“Nos mantiene despiertos”: la nicotina es la última obsesión de la ultraderecha estadounidense para mantener la hombría
Una nueva oleada de virilidad que se extiende por los sectores más conservadores de Estados Unidos ha encontrado en las bolsas de nicotina su nuevo producto estrella, un saludo a aquel viejo vaquero de Marlboro que representaba valores que se creen perdidos
Aunque el consumo de las bolsas de nicotina, conocidas como nicotine pouches, es todavía muy limitado en España, su poder adictivo preocupa a la Comisión Europea, que reconoce que ante el vacío legal existente, y ante la ausencia de tabaco en estas bolsas, no hay ninguna directiva específica que regule su uso. Stacey Kennedy, presidente de Philip Morris, asegura que los números han crecido respecto a las expe...
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Aunque el consumo de las bolsas de nicotina, conocidas como nicotine pouches, es todavía muy limitado en España, su poder adictivo preocupa a la Comisión Europea, que reconoce que ante el vacío legal existente, y ante la ausencia de tabaco en estas bolsas, no hay ninguna directiva específica que regule su uso. Stacey Kennedy, presidente de Philip Morris, asegura que los números han crecido respecto a las expectativas que se tenía para esta campaña gracias a la venta de bolsas de tabaco, pues la demanda de bolsas Zyn (la marca más conocida) en Estados Unidos aumentó un 66% en el tercer trimestre del año pasado.
El universo político estadounidense ha politizado su uso y lo ha vinculado a una hombría que considera en peligro. No es la primera técnica que intenta hacer que el hombre vuelva a ser un hombre en un mundo, según ciertos sectores de la ultraderecha, consumido por el feminismo y la llamada cultura woke: antes estuvieron los bronceadores de testículos o las fiestas de testosterona. Tucker Carlson, polémico expresentador estrella de Fox News, es considerado el primer zynfluencer. “Cuando dejó de fumar, apostó por los chicles de nicotina. Desde hace un par de años, confía en Zyn. Asegura que le ayuda a pensar con claridad. Tanto él como muchos conservadores señalan que ahora los demócratas quieren legalizar la marihuana, pero siguen yendo en contra de la nicotina, que, según piensan ellos, es la que nos mantiene despiertos y nos ayuda a alcanzar objetivos”, explica el periodista David Weigel al portal de la radio pública estadounidense, NPR, al hablar acerca de cómo las bolsas de nicotina se han convertido en la última batalla política.
Pero no es Carlson el único que exalta las supuestas bondades de Zyn: quienes recurren a estas bolsas, que al colocarse detrás del labio, hacen que la nicotina se absorba a gran velocidad hasta elevar la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, aseguran que libera la mente e incrementa tanto la productividad, como la potencia sexual. Así, los nicotine pouches se han convertido en parte de una visión masculinizada y ultra viril de la salud que, como señala un artículo del medio Vox, hace del culto al cuerpo y de estas bolsas de nicotina sus armas para ser más sexuales y productivos.
En busca de la masculinidad ¿perdida?
Estas bolsas, que se inspiran en un producto derivado del tabaco llamado snus, muy popular en Suecia, contienen un estimulante altamente adictivo y se han popularizado en industrias vinculadas con las finanzas y la tecnología. Desde iconos del espectro techie, como Elon Musk, hasta el polémico y misógino influencer Andrew Tate, el mensaje que todos están mandando es el de que de la mano de estimulantes y el culto al cuerpo es posible recuperar el dominio absoluto que, según sus creencias, la sociedad y el feminismo les están robando. “Muchos hombres machistas tienen miedo a perder su poder y privilegios, desde los cibermisóginos del amor hasta los coaches del éxito neoliberal, pretenden agarrarse con fuerza al patriarcado de siempre y a un poder caducado que da sus últimos coletazos, algo que sin duda, habla de sus complejos y miedos”, explica Erick Pescador Albiach, sociólogo, sexólogo y especialista en “desarrollo de la cultura del cuidado”. “Ese discurso que algunos hombres hacen virales en la redes y que vende la idea de alcanzar tu mejor versión me recuerda a la cantidad de hombres frustrados, deprimidos o al borde del suicidio que este sistema ha creado y destruido. Es el peor de los discursos machistas, que además se pelea con el feminismo”.
“La izquierda está promocionando la marihuana entre sus hijos, pero no les permiten consumir ni tabaco, ni aquellas alternativas con nicotina que no causan cáncer. ¿Por qué odian la nicotina? Porque libera tu mente, mientras que el THC te vuelve dócil y pasivo”, argumenta Tucker Carlson en Fox News. No contento con sus declaraciones, ha confesado que él tiene las bolsas de Zyb en la boca hasta segundos antes de cerrar los ojos en la cama y es incapaz de comprender por qué la izquierda está en contra de la nicotina. “Puede ser mala para algunos, pero no para todos, y de hecho tiene muchos beneficios médicos que han sido documentados. Incrementa tu capacidad mental, tus niveles de testosterona y puede luchar contra el alzhéimer y el párkinson, por lo que no entiendo qué problema tienen”, ha dicho. “Temen una sociedad en la que un hombre se despierta por la mañana, bebe café solo, se pone una bolsa de Zyn bajo el labio y se enfrenta al mundo”, explicó Greg Price, director de comunicaciones de la organización ultraconservadora State Freedom Caucus Network. “Un hombre que tiene en sus venas nicotina, proteínas, cafeína y creatina es una fuerza imparable. Imaginad si Joe Biden fumara un par de puros al día. Tal vez sabría por dónde caminar cuando termina sus discursos”, añadió.
La paradoja de la masculinidad
Al parecer, los John Wayne de 2024 han hecho del entrenamiento y de las bolsas de nicotina las nuevas armas de su virilidad y han decidido que el ejercicio físico (¿acaso es casualidad que Mark Zuckerberg se haya obsesionado con los músculos?) es la mejor manera de recuperar la masculinidad. “El culto al cuerpo siempre ha sido un valor clásico de la masculinidad que mercantiliza al hombre, ya sea militarizándolo o poniéndolo a producir con su cuerpo”, explica a ICON Manuel Gare, autor de Macho, un ensayo-memoria sobre masculinidad que transita por el mundo del deporte, la cultura laboral, el éxito, el fracaso y los silencios de los hombres. “Si al trabajo y la guerra le sumamos el poderío físico del deporte, tenemos los tres pilares sobre los que históricamente se ha dado sentido al hombre en nuestras sociedades. Pero ahora el hombre ya no ocupa todas las posiciones de poder y su relación con el otro sexo ha cambiado. Para algunos es una liberación, pero para otros lo que queda es una sensación de vacío y de estar fracasando en su masculinidad. Ante esa falta de respuestas, muchos vuelven al cuerpo”.
Cuando hablamos con él acerca de la curiosa vinculación entre los estimulantes, la adrenalina y la masculinidad, reconoce que cree que se trata de una divertida contradicción. “Implica asumir que no eres un hombre completo y que necesitas suplementos y agentes externos para demostrar que, efectivamente, lo eres. Es la eterna paradoja de la masculinidad: exagerar nuestra hombría hasta el extremo y demostrar a los demás constantemente que somos hombres mientras vivimos asustados por no serlo lo suficiente”, señala.
Pescador recalca que el modelo tradicional y tóxico de masculinidad se fundamenta en el poder, en la fuerza y en “aguantarlo todo”. “Esos estimulantes naturales y artificiales conceden la ilusión de ser capaces de poder con todo, pero es una fantasía. Sabemos que no es más poderoso el hombre que más aguanta, sino el que más conoce sus emociones y debilidades. Estos cibermachistas proponen inconscientemente lo opuesto”.
Cuando el canal de televisión estadounidense MSNBC publicó en X que “la obsesión de la extrema derecha con el fitness se está digitalizando”, Elon Musk respondió que “MSNBC cree que si entrenas, eres nazi”.
En este intento por politizar también el deporte emergen estudios como el puesto en marcha por la Brunel University (Londres), que señaló que los hombres musculados tienden a apoyar menos la igualdad económica y social.
El portal Vox habla de que la última visión de la masculinidad exige que los hombres luzcan atractivos y estén en forma, pero también sean capaces de desempeñar cualquier actividad con productividad, energía y eficiencia. “La mascuzynidad [juego de palabras entre masculinidad y la marca Zyn], en lugar de ser estoica y silenciosa, consiste en esforzarse, hacer ejercicio y apostar por una superación personal incesante. El nuevo modelo de masculinidad se centra intensamente en lo que los hombres introducen en sus cuerpos: la nicotina, las proteínas, la cafeína y la creatina”, escribe la periodista Anna North en la pieza de Vox.
“Esta idea responde el terrible eslogan neoliberal de “sé la mejor versión de ti mismo”, o lo que es lo mismo: sé el mejor, el que compite y gana. No bajes la guardia, supérate siempre y sé más y mejor que los otros; más hombre, más macho, más viril, triunfador… Y eso se muestra al mundo con el six pack y con los bíceps”, añade Pescador Albiach.
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