Un cadáver azulado, una gerente de McDonald’s, Marilyn y Lennon: la última secta que obsesiona a los espectadores
‘El culto Love Has Won’, documental de HBO sobre la secta que terminó con el descubrimiento de un cadáver azulado en 2021, mezcla fantasías paranoicas con las duras realidades de los que se consideran olvidados por el sistema
El 29 de abril de 2021, una patrulla entró en una casa de Crestone, un pueblo del condado de Saguache en Colorado y durante el registro se encontraron un cuerpo momificado en una habitación. Bajo varias mantas de colores vivos y cubierto de peluches de conejitos se podía adivinar un rostro azulado que no parecía humano. La habitación estaba decorada como un dormitorio infantil (en las paredes había dibujos de arco iris y corazones). La policía creyó que le faltaban los ojos, pero lo ciert...
El 29 de abril de 2021, una patrulla entró en una casa de Crestone, un pueblo del condado de Saguache en Colorado y durante el registro se encontraron un cuerpo momificado en una habitación. Bajo varias mantas de colores vivos y cubierto de peluches de conejitos se podía adivinar un rostro azulado que no parecía humano. La habitación estaba decorada como un dormitorio infantil (en las paredes había dibujos de arco iris y corazones). La policía creyó que le faltaban los ojos, pero lo cierto es que estaban tan hundidos que apenas se adivinaban. El forense certificó que llevaba varias semanas muerta y la identificó como Amy Carlson, de 45 años. Esa era su identidad en el mundo 3D (mundo tridimensional), como denominaban a la vida real las siete personas que en aquel momento convivían con el cadáver.
Para ellos, ella era Madre Dios, la reencarnación número 534 de una deidad con más de 19.000 millones de años que había dado a luz a toda la creación y previamente se había reencarnado en figuras como Jesucristo, Juana de Arco o Marilyn Monroe. Su misión en el siglo XXI era sacar a 144.000 creyentes de la realidad superficial de nuestro mundo tridimensional y llevarlos a la quinta dimensión. Para lograr su propósito contaba con la ayuda de un grupo de figuras llamadas los Galácticos con los que se comunicaba regularmente y que incluían a John Lennon, Michael Jackson y el cómico Robin Williams, su principal interlocutor.
Una vez completado su plan, la Madre había ascendido. El informe del forense fue menos poético: achacó su fallecimiento a una mezcla de “abuso de alcohol, anorexia e ingestión crónica de plata coloidal”, un supuesto antibiótico natural que demostró ser altamente tóxico y es el responsable del color azul de su cuerpo.
La descabellada historia de Carlson y sus acólitos es el eje del documental El culto Love Has Won, producido por los hermanos Safide, responsables también de La gran estafa de los teleoperadores y dirigido por Hannah Olson (en España se puede ver en HBO Max). A lo largo de tres capítulos, Olson coloca ante la cámara a familiares de Carlson y de sus seguidores, también a los miembros del culto que siguen activos y difundiendo la divinidad de una líder cuyas teorías conocemos gracias a los miles de vídeos que volcaron en YouTube.
“Me interesa mucho el auge del pensamiento conspirativo encarnado por Donald Trump y la gente que le sigue”, declaró Olson a Vulture tras el estreno del documental. “Esos sujetos se perdieron a través de las grietas de nuestro sistema social de una manera que es familiar para mí, que crecí en el Medio Oeste: sin acceso a la atención médica, sin acceso a la atención de salud mental”.
Esa era la característica principal de los seguidores de Carlson: todos habían buscado respuestas a preguntas que no siempre las tienen y la frustración les había llevado a la conspiranoia y a la web de Carlson. El culto a la Madre Dios contaba con algo más de una docena de fieles fijos que vivían por y para satisfacer las necesidades de su líder, pero alcanzaba a unas doscientas personas y se ramificaba por tres continentes. La principal pregunta a la que el documental trata de responder es: ¿cómo una alegre gerente de un McDonald’s de Texas se convirtió en un cuerpo momificado velado como una deidad?
Una conciencia vibratoria superior
Carlson había tenido una infancia corriente. Era la mayor de tres hermanas y sus padres estaban divorciados. Su paso por la escuela y el instituto había sido tranquilo y discreto. Fue una buena estudiante con interés por la estética que pronto prosperó en un McDonald’s local del que en un año ya era gerente. Le gustaba la gestión y también los hombres que no la trataban demasiado bien. A los 20 años era una madre soltera con tres hijos de tres padres distintos que empezaba a desarrollar una afición por la bebida y lo esotérico, un mundo que había descubierto gracias a los foros de pensamiento espiritual de un todavía primigenio Internet.
En uno de ellos conoció a un hombre que se hacía llamar Amerith WhiteEagle, viejo hippie que le dijo lo que ella quería escuchar: estaba en la Tierra con un fin. Dejó McDonald’s y a sus tres hijos sin avisar a nadie y se fue a vivir con Amerith. Se sentaban a la puerta de una ruinosa cabaña entre restos de basura y botellas vacías, hablaban de ovnis y de abandonar este mundo para alcanzar “la conciencia vibratoria superior”. Amy era consciente de que la única manera de difundir su mensaje de amor y espiritualidad eran las redes sociales y para ello fundaron el Diario galáctico gratuito donde grababan vídeos con música de Alan Parsons Project.
Los directos en las redes sociales recayeron en los arcángeles, dos universitarias cuyas charlas mezclaban gritos de “el amor lo puedo todo” con habituales loas a Hitler
Carlson aspiraba a más. No tardó en considerar que ella era la única Madre Dios pero había muchos Padres de Dios, así que abandonó a Amerith y empezó a forjar su propia red de adeptos. El primero en llegar fue Miguel Lamboy, conocido como “el arcángel Lamboy”, un neoyorquino con maneras de oficinista que empezó a dar forma a los cimientos de lo que se acabaría conociendo como Love has won (”El amor ha ganado”). Él fue el segundo Padre de Dios. “Siempre había un Padre de Dios, no pasaba ni dos minutos sin uno”, afirma una de sus antiguas seguidoras en el documental. El tercero fue Andrew, un guapo veinteañero que llegó a la web de Carlson mientras luchaba contra la adicción a los analgésicos. Buscaba información sobre las teorías conspirativas del 11-S, los alienígenas, el Antiguo Egipto y los Illuminati, una miscelánea habitual y común en la mayoría de las sectas de nuevo cuño y de movimientos como Qanom, el grupo a la derecha de la ultraderecha que difundió la idea de que Hilary Clinton se alimentaba de sangre de bebé y John John Kennedy iba a resucitar para ser vicepresidente junto a Donald Trump.
Los devotos compartían el desengañado ante un sistema que no satisfacían sus expectativas y la necesidad de hallar un refugio tras graves problemas de salud, adicciones o rupturas sentimentales. “Buscaban una razón por la que sus vidas no habían acabado siendo lo que ellos pensaban”, manifiesta Olson. Y no hay un elemento más cohesionador que los miedos comunes y la certeza de que uno sabe cosas que el resto desconoce.
Una familia Manson de andar por casa
En torno a Carlson se reunió un grupo bastante homogéneo. Casi todos eran jóvenes, entusiastas y con cierto atractivo, una versión 2.0 y menos dramática de la Familia Manson. Como suele ser habitual en los cultos, nada resultaba agresivo al principio. Se respiraba amor y espiritualidad. Cuando Andrew, otro de los protagonistas del documental, se convirtió en el nuevo Padre de Dios, empezó a aportar mensualmente los setecientos dólares que cobraba de subsidio para comprar comida y marihuana. “Estábamos colocados desde que nos levantábamos hasta que nos acostábamos”, declara él mismo ante la cámara.
Otro seguidor sacó todo del banco el dinero de su jubilación y se lo entregó a Carlson. Las restricciones no tardaron en llegar. Poco después de incorporarse al grupo se les animaba a cortar los lazos con los miembros de su familia que no fueran solidarios y se les controlaba la ingesta de alimentos y el horario de sueño. Durante semanas comieron únicamente avena y dormían cuatro horas. También las relaciones sexuales: estaba prohibido que se relacionasen entre ellos y se esperaba que llevasen una vida célibe. Su misión era estar siempre alerta a las necesidades de Carlson y alimentar la web de Love has won con publicaciones en redes sociales, vídeos, artículos y, la principal vía de financiación, la venta de artículos.
Cuando Carlson dejó de aparecer en los vídeos los miembros de la secta lo justificaron alegando que su “vibración empezaba a ser tan alta que podría provocar que los espectadores explotasen”
En su web se podían adquirir desde jabones a sudaderas, también plata coloidal que fabricaban ellos mismos y sanación. Aseguraban que Carlson podía curar desde la depresión al cáncer, e incluso realizar “cirugías” espirituales. La Madre Dios, mientras tanto, compraba ropa y joyas, bebía de manera desproporcionada y empezaba a manifestar comportamientos agresivos que se incrementaron con la llegada de un nuevo Padre de Dios. Esta vez no era un anciano hippy ni un joven confuso, sino un guapo y oscuro expresidiario que llegó a la casa con un localizador electrónico en el tobillo. Carlson despachó al antiguo Padre de Dios nombrándolo Padre del Multiverso.
El nuevo Padre
Jason Castillo, un técnico de mantenimiento que al igual que Carlson había abandonado su trabajo y a sus cuatro hijos, comenzó a tomar el control de la casa y a intimidar al resto. Trataron de darle esquinazo huyendo a Oregón, pero les siguió y volvió a liderar la casa ante una cada vez más agotada Madre Dios. Alimentada únicamente con alcohol y plata coloidal, ya no podía moverse. La transportaban en brazos y pasaba horas sentada en la ducha.
Los directos en las redes sociales de Love has won recayeron en los ”arcángeles”, dos guapas universitarias cuyas charlas ante las cámaras podrían pasar por las de cualquier influencer, excepto porque su mensaje era racista, homófobo y antisemita. Los gritos de “el amor lo puedo todo” se mezclaban habitualmente con loas a Hitler. A veces se juntaban ante la cámara hasta diez miembros que aplaudían y cantaban, fumaban marihuana y bromeaban sentados sobre alfombras y cojines.
Cuando Carlson dejó de aparecer lo justificaron alegando que su “vibración empezaba a ser tan alta que podría provocar que los espectadores explotasen”. La falta de presencia de Amy en los vídeos alarmó a su familia, que contactó con el programa del Dr. Phil, un antiguo colaborador de Oprah Winfrey. La conexión no sirvió para tender puentes pero su debilidad alertó a su familia, que habló con la policía, aunque esta les dijo que no podían hacer nada. Según se supo después, Carlson había intentado pedir ayuda a la medicina tradicional, pero sus seguidores la disuadieron asegurando que en un hospital estaría expuesta a las fuerzas del mal que llevaban miles de años intentando asesinarla.
La policía sí acudió a la llamada que en abril de 2021 les había alertado de la presencia de un cadáver en una casa. Quien llamaba era Miguel Lamboy, antiguo Padre de Dios y responsable de los primeros pasos de la secta y, según acusan hoy el resto de los miembros, de la desaparición de los miles de euros que había en la cuenta de Love has won. Lamboy reveló a la policía que cuando Carlson había comenzado “su ascensión” sus seguidores le habían puesto un sombrero y unas gafas de sol y había recorrido mil doscientas millas con su cuerpo sentado en el asiento delantero de la furgoneta para trasladarla de Oregón a Colorado, el lugar en el que supuestamente una nave espacial alienígena la recogería.
No apareció. Tan solo apareció la policía. Aunque esa noche se llevaron a todos los habitantes de la casa detenidos, los cargos fueron desestimados y quedaron libres. Durante un tiempo estuvieron vigilados por miedo a que sus acólitos, al igual que los de la Puerta del Cielo (en 1997, 39 miembros protagonizaron un suicidio colectivo), intentasen acompañar a su líder en la ascensión. Pero simplemente se dedicaron a seguir con su prolífica producción de vídeos, ya bajo otros nombres. Para las sectas del siglo XXI, parece, no hay peor muerte que desaparecer de las redes sociales.
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