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Pablo Alborán: “Nuestra Sanidad es maravillosa y la estamos descuidando. Hay gente que se va porque no puede más”

El cantante está a punto de lanzar un nuevo álbum, ‘KM0′, y debuta como actor en la segunda temporada de ‘Respira’, la serie de Netflix ambientada en un hospital público de Valencia. Pero no deja de cultivar su título de hombre más encantador de España

Pablo Alborán (Málaga, 36 años) es el mejor y el peor entrevistado posible. Es entusiasta, se toma tiempo en sus respuestas y ríe a menudo, pero a la vez, probablemente consciente de que España lleva años buscando una grieta en su imagen de chico perfecto, está dispuesto a blindarla a cal y canto. No tanto porque haya nada que ocultar, sino por el firme convencimiento de que sus grietas no le incumben a nadie más que a él. Hasta el punto de que, en sus entrevistas, es habitual que el propio periodista le ruegue algún titular. Ha posado con diligencia y rapidez para las fotografías, aunque admita que se siente disfrazado si no viste algo que él mismo se pondría “para bajar a comprar el pan”. En su armario tampoco hay demasiadas excentricidades, pero admite haberse gastado dinero en “buenos abrigos que tengo desde hace diez años” y en algún que otro reloj. Durante la entrevista lleva puesto un Rolex, pero al que más cariño tiene es a uno que perteneció a su abuelo y que tendrá, calcula, unos 80 años. Enseguida corrige: “No, ¡qué coño! Tendrá unos 130 años, porque perteneció a la vez al abuelo de mi abuelo”.

Alborán ha dicho “coño”, y esto es importante. Hace unos meses lanzó Clickbait, primer single de su nuevo álbum KM0, más cercana al urban y a la electrónica que las baladas que le han hecho famoso. La produce Alber Hype, que Rolling Stone considera “el arquitecto del sonido latino” y que ha ayudado a construir canciones de artistas en principio tan alejados de la idea general que tenemos de Alborán como Bad Bunny o Kali Uchis. En ella, Pablo también dice “coño”. Dos veces. Y “joder” (“Si me jodiera verlos, me preocuparía”). Solo una vez. Pero el Pablo experimental, si quiere llamarlo así, no es tan nuevo como alguno podría creer: en sus discos ha habido fados, bachatas, electrónica, dance y hasta algo de arabesco. Lo de las palabrotas, sí. En esta entrevista soltará unas cuantas, pero pedirá quitar algunas. Y le hemos hecho caso. Con KM0, afirma, quiere recuperar algo de lo que sentía cuando empezó en la música hace unos 15 años: “No sabía lo que iba a pasar, si iba a gustar o no”.

Solamente tú explotó en YouTube en 2010 y lo que pasó después fueron cuatro millones de discos vendidos, 10.000 millones de reproducciones en streaming y uno de esos fenómenos fan de chicas gritando y persecuciones en la puerta de Los 40 solo comparables con ídolos como Alejandro Sanz o David Bisbal. Todo a base de baladas perfectas que hacían magia en la radiofórmula. “A veces me dicen: ‘Pablo, no te hagas el moderno, quédate aquí’. Y me parece genial. Para gustos los colores, pero también he visto gente que decía: ‘Hostia, qué bien que de pronto te atrevas a hacer algo que a lo mejor sale de nuestra zona de confort’. Porque claro, no es mi zona de confort, es la del oyente. Gracias a Dios he llegado al punto en el que hago lo que quiero. Este disco es muy libre. Tiene una bulería con Vicente Amigo que es impresionante, no ha tocado así en ninguno de sus discos. Hay una salsa, un merengue, flamenco, mucha intensidad, mucho romanticismo y, de pronto, un desmelene de diversión y de viva la vida que me gusta mucho, que es como si uno no tuviera consciencia. Por eso la idea del kilómetro cero, como si no tuvieras condicionantes. Yo te hago hoy Clickbait, mañana una bulería y pasado un baladón de cortarte las venas. Y me siento cómodo así”.

A lo mejor es que ha vendido ya tantos discos que siente que no tiene que demostrar nada. Hay que demostrar algo siempre, y más ahora. Ahora se hacen canciones rápidas, se publican discos rápidos, se olvida todo rápido. Las canciones, las películas, los artículos... Todo es fugaz, no solo el sector de la música, y precisamente por eso creo que hay que trabajar tres veces más.

Ese posicionamiento de defender el romanticismo en estos tiempos cínicos es interesante. Es más necesario que nunca. Hoy, todo lo que sea mostrarte humano o frágil provoca un rechazo total. “Soy de piedra, no me afecta nada, no me duele nada y a mí que me dejen y que le den por saco”. Hay un poco esa filosofía de que no pasa nada, ¿sabes? Y nos pasa de todo. No me creo que la gente no sea sensible.

“El romanticismo es más necesario que nunca. hoy, todo lo que sea mostrarte frágil provoca un rechazo total”

Usted fue de esos últimos artistas que vendió muchos discos, una especie de bisagra antes del streaming. ¿Ha notado el cambio de paradigma y la dictadura de las playlists? Sí, es horrible. He sentido la presión con los números. Y las compañías también. Yo, en cuanto alguien me dice cualquier cosa referente a un número, le digo con todo el amor del mundo que la conversación se acaba. Soy el primero que quiere que mi música funcione, pero ¿qué es funcionar? Lo preocupante es que no vengan a un concierto. Venimos de hacer una gira en Estados Unidos y no he estado en ninguna lista. Dejemos de transmitirle a la gente, sobre todo a la que está empezando, que eso es el éxito. Me parece muy peligroso.

Usted esto ya se lo sabe, que empezó en YouTube. ¡Es que a mí no me querían en la radio!

Vivir al margen de números o listas no le vendría de nuevas, entonces. A mí me cuidan un montón, noto muchísimo cariño, respeto y apoyo por parte de las plataformas, pero que no es mi obsesión. Mi obsesión es que lo que haga esté bien hecho y nunca estoy conforme.

No se ha rendido usted a la dictadura de la canción de dos minutos y medio, entonces. ¡Si el disco tiene una que dura diez!

Me sorprendió que dijese en una entrevista que le encanta Teo Lucadamo, alguien con un estilo tan alejado al suyo. Me encanta Teo, me encanta. ¡Y lo conocí sin saber que era hijo de Aitana [Sánchez Gijón]. Luego trabajé con Aitana en la serie, pero no lo sabía. Y de repente le digo: ¡acabo de descubrir que tu hijo es Teo Lucadamo! Me llamó hace poco para hablar de cosas de música, lo admiro mucho. Me parece que todo lo que sea así de disruptivo es súper guay.

“Yo te hago hoy ‘Clickbait’, mañana una bulería y pasado un baladón de cortarte las venas. y estoy cómodo así”

¿Por qué en el cartel de su próxima gira, Global Tour, sale usted de niño? Le dimos muchas vueltas y de repente me pareció interesante esa idea de que un niño pequeño actúa sin pensar, por impulso, por intuición. Aunque no lo sepa. Es un poco como me siento ahora y como quiero vivirlo todo a partir de ahora. Y además me parece un cartel muy chulo. Parece que estoy celebrando un gol.

Hay otra cosa que Pablo está celebrando, aunque sepa que las reacciones pueden ser enfrentadas. En breve veremos su debut como actor en la segunda temporada de Respira (Netflix), papel que le llegó como una señal. “Es muy bestia. Yo acababa de llegar de acompañar a un familiar que pasó por un trasplante de médula y por quimioterapia y se ha curado. Y estaba en mi casa, en el estudio, empezando a escribir, y me llamó [su representante] Antonio Rubial y me dijo: Pablo, te quieren hacer una prueba para Respira. Y yo: ‘Antonio, ¿es la serie del hospital público de Valencia? ¡Que vengo de Valencia, de un hospital público de Valencia!”.

¿Está preparado para que las críticas lo pongan a parir y le llamen intruso? Sí, va a ocurrir, es normal. Pero me he preparado para ese papel y para lo que venga y respeto muchísimo la profesión. Por favor, míratela hasta el final. Que lo que mejor me sale está al final. Viéndola hace poco les pregunté: “¿No podemos volver a rodar todo lo del principio?”.

A raíz de este episodio familiar ha defendido con ahínco la sanidad pública. En un momento tan polarizado, alguien lo verá como una arenga política. El que lo piense y quiera politizarlo es un ingenuo. Nuestra sanidad es de las cosas más maravillosas que tenemos y la estamos descuidando. Hay gente que se está yendo porque no puede más. Y politizarlo todo es un síntoma de ingenuidad y de falta de empatía. Te estoy hablando de algo concreto, no del PP, ni del PSOE ni de Vox ni de su puta madre.

“No hay una manera correcta de salir de ningún armario o de decir quién eres”

Podrían argumentarle que unos partidos la protegen más que otros. Pero es que yo defiendo la dignidad del que está pasando más de 100 horas semanales de guardia sin dormir. Y al final, seas del partido que seas, el color de tu piel... Al final tú vas a exigirle a esa persona que te salve. Como si fueran superhéroes. A eso me refiero.

Esta imagen suya tan amable, tan correcta, ¿no se convierte en una prisión si un día se levanta con el pie torcido? Tengo mis días, ¿eh? Y se puede convertir en una prisión, pero no estoy dentro. Yo no soy maleducado, es lo único que te puedo decir. Puedo tener muy mala hostia y te diré: “Tronco, tengo un día de mierda, estoy jodido”. Pero nunca me voy a cagar en nadie. Soy educado porque me lo han enseñado así y porque quiero que lo sean conmigo. Lo que no tolero, por ejemplo, es la gente que dice: “Es que yo soy así”. Pues cambia, guapa. Te tiene que importar lo que siente el otro. Mi madre siempre me dice: “Hijo, nos ha tocado. Hay gente a la que le importa una mierda lo que sientan los demás”. ¡Estoy diciendo muchas palabrotas! Luego las quitas, por favor.

Es muy activo en Instagram y está también en TikTok. ¿Cuál es su relación con las redes sociales? Es una adicción y lucho por no tenerla. Porque me di cuenta de que hay veces que no tengo nada que publicar y publico estupideces. Y me pregunto: “¿A quién le interesará esto?”.

A casi ocho millones de seguidores, aparentemente. Eso no lo sabes, no sé yo hasta que punto les interesa. Hace poco tuve como dos semanas así de estar en mi casa tranquilo. Y me quité las redes. Porque me di cuenta que los dos primeros días me pasaba una o dos horas pegado al TikTok.

Creo que lleva 28 o 29 nominaciones a los Grammy y ninguno ganado. Tal vez se convierta en el cantante con más nominaciones y sin ningún galardón. Me encantaría. ¡Ese récord ya lo tengo!

A ver si ahora le dan uno y se decepciona... No, a mí me encantaría tener algún Grammy, porque creo que los premios son un reconocimiento a más cosas, no a ti como persona, también a toda la gente que hay detrás. Pero si no llega y me sigue yendo igual de bien, toco madera por que no venga nunca.

“Nuestra sanidad es de las cosas más maravillosas que tenemos y la estamos descuidando. Hay gente que se va porque no puede más”

¿Qué premio le hace más ilusión tener? El Goya. Es el único que tengo puesto en el salón.

Si uno repasa su carrera, las letras son siempre sin género. Sí, es buscado. Hombre, si yo hablara, hablaría en masculino, pero he estado con mujeres también, así que también podría hablar en femenino. Pero no sé, me nace así. A mí me gusta que una mujer se sienta identificada con lo que estoy contando, y un hombre heterosexual también. Me parece bonito que las canciones sean libres en ese aspecto. Y luego tampoco es tan importante. A mí no me condiciona, pero si me condicionara, pondría lo que me sale, hablaría en masculino sin problema.

¿Cambió mucho su carrera tras aquel vídeo de 2020 en el que dijo: “Soy homosexual”? Mi carrera, no. Pero frente a la prensa, sí. Años después aún había una obsesión con ese tema. Y no hay un tema, ni lo ha habido nunca. Me da que pensar ese interés de la prensa por buscar una razón oscura. Eso me jode. Me molesta. Porque mi intención era muy pura: te cuento esto como te cuento que tomo café. Si esa información es relevante o no hay que preguntárselo a quién considera qué es o no relevante. Para mí, no lo es.

Algunos le acusaron de contarlo en ese vídeo y no volver a hablar de ello nunca. ¡Por supuesto que no! ¿Por qué? Es como si te digo que soy castaño. ¡Ya está! Es que precisamente mi lucha ha sido la de darle normalidad. Nunca he hablado de mi vida privada, de con quién me acuesto o con quién no. Creo que es importante, precisamente, mostrarle a la gente que eso no supone un cambio en mi vida. Ni lo supondrá. Entonces no entiendo por qué, mientras ciertos sectores de la prensa me han cuidado mucho, otros buscan drama, oscuridad y una vuelta de tuerca. No la van a encontrar.

Tal vez interesaba el sufrimiento que se intuía detrás de eso. Todos recordamos a Bertín Osborne hablándole de las “chavalitas” y a usted ahí, asintiendo... No, pero yo he estado con chicas.

O sea, en ese momento no mentía. Jamás he mentido. Y de hecho, después de decir que soy gay también he vuelto a estar con una mujer. Porque sexualmente me lo he pasado bien de muchas maneras. Pero de eso hablo, ¿ves? De esa obsesión. Podemos charlar de esto ahora, pero luego, cuando se publique, cuando la gente lo lea, cuando un programa de televisión saque un titular, habrá un interés desde algún lugar, que no sé cuál es, que no hace ningún favor a la comunidad. Porque no le está dando naturalidad a nada. Creo que es muy peligroso cuando, tanto desde un sector como de otro, que ya me molesta que haya sectores, se dictamina lo que uno tiene que hacer. No hay una manera correcta de salir de ningún armario o de decir quién eres. Y respecto a lo que parece uno, lo que no parece, si su música es gay, si no lo es, si tú eres muy masculino... Me parece el mismo horror que cuando pretendes ser un machote y no puedes salir de ahí: hay muchos que quieren cantar baladas, cantarle al amor, y no pueden. Creo que la libertad es otra cosa.

¿Recibió mensajes de otros artistas que lo han pasado parecido? ¡Recibí mensajes de todo dios! Y hubo cuatro millones de seguidores que llegaron y diez mil que se fueron. ¿Y qué se comentó? ¡Ha perdido diez mil seguidores! ¡Fíjate la homofobia que está sufriendo! Hay una obsesión por que todos vivamos un drama. Y yo no lo he vivido. Cuando veo a alguien feliz me alegro, pero otros te ven sonreír y sospechan. Te dicen: “No, en realidad estás triste”.

Intente explicarme cómo es eso de tener millones de fans. Te voy a dar un ejemplo: desde que he hablado de lo de la donación de médula, el club de fans de Argentina, de Chile y de México han organizado donaciones de sangre, de médula y de órganos. Y se han ido a la calle. Y en mi nombre han organizado, a través de otras asociaciones, donaciones. Eso me parece brutal.

Debe de ser asombroso tener ese poder. Pero yo no me doy cuenta de que lo tengo. Cuando veo que hacen cosas buenas, que yo no he pedido que hagan, me digo: joder, qué guay que siga ahí toda esa gente.

¿Son ahora sus fans diferentes a cuando empezó? Han crecido. Han tenido sus hijos, se han casado, se han divorciado. Es muy guay vivir nuestras épocas en paralelo. Y llegan y me dicen: “¿Te acuerdas de donde trabajaba? Pues me he cambiado”. Pero también siguen ahí los que se lo toman con más pasión. El otro día hice un podcast y en la puerta me arrancaron la camiseta. Y ahí dije: ‘Mira, ya no tengo edad para esto’.

¿Quién es la persona que más le ha impresionado conocer? Javier Bardem. Pero todo el mundo me sorprende. Soy muy groupie. En la fiesta de Netflix estaba como Belén Estaban, acercándome a todo el mundo. Por eso cuando le ocurre a alguien conmigo, lo entiendo. Y no le doy tanta importancia. Esa figura es una cosa y la persona es otra.

Como malagueño, ¿cómo vive lo que le está pasando a su ciudad con el turismo descontrolado? No puedo hablar mal del turismo, porque es lo que da de comer a mucha gente. Pero sí me preocupa que muramos de... ansia y de gloria. Y que los malagueños no puedan tener una vivienda, porque está todo invadido. El otro día me lo preguntaron en un medio malagueño, en un hotel internacional en el centro de Málaga. Y en los comentarios ponía: “¡Y esto lo dice en un hotel, con dos cojones!”. Y pensé: pues tienen toda la razón.

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