxtasis colectivo? “Voy predispuesto a que la gente grite, cante y exacerbe todo. Que disfruten y se desestresen durante el concierto”, continúa el rapero en los camerinos del festival Cruïlla en Barcelona horas antes de su concierto. Él y su equipo nos han ofrecido ser testigos de un día de concierto. Ysy sonríe constantemente, se descalza antes de empezar a hablar y se repantiga en el sofá con el conjunto rosa brillante con el que saldrá a actuar.

El de Buenos Aires quizá no sea el artista argentino más conocido en España, pero tiene cinco millones de oyentes mensuales en Spotify y ha estado ya varias veces en nuestro país. La anterior, junto a Duki en el Bernabéu ante casi 70.000 personas. Cuando salió hubo unos cuantos pogos y otros tantos desmayos. Pero dice que cada vez están más preparados. “Llevamos muchos litros de agua y hemos aumentado la seguridad. No todo el mundo está preparado para dos horas sin parar de saltar”.

Acosta fue el creador de El Quinto Escalón, el torneo de las batallas de rap freestyle que organizaban en Buenos Aires de las que acabaron saliendo artistas internacionales como Paulo Londra, Bizarrap o el propio Duki. Ysysmo, entonces aún Alejo, organizaba los excels y pegaba los carteles por su barrio. Los enfrentamientos de El Quinto llegaron incluso a llenar un estadio de 5.000 personas en Argentina. Tenía apenas 13 años y esas batallas cambiaron para siempre la vida de unos chavales de clase media y baja de Buenos Aires. “Éramos unos pibes en una plaza que grabábamos los vídeos. No había nada más que eso”, recuerda.

“Mi sueño siempre fue que un montón de pibes y pibas de los barrios puedan dedicarse a la música. Con el tiempo ves como hay generaciones a las que les saco 10 años. Eso te remotiva”, responde. Es la idea de trascender. Si su música hubiese quedado relegada, no sería una ola cultural. “Si después de nosotros no viene nadie nuevo, sería tirar todo a la basura. Antes nadie quería darle bola a un rapero y hoy somos la música argentina del momento”, apunta. ¿Son la inspiración de los jóvenes? “Mostramos que pudimos hacerlo con lo mínimo”, responde seguro. Decía Duki que se puede cambiar más con la música que con la política. Ysy-A esta de acuerdo: “Si logro inspirar a mil personas a que salgan a buscar un proyecto y a encontrar vías de escape, estoy haciendo un cambio en sus vidas sin meterme en política. Ese es el granito de arena que los artistas sumamos”.

Quien escuche a Ysy-A por primera vez es muy probable que no le guste o que no lo entienda. “Me gusta transgredir. Que quien me escuche diga: “¡Esto es horrible!’, dice entre risas. “Odio componer para el algoritmo de Spotify. La música que más suena hoy es la que menos te hace pensar. Quiero hacer discos a los que se puedan volver dentro de 15 años, como pasa con el rock o el tango”, declara. Cuando sale un nuevo género musical exitoso, el anterior suele criticarlo con condescendencia. El porteño lo sabe, pero recuerda que es algo que ya vivieron los rockeros y se mantiene cauto: “Cuando sea grande voy a tener que darle mi oído a toda esa gente nueva y no ser como intentaron hacer con nosotros”.

Tras una hora de charla su equipo avisa de que hay que ir acabando. Quedan 30 minutos para el concierto y debe comenzar a prepararse. Se va a afinar la voz y vuelve rápido con un refresco. Calienta saltando con una comba 10 minutos. No deja de sonreír ni sudando. Llegó el momento. Detrás de la pantalla del escenario hace gárgaras, se quita uno de sus grandes anillos, da dos golpes en el suelo y sale corriendo al escenario. En la pista están ya todos preparados.

Cuando sale y rompe la base de Hidro empieza el éxtasis. “Por odiar nuestro estilo de vida, por odiar todo lo que dijimos, por odiar todo lo que nos digan”, rapea. Es la voz de una época. Adolescentes, adultos y hasta padres empiezan a saltar al ritmo de Ysy-A haciendo pogos. Corean su nombre como el de una rockstar nada más acaba la primera canción. En el público ondean banderas argentinas, tienen globos y hasta muñecos del artista. Le lanzan uno, que agradece. “¿Están preparados?”, les pregunta. Se vuelve a desatar la locura y se crea un nuevo pogo en el centro de la pista que durará hasta el final. Bailan los graves, rapean sus frases. El es un agitador y sabe lo que hace. Toca éxitos de su carrera como Full Ice, Vuelta a la Luna o Flechazo en el Centro. “Gracias por escucharme cuando no les apetece ir a trabajar, a entrenar o a la escuela”, agradece. Hace el amago de irse, pero fuerza un bis para tocar otra y finaliza con el culmen de los pogos; Tamo’ loco. Un poco lo están. En la pista vuelan botellas de agua y los saltos de la gente se ven hasta sincronizados. Sale del escenario corriendo y se vuelve al camerino. Quien lo ovaciona ahora es su equipo. ¿Ha habido terremoto en Barcelona? No que se sepa, pero tampoco había alarmas sísmicas que lo comprobasen.

Ysy A publica su nuevo disco el próximo 11 de noviembre, una fecha de lanzamiento que repite cada año desde que empezó a grabar música. Todavía no tiene título.