Ana Curra: “Cuando veo que me estoy aburguesando me doy una bofetada”
Ex Pegamoide, ex Parálisis Permanente y mito del punk en España, la cantante se ha jubilado como profesora en el Conservatorio, pero vive una segunda juventud con una retahíla de proyectos musicales
A la sacerdotisa punk de la música española le ha cambiado la vida. En realidad, siempre le está cambiando. Su instinto no le permite asistir al mundo de otro modo. Con una jubilación recién estrenada, tras décadas como profesora de piano en el Conservatorio de San Lorenzo de El Escorial, la que fue parte esencial de los Pegamoides, mitad de Parálisis Permanente, la enigmática alma mater de Seres Vacíos y la artista incombustible renacida en Ana Curra (Madrid, 66 años), acaba de publicar una canción de su próximo disco, con composiciones en las que se encuentra trabajando en este momento. Además, está a punto de publicarse la reedición de su primer trabajo en solitario y también un homenaje a Parálisis Permanente en forma de disco de duetos y colaboraciones, que verá la luz a primeros de año con una presentación en directo.
“Doy gracias todos los días por levantarme, sentir que estoy viva y que tengo ganas”, explica Curra en su casa de Madrid. “No hay cosa que más terror me dé que una depresión, una falta de ilusión o que me falte la chispa de la vida; teniendo eso ya tienes el noventa por ciento de todo. Al final es tener salud y eso es lo importante. Por otro lado, esa urgencia de vivir forma parte de mi carácter”.
Eso también se refleja en su imagen. ¿Ha hecho un pacto con el diablo? ¡Pues claro que he hecho un pacto con el diablo! Pero eso no te lo voy a decir en público. Un día te contaré a ti sola en qué consiste el ritual.
Y ha dejado de fumar. ¡Acabo de dejar de fumar! Te advierto de que hasta hace cuatro días he estado fumando.
¿Cómo lo ha conseguido? Ha sido por un motivo muy concreto. Últimamente me estaba viendo con bastante ansiedad y me fui a África para resetearme un poco. Quería ir a la vida salvaje a reconectarme con la naturaleza, con la belleza y también con la dureza de la vida allí. Ver que no tienen cubiertas ni las necesidades más primarias hace que te quites la tontería de encima de un plumazo y te acerques un poco más a ese enigma de quiénes somos, dónde estamos y por qué. He visto amaneceres de saltárseme las lágrimas, he visto cómo desfilaban delante de mí una familia de jirafas, de elefantes… Pero también he visto la crueldad humana, y eso hace que te desestructures y te estructures de nuevo como persona. Cuando llegué de ese viaje me planteé muchas cosas, entre ellas que tenía que dejar de fumar. Todo sirve para algo, aunque este viaje ha servido para muchísimo más que eso, claro. Te recoloca a muchos niveles, a pesar de que luego, cuando regresas a tu realidad, la sociedad en la que vivimos te vuelve a meter en la comedora de carne, en la trituradora, y vuelve a hacerte trocitos.
Además se ha jubilado. Su trabajo como profesora en el Conservatorio de San Lorenzo de El Escorial ha sido una de sus señas de identidad toda su vida, ¿cómo lleva haberlo dejado? Muy bien. Empecé muy jovencita, con 18 años ya daba clases en una escuela que fue precursora del Conservatorio que, más adelante, fundé yo con tres amigos amantes de la música. He dado clases tantísimos años que siento que es una parcela con la que ya he cumplido con creces. Tengo alumnos viviendo de la música y me siento muy orgullosa. Pero no lo echo de menos porque tengo muchas cosas que hacer. Me he jubilado de esa parte, pero no de la música. De la música no me jubilaré jamás.
Una de esas aventuras es su nuevo single, Activista de la idiotez, que aborda el tema de Gaza. Es lógico, es honesto. Como persona de cierta edad, me toca quedarme ojiplática, estupefacta y sin palabras para explicar lo que estamos viendo toda la humanidad como observadores de una masacre, de un puto genocidio y de un exterminio de todo un pueblo a tiempo real. Como creadora, ante algo como esto que está ocurriendo, hago esta canción que aglutina la idiotez que tenemos todos encima y la focalizo en esas personas que no terminan de entender esto así, en esos influencers que viven para afuera proyectando cualquier tragedia (una dana, Gaza…) con un nivel de estupidez mental, de inmoralidad y de obscenidad que me repugna, como me repugnan los personajes como Trump o Netanyahu, que me producen gran pena, pero sobre todo gran asco. Yo no quiero formar parte de esto, pero a la vez, por el sistema en el que estamos, te hacen cómplice porque estás en medio de esta especie humana de la que te quieres desmarcar. Y te surge una rabia de las entrañas…
También dedicó otra canción en su día, Hiel, a los muertos por el covid. Para mí sería un desgaste convertirme en una persona lerda y lela que no se inmuta por nada. No me queda más remedio que conmoverme, incluso exigirme a mí misma cuando veo que entro en una ínfima posibilidad de aburguesamiento, de conformismo o de acostumbrarme a este tipo de cosas, dándome una bofetada y movilizándome.
¿Sigue siendo el punk el código perfecto para hacer despertar? Siempre. De hecho, si te fijas, todos los chavalines jóvenes siguen formando sus grupos en torno a las bases del punk. Pero no solamente por la facilidad que tiene ese lenguaje musical de tres acordes, sino porque es el canal para manifestar rebeldía. Cuando tú quieres salirte del guion y del camino trazado es la herramienta perfecta.
Siempre anda con el ojo puesto en las nuevas generaciones, como en el disco que va a publicar a principios de año. Es un proyecto de homenaje a Parálisis Permanente que se llama Ana Curra y los 13 Apóstoles. Al disco lo he bautizado con el nombre de La última cena de Parálisis Permanente y en él cuento con trece músicos y cantantes de bandas de punk y de rock pertenecientes a la nueva generación de músicos que tenemos ahora mismo en la escena. Con cada uno de ellos reinterpreto una canción de Parálisis y está quedando gozoso, es brutal comprobar tanta carga emocional. Desvincularte de lo que siente la gente joven es desvincularte de la realidad. Quizá, como siempre he sido profesora y he estado en contacto con alumnos de todas las edades, es algo que me sale solo. Además, pienso que es algo muy importante para estar ubicada en la tierra y no convertirme en una nostálgica.
¿Y quiénes son esos trece apóstoles que le acompañan? Buenos Vampiros, La Plata, Trippin’ You, Camellos… El resto, de momento, me los voy a reservar. Pero va a haber sorpresas. Parálisis Permanente sigue vivo hoy en día y sigue transmitiéndose a las generaciones más jóvenes. Para mí ha sido muy bonito poder hacer un disco con toda la energía y toda la visceralidad de unos directos que yo tenía grabados con mi banda, de cuando hice Ana Curra presenta El Acto en un concierto 2012 y en otro de 2014, y, a partir de esa base tan feroz, añadir a esta serie de artistas jóvenes para que dieran broche de oro conmigo a lo que va a ser esta Última cena de Parálisis Permanente.
Es inevitable acordarse de Eduardo Benavente [fallecido en un accidente en 1983]. Habrá estado presente en este proyecto. También es por eso por lo que sigo, hay que mantenerle vigente y presente siempre. A ninguno de estos colaboradores se le ha ocurrido la lejana idea de que Eduardo no esté sobrevolando la escena todo el tiempo. Lo hemos sentido todos. Es importantísimo. Además, algunos de ellos han hecho el dueto conmigo con una similitud al fraseo de Eduardo que impone muchísimo. Concretamente Diego Escriche, de La Plata, me dijo que lo tenía tan mamado que le salía sin pensarlo.
Y además, se reeditará este octubre Volviendo a las andadas (1987). ¿Qué significó este álbum? Es muy importante porque lo hice tras el luto por la pérdida de Eduardo, cuando conseguí recuperarme un poco y encontré la fuerza para seguir haciendo música. Este disco ya salió bajo el nombre de Ana Curra, que era también una manera de dejar un poco al lado el duelo feroz y darme cuenta de que era el momento de tirar de mí y buscar mi sitio.
La portada es una foto icónica de Alberto García-Alix en la que aparece maniatada a una silla. ¡Y a color! Fue una de las primeras fotos de Alberto en color, cuando él, ya sabemos, siempre ha sido un maestro del blanco y negro. En ella soy su objeto de deseo y me ata, me amordaza, me pone boca abajo… Se me quedó la mano amoratada por las cuerdas después de varias horas haciendo la foto en busca de la imagen perfecta. Él siempre ha sido muy minucioso y perfeccionista con su trabajo, además, se encargó de hacer todo el arte y el diseño del disco.
¿Las asperezas con Warner se han ido limando? Bueno, yo sigo enfadada con ellos por el tema de los royalties de Parálisis Permanente porque no me reconocen; pero cuando me plantearon reeditar este disco me pareció bien, no se merece caer en el olvido y ser castigado.
Volviendo a las andadas fue su primer trabajo en solitario como Ana Curra y, hasta el momento, el último que tenemos suyo es Huaca, de 2020. ¿Qué ha cambiado en este tiempo? Han pasado muchas cosas cada día y además muy rápidas. Creo que somos más decrépitos, la sociedad está mucho más enferma y va a marchas agigantadas. Huaca es un disco tremendamente oscuro, muy críptico, me encanta… Pero creo que la gente no lo ha conocido, no ha entrado en él, y en eso tiene mucho que ver que vio la luz en la pandemia y se quedó relegado al olvido. Y, al final, pasan los años y hasta eso tiene sentido, porque es un disco visionario, que se adelanta a los tiempos. Quizá por eso fue incomprendido. Ahora estoy en otro momento, tengo otro tono muchísimo más enfadado. Y estoy en el punto al que creo que va a llegar la mayoría de la gente en algún momento, que es ese en el que te pasas al otro lado y ya te rindes al placer porque no hay nada que hacer. Y no lo digo con resignación, sino con total ironía. Ya lo iréis descubriendo, estoy escribiendo canciones nuevas bellísimas, con unas armonías muy bonitas y con unas letras absolutamente pesimistas.
Bailando fue el gran éxito de su época Pegamoide. Siempre ha costado asociarle a una canción así. Me gusta mucho bailar, es una manera de liberación, de resistencia, de desfogarse… Me parece que es una de las necesidades básicas: comer, dormir, bailar y amar.
Su padre acaba de cumplir cien años. Aquí sí que me has tocado la fibra. Es lo más emocionante de todo para mí, esto es lo que más me llena, porque me da inmensas fuerzas tener a mi padre vivo. Y mi prioridad absoluta ahora mismo es estar cerca de él y de mi madre, que también vive, y pasar el mayor tiempo posible con ellos. Está siendo una etapa muy bonita de mi vida.
¿Siente que el tiempo le pisa los talones? Muchísimo. Y me acojono. Y tengo pesadillas por las noches. Y toda esta ansiedad de la que hablábamos al principio viene de ahí, de tener que imaginarme la vida sin él, sin ellos. Por eso, lo que intento es disfrutarlos al máximo, cada día, a cada instante.