Taron Egerton: “Con ansiedad tienes una sensación de fatalidad inminente. Mi respuesta es zambullirme en agua fría”
Para Elton John era el único que podría interpretarle en el cine (y lo hizo). Para Hollywood, es una de sus grandes bazas. Él dice que solo es un chico de pueblo. Ahora protagoniza ‘Tetris’ en Apple TV+. En el futuro, ¿quién sabe? ¿Quizás James Bond?
Taron Egerton es un firme defensor de los beneficios de bañarse en agua fría. “He empezado a hacerlo bastante. No sé si has visto que hay una gran cultura de la inmersión en frío, sobre todo en Estados Unidos. Lo que llaman el método Wim Hof. Muchos encuentran que les sienta muy bien. Yo nunca lo había hecho, pero esta Navidad estaba rodando en Nueva Orleans y lo probé. Me encantó cómo me hizo sentir. Es un reto, porque es muy difícil al principio. La primera vez solo aguanté 30 segundos. Ahora en un buen día hago cinco o seis minutos. Y cuando salgo estoy eufórico, como con claridad mental. L...
Taron Egerton es un firme defensor de los beneficios de bañarse en agua fría. “He empezado a hacerlo bastante. No sé si has visto que hay una gran cultura de la inmersión en frío, sobre todo en Estados Unidos. Lo que llaman el método Wim Hof. Muchos encuentran que les sienta muy bien. Yo nunca lo había hecho, pero esta Navidad estaba rodando en Nueva Orleans y lo probé. Me encantó cómo me hizo sentir. Es un reto, porque es muy difícil al principio. La primera vez solo aguanté 30 segundos. Ahora en un buen día hago cinco o seis minutos. Y cuando salgo estoy eufórico, como con claridad mental. Lo que más me gusta es que me hace sentir muy optimista, y para mí el optimismo es lo contrario de la ansiedad. Con ansiedad todo es negativo, tienes una sensación de fatalidad inminente, de miedo. Mi respuesta es zambullirme en agua fría. Si siento ansiedad por la mañana, la mato así”.
Esa es la explicación por la que Taron Egerton (Birkenhead, Inglaterra, 33 años) hace unas semanas estaba en Aberystwyth, Gales, sumergido en el mar de Irlanda, que en esa época del año ronda los siete grados. Además, ese día, en ese pueblo de 12.000 habitantes, nevaba. “En Reino Unido no hay muchas piscinas de esas, pero una de las ventajas de ser galés es que el mar está frío de cojones. Es una de esas cosas que no entiendes hasta que lo pruebas. Lo recomiendo encarecidamente”.
El día de nuestra conversación está en Manchester. Parece un adolescente, con un jersey de lana y bebiendo agua de una cantimplora. “He venido porque uno de mis mejores amigos acaba de publicar su primera novela y esta tarde vamos a presentarla. Le voy a entrevistar. Espero no hacerlo muy mal”. El libro, HappyHead, ha sido definido por Deadline como “un thriller psicológico LGTBQ” y Egerton ya ha adquirido los derechos cinematográficos. “Es una novela juvenil. Me la envió el verano pasado. Ya sabes cómo es cuando un amigo te manda algo, piensas: ‘Espero que no sea una mierda’. Pero era increíble, asombrosa. Una historia ambientada en una especie de realidad distópica donde un chico de 17 años es enviado a una institución en la que dicen enseñar a los chavales cómo ser felices. Él es un poco neurótico, tiene ansiedad. Es gay, pero no ha salido del armario. Y a medida que experimenta el proceso, comienza a darse cuenta de que las personas que dirigen el centro puede que no tengan las mejores intenciones. Es cojonuda, muy entretenida, construye un mundo maravillosamente y es una fantástica historia humana. Por eso me encanta, porque el personaje es la historia y de lo que trata el libro es de su crecimiento”.
Taron Egerton está ya en ese punto en el que elige los papeles y si no se los ofrecen crea él mismo la película. Su progresión ha sido meteórica. Empezó con Kingsman, servicio secreto (2015) y se consagró con Rocketman (2019), la biografía de Elton John, por la que ganó un Globo de Oro, pero que, misteriosamente, no entró entre los nominados a los Oscar. Después cambió de tercio y protagonizó Encerrado con el diablo (2022), una miniserie para Apple TV+, la historia real de un traficante al que se le ofrece el perdón si consigue la confesión de su compañero de celda, un asesino en serie.
En realidad, el motivo de esta entrevista es una película recién estrenada en Apple TV+, Tetris, una entretenida mezcla de comedia y película de acción: la historia real de cómo se comercializó el mítico videojuego, que fue creado por un ingeniero ruso en los últimos años de la Unión Soviética. Egerton interpreta a Henk Rogers, el protagonista, un hombre de negocios que intenta hacerse con los derechos mundiales del juego. Pero el actor no presiona para que la conversación solo gire sobre este estreno. Hay dos motivos: uno, el rodaje le queda lejos. “Hace dos años que terminamos la película”, se justifica. El segundo, y más importante: no es exactamente el tipo de papeles que más le interesan. “Me resulta más fácil cuando el personaje es la historia. Rocketman es el viaje de un hombre que supera su adicción. Él está en rehabilitación y todo lo demás es un recuerdo. Así que el personaje es la historia. Encerrado con el diablo fue genial. Tiene una gran trama. En realidad, es el viaje de un tío vanidoso y misógino que aprende humildad. Estas historias me parecen las más estimulantes. Hay otro tipo de películas, que son igual de válidas, en las que se trata menos del personaje central y más de lo extraordinarias que son las historias. Me siento un poco como si estuviera en el asiento trasero. Cuando el personaje es la historia es como si yo encabezara el proceso creativo y en una película sobre una gran historia es responsabilidad del director hacer que sea una gran obra. Tetris es una buena historia y me encanta el guión, pero no trata de Henk. Es sobre Tetris. Y aunque quiero hacer esas historias, y creo que son importantes, las siento menos como un desafío. Y es el reto lo que hace más fácil mi trabajo”.
Egerton se formó como intérprete en una de las instituciones más exclusivas de Gran Bretaña, la Real Academia de Arte Dramático (RADA, en sus siglas en inglés). La lista de antiguos alumnos impresiona: Anthony Hopkins, Kenneth Branagh, Glenda Jackson, Alan Rickman, Vivien Leigh... Cada año 3.500 actores aspiran a 28 plazas. Entrar es un paso casi definitivo hacia la profesionalización. “Tuve suerte. Creo que buscan gente con talento, pero también que sea maleable. Yo era de los más jóvenes de aquel año, tenía 19. Había gente de más de 30″, recuerda, aunque no parece tener demasiado cariño a la institución. “Era demasiado joven. Es un curso muy exigente. Te exige mucho recurrir a tu propia experiencia y puede joderte un poco la cabeza. Había una especie de nebulosa etérea a la que todos aspirábamos a llegar y yo sentía que no lo conseguía, parecía inalcanzable. Es un entorno que puede provocarte mucha inseguridad. Antes de embarcarte creo que es importante estar más seguro de ti mismo, saber quién eres. Si alguna vez tuviera un hijo, creo que probablemente le aconsejaría ir con más edad que la que tenía yo”.
Tiene especial mérito lo suyo. Taron Egerton no viene de una familia de artistas. Sus padres se divorciaron cuando era pequeño y quedó al cuidado de su madre, trabajadora social. “De niño me mudé con frecuencia. Mi madre fundó otra familia cuando yo era mayor, pero hasta los 14 años me crio sola. Cuando me tuvo todavía estudiaba. Era joven y no teníamos dinero, así que alquilábamos casas pequeñas en el Gales más rural. A mis 12 años llegamos a Aberystwyth, el sitio donde me bañé el otro día”. Ese pueblo es su lugar de referencia, donde encontró su identidad. “Allí hice amigos para toda la vida, los he visto esta semana que he ido. Compré una casa para mi familia y un apartamento enano para mí, pero apenas lo uso, porque cuando voy me gusta estar con ellos”.
Egerton nació en Inglaterra, pero es más galés que las palabras sin vocales. Incluso habla el idioma. De hecho, su nombre es galés. Bueno, casi. “Taran es la palabra galesa para trueno. Alguien sugirió que a mi madre que ese sería un buen nombre. El problema es que ella no habla galés y se confundió al deletrearslo. Así que mi nombre en realidad es un error. Pero a mí me gusta así”. Pero no es nacionalista, aclara. “En mi opinión, la identidad nace del lugar más específico de donde eres. Yo me siento muy de Aberystwyth, pero no noto gran afinidad con Cardiff, la capital de Gales. Me encanta, pero no es de donde soy. Así que supongo que me siento galés y supongo que también me siento británico. Mira, lo que me siento es un chico de pueblo”.
También fue en Aberystwyth donde vio una obra de teatro, siendo adolescente, que cambió su vida. “Me gustó tanto... siempre había sido creativo, pero fue entonces, con 15 o 16, cuando empecé a actuar”. El teatro fue donde dio sus primeros pasos. Antes de terminar sus estudios en RADA empezó a trabajar en el National Theatre o The Royal Court. “Y luego hice una serie durante seis meses. Se llamaba Smoke [2014], pero no fue muy bien. Mientras la rodaba, me invitaron a un casting para [el director y productor] Matthew Vaughn. Era algo que en ese momento se llamaba Huntsmen y finalmente fue Kingsman, servicio secreto”.
Aquel fue el momento clave: la película fue un éxito sin paliativos. Costó 80 millones y recaudó más de 400. “Fue un poco como ganar la lotería, la verdad. Era la primera vez que estaba en un plató de cine y era el actor principal de una película de 80 millones de dólares. Fue una locura ¿Pero sabes lo que es una auténtica locura? Este año se cumplen diez del primer día del rodaje. ¿Te lo puedes creer?”, dice, antes de embalarse con sus recuerdos. “El rodaje fue muy turbulento para mí porque estaba pasando por mi primera gran ruptura sentimental. Sufría el gran cataclismo de haber perdido a mi primer amor, mientras vivía mi primera experiencia en un plató tratando de mantenerme a la par con ganadores del Oscar y gente que he admirado desde la infancia. Fue duro. Además, nunca había tenido que ponerme en forma de esa manera. Y me encontré con que se convirtió en una verdadera fijación. Fue un entrenamiento increíble. Nada de lo que he hecho ha sido tan desafiante como Kingsman”.
Además, Egerton coincidió a Mathew Vaughn, el director y productor de esa película, que se convirtió en una especie de mentor. Sobre todo después de que sus siguientes estrenos —Robin Hood (2018) y Billionaire Boys Club (2018)— fueran tremendos patinazos. Una vez declaró que las hizo por dinero. “No debería haber dicho eso, aunque en parte es verdad: me pagaban muy bien. Creo que como esas películas no funcionaron, tuve un poco de miedo de hacer cosas sin Matthew. Empecé a no confiar en ningún otro cineasta. Mucho más tarde, sobre todo después de Rocketman, sentí que había mostrado al mundo el tipo de actor que quería ser, sentí que podía empezar a aceptar oportunidades que no vinieran de él”.
Rocketman, la biografía de Elton John, llevaba casi una década dando vueltas. Se había hablado de otros protagonistas, pero Vaughn, productor del film, presionó a favor de Egerton, que por otro lado parecía destinado a ese papel. En el musical de animación ¡Canta! (2016), cantaba I’m Still Standing de Elton John, había coincidido con él en la secuela de Kingsman... “Y cuando hice la audición para la RADA, canté Your Song”, añade. “Siempre me ha gustado su música, como a todo el puto resto del mundo. Pero, de todo lo que me ha sucedido, es lo que más se asemeja al destino. Elton a menudo me dice que estamos cortados por el mismo patrón. A ver, él es un genio y una superestrella internacional. Y yo soy yo, pero me siento próximo a él. Creo que, en mi carrera, es lo que me ha costado menos esfuerzo. Aunque eso no quiere decir que no fuera un trabajo duro”.
Por mucho que se quite importancia, todo indica que Taron Egerton va a ser una gran estrella más pronto que tarde. De momento ya se ha especulado con que le habían ofrecido ser el nuevo Lobezno de Marvel e, incluso, el nuevo James Bond. “Estoy tan hasta los cojones de hablar de esto...”, contesta riéndose. “Mira, si digo que estoy interesado, todo el mundo dice: ‘Ah, lo vas a hacer’. Si digo que no voy a hacerlo, todo el mundo dice: ‘Bah, se cree demasiado bueno para Marvel’. Ninguna de las dos cosas son ciertas del todo. Así que ya no hablo de ello. Solo eso. Y lo que tenga que ser, será”.
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