Ir al contenido

Una joya de 1918 en ruinas y abandonada: el futuro incierto del gran refugio de la sierra de Guadarrama

El chalet de Peñalara contribuyó con actividades deportivas y culturales al fuerte ambiente intelectual que caracteriza a esta zona desde hace más de un siglo

Una noche de agosto de 1928, en la pradera de los Corralillos, a más de 1.500 metros de altitud, una orquesta de casi cuarenta músicos hizo que piezas de Wagner y Beethoven retumbaran por el valle de la Fuenfría, en la sierra de Guadarrama. Aunque no hay documentación al respecto, es fácil imaginar a los músicos apeándose en la estación de ferrocarril de Cercedilla para después cargar durante una hora sus instrumentos por la calzada romana que en el siglo I comunicaba Toledo con Segovia o por la borbónica, la que Felipe V ordenó levantar en el siglo XVIII para llevarle a su palacio en La Granja de San Ildefonso. Sin embargo, aquellas casi cuatro decenas de músicos y sus violines, violonchelos, trombones o los agraciados con la flauta, subieron solamente hasta la pradera de los Corralillos, una explanada en la que, algo más de una década antes, la Sociedad Española de Alpinismo Peñalara que les estaba esperando había levantado el primer gran refugio para sus socios, el conocido como chalet de Peñalara.

Alfonso XIII no solo donó madera de Valsaín para levantarlo, también otorgó en 1921 el título de Real a la sociedad que en 1913 habían fundado los doce amigos de Peñalara, así se les conocía cuando eran un club cerrado que lideraba Bernaldo de Quirós, discípulo de Francisco Giner de los Ríos, creador de la Institución Libre de Enseñanza. El actual presidente de la R.S.E.A Peñalara, Javier Garrido, explica que la apertura del chalet en 1918 fue un gran reclamo que hizo aumentar el número de socios del club: “Tenía cien camas, comedor, cocina, electricidad y además de la nieve que buscaban los primeros esquiadores de Guadarrama, tenía el frescor de las noches de verano del que ya hace un siglo huían los urbanitas”. En 1956, los alpinistas se convirtieron también en nadadores con la construcción de una piscina cuyas ruinas aún son identificables junto a las del chalet, tapiado, semiderruido después de incendios −como el que obligó a reconstruirlo por completo en 1957−, enormes nevadas, pero sobre todo, abandonado.

Hace años que el edificio ya no pertenece a la R.S.E.A Peñalara y tras un largo y arduo litigio por la transformación del albergue en hotel, ahora es propiedad del ayuntamiento de Cercedilla que no ha comunicado ningún plan de rehabilitación como pide a través de change.org Alfonso Marcos, responsable de la cuenta de Instagram Sierra de Guadarrama desde la que ofrece divulgación sobre naturaleza, senderismo, información de servicio o historia de la zona: “En la sierra se están tirando muchos edificios en ruinas para devolver ese terreno a la montaña reforestándolo, y es una buena iniciativa, pero en este caso se trata de un edificio que encierra parte de la historia de la Sierra. Restaurarlo podría ser una buena oportunidad para recordar a los pioneros, sus ideales, contar la rica historia cultural y etnográfica que encierra la sierra.”

Entre esos pioneros, además de Giner de los Ríos, padre del guadarramismo, o el propio Quirós, está el misterioso Eduardo Schmid que señalizó la senda que lleva su nombre, una de las más transitadas de la sierra y que comunica Navacerrada con el valle de la Fuenfría. Apenas se sabe mucho más de este alemán salvo que el barco en el que regresaba como soldado de las colonias germanas fue interceptado por los aliados y, como tantos otros compatriotas, se quedó en España, entonces neutral en el conflicto. Acabó sus días en Trillo, donde Camilo José Cela se lo encuentra entorno a 1946, tal y como relata en su libro Viaje a la Alcarria. Schmid no fue el único alemán que se enamoró de Guadarrama, muy cerca del refugio se encuentra El chorro del árbol viejo, así se conocía en la zona a la pequeña cascada que galopa junto a un Tejo hasta que los botánicos, alpinistas y naturalistas alemanes, austríacos y suizos empezaron a explorar la zona y, suponemos, a lavarse en esa cascada que ahora se conoce como La ducha de los alemanes.

Muchos de los nombres de miradores, caminos, picos o fuentes de la Sierra de Guadarrama encierran historias parecidas, esa es una de las razones por las que el músico Nacho Ruiz Bartolomé publicó en 2021 en el sello Mont Ventoux un álbum insólito titulado Cancionero de Guadarrama: “Es una zona con un montón de topónimos particulares e investigar sobre ellos me hizo darme cuenta de que la Sierra ha sido una suerte de imán para personajes curiosos. A la vez, ha sido testigo de batallas y de leyendas variadas. De forma paralela, quería investigar sobre la sonoridad folclórica de la zona y, en tal caso, inventarme una especie de folclore nuevo para traerlo al presente”. Entre los personajes curiosos están Machado, Aleixandre o Luis Rosales cuyos nombres aparecen en la conocida como la senda de los poetas a la que se debería sumar a un vecino contemporáneo, Jorge Riechmann, curiosamente de ascendencia alemana y montañera, autor, entre otros, del poemario En el fondo del valle ha muerto Jorge Riechmann, de 2022. También vecinos fueron Santiago Ramón y Cajal o Joaquín Sorolla, que falleció en su hotelito de Cercedilla con vistas a la Fuenfría, un paisaje que el valenciano dejó pintado sobre oleo.

Desde hace más de un siglo en la Sierra de Guadarrama ha habido un fuerte ambiente intelectual al que el chalet de Peñalara contribuyó con actividades deportivas, pero también culturales como ese concierto de 1928 que tanto hubiera gustado a Wagner y que la R.S.E.A Peñalara sigue desarrollando a través de sus concursos literarios y fotográficos al otro lado del camino Schmid, en su albergue del puerto de Navacerrada, donde los montañeros fueron subiendo a medida que también ascendía la cota de la nieve. Los 18.000 visitantes que en el siglo XXI trepan al año por las piedras de las diferentes calzadas del valle de la Fuenfría apenas se fijan en el edificio en ruinas que se esconde y desmorona tras los pinos silvestres de la pradera del Corralillo y siguen su camino, el de Santiago, que también pasa por allí, el de Felipe V, los romanos, Giner o Schmid. Todos los caminos conducen a Roma y en Guadarrama, al chalet Peñalara.

Más información

Archivado En