El último gran misterio de la mente: ¿eres de los que escuchan una voz en su cabeza o de los que no?
El habla interna, o sea, poner en orden pensamientos e ideas que suelen aparecer en nuestro cerebro con nuestra propia voz, es habitual para muchos. Pero varios estudios han analizado cómo funciona la mente de las personas cuyo flujo de pensamiento funciona al margen de las palabras
Sara tenía 29 años cuando descubrió que algunas personas escuchaban voces en su mente. “En una conversación con amigos, alguien mencionó algo que había leído en Twitter sobre personas a las que su cerebro les hablaba constantemente. Me sorprendió, y me pareció una cosa absolutamente perturbadora que yo no soportaría nunca. Pero, por lo demás, nunca me había dado cuenta”. Para muchos, el habla interna es una presencia tan constante y familiar como los latidos del corazón o los rugidos de hambre en el estómago a determinadas horas del día. Pero hay quien afirma no experimentarla nunca.
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Sara tenía 29 años cuando descubrió que algunas personas escuchaban voces en su mente. “En una conversación con amigos, alguien mencionó algo que había leído en Twitter sobre personas a las que su cerebro les hablaba constantemente. Me sorprendió, y me pareció una cosa absolutamente perturbadora que yo no soportaría nunca. Pero, por lo demás, nunca me había dado cuenta”. Para muchos, el habla interna es una presencia tan constante y familiar como los latidos del corazón o los rugidos de hambre en el estómago a determinadas horas del día. Pero hay quien afirma no experimentarla nunca.
“En lugar de palabras, se parece más a una sucesión de imágenes y sensaciones que se van organizando en mi cabeza”, explica Sara acerca de cómo percibe su flujo de pensamiento. “Si planeo mi día, por ejemplo, veo detalles como una línea de metro, su color específico, el lugar al que me dirijo o incluso la cara de la persona con la que voy a encontrarme. Quizá si estoy en una situación de estrés tengo que forzar una narración interna, generalmente en voz alta. Pero me pasa muy pocas veces”.
La revelación sobre la ausencia de voz interior en algunas personas se viralizó en 2020. Un usuario llamado @KylePlantEmoji escribió en X, antes Twitter: “Dato curioso: algunas personas poseen una narrativa interna y otras no. Es decir, los pensamientos de algunos se manifiestan como oraciones que escuchan, mientras que otros simplemente tienen pensamientos no verbales abstractos y necesitan verbalizarlos conscientemente. La mayoría de la gente desconoce la existencia del otro tipo de persona”.
El post generó miles de respuestas y mucha gente empezó a cuestionar la naturaleza de su propio pensamiento interior. Una joven entrevistada por el New York Post a raíz de este debate confesó que desconocía la existencia del diálogo interno hasta que vio el mensaje. “Si hablo conmigo misma, lo hago todo en voz alta”, afirmó. “Si me esfuerzo por plasmar mis pensamientos en palabras, entonces se manifiestan como tal, pero por lo demás, es abstracto, como una nube de sentimientos y pensamientos sin palabras conscientes definidas”.
¿Es posible no tener voz interior? “Sí, es posible”, afirma Russell T. Hurlburt, psicólogo pionero en el estudio de la voz interior y la experiencia subjetiva, en conversación con ICON. Lleva 50 años investigando este asunto. Cuando empezó “el mundo era un lugar muy conductista” en el que además no había teléfonos móviles. Por ello, tuvo que inventar un dispositivo que pudieran llevar consigo durante todo el día aquellos que aceptaban participar en un experimento destinado a explorar lo que ocurría en sus mentes. “Todos quieren saber qué ocurre dentro de la cabeza de los demás. Es como cuando enciendes la televisión y preguntan a un jugador en qué estaba pensando justo antes de marcar el gol que llevó a su equipo a la victoria. Me di cuenta de que esa pregunta no se formulaba correctamente ni se respondía de manera adecuada”.
El método científico que inventó se llama Descriptive Experience Sampling (Muestreo Descriptivo de Experiencias). Los participantes llevan durante todo el día una especie de busca que emite pitidos aleatoriamente. Al escucharlo, anotan lo que sucede en su mente en ese instante concreto. Después, en consulta, comparten sus registros con el psicólogo y analizan qué fenómenos internos predominan en su mente: “Al principio, les cuesta mucho detallar su experiencia interna en un momento exacto. Describen reflexiones de minutos atrás, o las razones detrás de esos pensamientos. Es un ejercicio que como cualquier otra disciplina requiere práctica”.
A lo largo de los años, este científico, que aún ejerce como investigador en la Universidad de Nevada, ha descubierto varias cosas. Primero, que las personas habían mantenido un diálogo interno durante el 26% del tiempo en que fueron muestreados. “Algunas no lo tienen en ningún momento, y otras casi todo el rato”, apunta. En segundo lugar, que la gente, en realidad, no sabe lo que ocurre en su mente. “Existen individuos que afirman tener un extenso diálogo interno, cuando en realidad tienen poco o ninguno, y viceversa”, explica. “Comprender lo que realmente sucede en nuestra mente, sin haberlo explorado antes, es tan complejo como intentar describir un sueño”.
Los estudios sobre cómo pensamos las personas y cómo experimentamos nuestro propio pensamiento han revelado que el proceso mental puede ser muy diverso. Algunas personas tienen un monólogo interno fuerte y constante, y otras piensan de manera más visual o abstracta. En 2017, un estudio de NeuroImage arrojó luz sobre cómo, incluso cuando estamos pensando en palabras, nuestra mente también puede estar generando imágenes visuales. Otro estudio midió la cantidad de personas que escuchaban una voz interna al leer: un 80%, de entre los cuales un 35% las escuchaban siempre, y un 45% a menudo. Además, solo algunos participantes afirmaron poder controlar aspectos de esta voz interna, como su tono o velocidad.
Berta, de 28 años, asegura mantener conversaciones con ella misma a diario. “Gran parte de mi monólogo interior consiste en ensayar o anticipar conversaciones hipotéticas, por ejemplo, cuando estoy enfadada con alguien y pienso en el pollo que le montaría”, explica. Su voz interior le sirve para tomar decisiones o planificar el día. Otras veces se manifiesta en forma de palabras que se le repiten de manera obsesiva sin llegar a saber por qué. “Por ejemplo, hubo un periodo en que no podía dejar de pensar en la palabra palitroque, lo cual resultaba bastante perturbador. Creo que lo había escuchado viendo Supervivientes y se me quedó atascado”.
El habla interna no se rige por muchas de las normas del lenguaje verbal. Se genera mucho más rápido al no depender del ritmo necesario para emplear la lengua, los labios y la laringe. Según un estudio, el monólogo interior se produce a una velocidad media de 4.000 palabras por minuto, 10 veces más rápido que el lenguaje hablado. Además, suele ser más concisa: no necesitamos formular oraciones completas al comunicarnos con nosotros mismos, ya que entendemos nuestra propia intención. Normalmente replica el timbre y el tono con el que uno se identifica, aunque también puede aparecer con voces distintas a la nuestra. Un artículo publicado en The Guardian ponía el ejemplo de una mujer que aseguraba no tener ni idea de por qué una pareja italiana beligerante se había apoderado de su voz interior: “No tengo ni idea de dónde ha surgido esto. Se dedican a discutir apasionadamente”.
Ethan Kroos, neurocientífico y autor del libro Cháchara (Paidós, 2021), sostiene que, en realidad, todos tenemos una voz interior. “Para comprobarlo, basta con pedirle a alguien que repita un número de teléfono en su mente. En mi experiencia, todos pueden hacerlo”, comenta a través de una videollamada. Esta capacidad representa una de las funciones neurales más fundamentales en el ser humano. “Forma parte del sistema de memoria de trabajo verbal, esencial para nuestro funcionamiento cognitivo. Al repetir silenciosamente nombres o frases, estamos activando esa voz interna, algo que todos sentimos en distintos niveles”.
Kroos considera fundamental distinguir entre la voz interna que se usa para mantener información activa en la mente por un corto período de tiempo (como quien repite una contraseña o número de teléfono para no olvidarla) y el diálogo que las personas a veces sostienen consigo mismas. “Hay quien la utiliza para ensayar o planificar lo que dirán, por ejemplo, en una entrevista o en una presentación. He conocido a gente que me asegura no tener voz interna, y mi conclusión es que a lo que se refieren es a que no utilizan la voz interna de esta manera específica”.
Por circunstancias como la de la mujer cuya cabeza había sido conquistada por una ruidosa pareja italiana, la voz interna puede llegar a ser percibida como un tormento. “El problema surge cuando esta voz se obsesiona con pensamientos negativos y rumiaciones. Como cuando intentas concentrarte en la lectura de un libro después de haber tenido una discusión con tu pareja”, señala Kroos. “Aunque es posible aprender a controlarla, pocas veces se nos enseña desde jóvenes cómo hacerlo, y muchos jamás abordan ni se forman en este aspecto”. Aunque vivimos en una era llena de distracciones y estímulos, no está claro que nuestro diálogo interno sea más caótico que en el pasado. “En la prehistoria luchábamos por comida a diario y en la Edad Media te podían dejar muerto en mitad en la calle, esas situaciones estresantes también propician que la voz interior se active”.
En su libro, enfatiza la necesidad de gestionar nuestra voz interna para mantener el bienestar emocional. Argumenta que esta voz, si se deja sin control, puede agravar el estrés y la ansiedad. Para lograrlo propone técnicas como el distanciamiento, que implica observarse desde una perspectiva externa; establecer rituales para ganar control; rodearse de entornos y personas que amplíen nuestra perspectiva; moderar la exposición a estímulos negativos; y rodearse de un entorno natural. Además, sugiere herramientas como la escritura y la meditación como medios eficaces para canalizar y dominar los pensamientos internos.
El monólogo con uno mismo ha sido interpretado de distintas maneras según la cultura y el contexto social. En los diálogos platónicos, Sócrates hace referencia a un daimon, una voz interna que actuaba como guía moral. Durante la Edad Media, este diálogo podía ser considerado inspiración divina o tentación demoníaca. Tanto místicos cristianos como budistas chinos han expresado su frustración ante la insistente interrupción de sus voces interiores durante sus momentos de oración o meditación. Hulburt, el investigador que desarrolló una técnica para escrutar la mente humana, señala que estas tradiciones han invertido más esfuerzos que la nuestra en entender y gestionar el diálogo interno. Al emplear su método en meditadores experimentados, observó diferencias notables: “Su pensamiento es primordialmente sensorial”. Además, Hulburt reconoce la influencia del tradicional gong meditativo en su método científico. “Algunos budistas me han comentado que mi técnica podría ser una vía más eficiente para enseñar a las personas a controlar su flujo mental y centrarse en el presente. Mi dispositivo actúa como un gong, con la ventaja de ser portátil”.
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