Carme Pinós: “Los libros dan alma a las casas, hablan de las personas que las habitan”
La arquitecta, Premio Nacional de Arquitectura 2021, expone en Minim Madrid una veintena de diseños de muebles creados a partir de situaciones concretas pero susceptibles de adaptarse a cualquier espacio
En la entrevista que concedió a EL PAÍS con motivo de su exposición monográfica en 2021, la arquitecta Carme Pinós dio una declaración, “Nunca he diseñado algo sin entender de dónde venía”, que no solo es aplicable a sus edificios, sino también a los muebles que contienen. Desde hace años, la merecedora del Premio Nacional de Arquitectura 2021 ha diseñado y supervisado la producción de librerías, mesas, bancos, lámparas e incluso jarrones. Sin embargo, son una parte de su obra mucho menos conocida que el rascacielos Cube en Guadalajara (México) o el Caixafórum de Zaragoza. De ahí la importancia de que ahora puedan verse, al menos hasta final de año, en una exposición en el espacio madrileño de Minim, la tienda-showroom de mobiliario contemporáneo.
Estudio Carme Pinós. Juegos, comisariada por Mónica Alberola, es una antología de una veintena de piezas que parte de Objects, la línea de mobiliario de la arquitecta. Y en ella hay diseños que permiten entender su aproximación al espacio doméstico. “Empecé diseñando para resolver problemas concretos que yo tenía, como, por ejemplo, hacer una estantería para almacenar mis numerosos libros”, explica ahora a ICON Design. “Mis diseños son sencillos, prácticos y de fácil producción y, como en definitiva también resuelven problemas que no sólo tengo yo, se adaptan fácilmente a otros espacios”. La pieza a la que alude es MONI, un sistema de estanterías que surgió a partir de una necesidad de la propia Pinós, que quería crear una biblioteca que no quitara espacio al suelo de su vivienda. El resultado fue una sencilla pero precisa balda de chapa doblada cuyas proporciones y anclajes le permiten soportar el peso de los libros incluso sobre paredes delgadas. Aquel fue el germen de distintas variaciones de librerías modulares y geométricas que hablan de su amor por los libros. “Soy una fanática de los libros, los conservo como si fueran parte de mí, me gusta vivir rodeada de ellos, de alguna manera me hacen compañía”, afirma. “Sobre todo, últimamente me gusta releerlos… Los tengo bien ordenados y, de hecho, mis estanterías van muy bien para conseguirlo”.
Sus diseños también reflejan su programa ético y estético como arquitecta, con tendencia a simplificar las formas, hacer visibles las estructuras y buscar soluciones eficaces, transparentes y con impulso poético. Por ejemplo, su módulo NIMO está construido a partir de dos baldas MONI y puede usarse como mesilla baja, de noche o incluso como módulo anclado a la pared. O su sistema de estanterías VIA, cuyo nombre evoca el lugar donde surgió la idea: en un viaje en tren, observando las torres metálicas que soportan los cables de electricidad. Así lo cuenta ella misma en las breves explicaciones que ilustran sus objetos en el libro Diseño Estudio Carme Pinós, editado por Ediciones Asimétricas con la colaboración de Minim y Huguet, y cuyo lanzamiento ha coincidido con la inauguración de esta exposición.
El libro y la exposición permiten descubrir la personalidad de una arquitecta que, como confiesa, disfruta creando todo tipo de objetos destinados a funciones concretas. “Siempre me han interesado los objetos utilitarios, los considero seres inertes que nos acompañan a lo largo de nuestra vida”, afirma. “Y en esta categoría también incluyo los muebles. Como podéis ver, puedo diseñar tanto librerías como escritorios, saleros o floreros… No puedo tener la mente quieta y me distraigo diseñando cualquier cosa, lo que no quiere decir que después necesariamente las produzcamos. Es más bien un juego que me distrae”. Sin embargo, si es un juego, se trata de uno muy serio. Sus piezas revelan cálculos exactos y también un amor por la materia y por las estructuras, algo natural en una admiradora del diseño de los años cincuenta y sesenta. “Después de la guerra había tanto que hacer y tan buena voluntad por parte de muchos creativos…”, explica.
Tal vez por ese afán de honestidad, desde hace años sus objetos se comercializan a través de su propia empresa, que los fabrica bajo petición y siempre con los industriales con los que trabaja habitualmente en sus proyectos arquitectónicos, expertos en metal o madera capaces de ejecutar sus diseños y aportar su propia sabiduría. Son muebles para utilizar, piezas con las que convivir, diseños que se adaptan. “Casi todos los proyectos están pensados para que puedan tener múltiples acabados finales, responden a una idea estructural que ofrecen diferentes composiciones”, desarrolla la arquitecta. “Todo el proceso puede entenderse como un juego. Yo empiezo para conseguir el diseño, pero este juego es continuado por el usuario. Por descontado, me encanta ver como los proyectos se van adaptando a distintos espacios y sensibilidades”.
Un ejemplo perfecto es el armario AR-K, pensado para un dormitorio infantil en el que no hace falta mucho espacio de almacenamiento, pero tampoco quitar superficie al suelo. Sus puertas de madera encajan entre sí, en un juego de volúmenes contrapuestos, salientes y entrantes que recuerda a las fachadas de algunos de sus edificios, rompecabezas minimalistas y armónicos. “Incluso las bisagras están diseñadas por nosotros a partir de un corte en la madera y del encaje de un tubo que se puede encontrar fácilmente en el mercado”, explica en el citado libro. Muchos de sus muebles se construyen a partir de esquemas duales: un módulo blanco que encaja en otro negro, o dos piezas de un jarrón que, juntas, conforman un cilindro expresivo, perfecto para acoger un vaso con unas flores. Conseguir el máximo efecto reduciendo también al máximo la complejidad material de las piezas es el principio de sus lámparas, construidas a partir de láminas de papel dispuestas de forma concéntrica en torno a la bombilla: ocultan la fuente de luz, pero la proyectan. Y, en función del punto de vista que adopte el espectador, revelan dos colores en contraste y un sinfín de matices intermedios.
La muestra, que incluye imágenes y explicaciones de los proyectos arquitectónicos más relevantes de Pinós, permite descubrir el contexto para el que fueron creadas estas piezas. Por ejemplo, un escritorio para el Pabellón de descanso de Río Blanco, en Guadalajara (México), uno de los proyectos más conocidos e influyentes de la arquitecta. El escritorio cuenta con dos niveles distintos, para que adultos y niños puedan compartirlo al mismo tiempo. O los bancos creados para el CaixaForum de Zaragoza, un fascinante ensamblaje de piezas rectangulares de madera maciza que juegan con contrapesos y contrastes cromáticos, y que se pueden reconfigurar y recolocar para distintos usos. Uno de los objetos más peculiares es un singular reinterpretación del botijo tradicional de barro: las formas están desplazadas y estilizadas, pero su utilidad permanece intacta.
Ante todo, la exposición y el catálogo permiten descubrir el talento de una creadora que, además de arquitecta y diseñadora, es una narradora extraordinaria, capaz de explicar las circunstancias y los motivos de cada corte, pliegue o volumen de la materia. Tal vez se deba a la chispa inicial de su labor: su pasión por la lectura. “Los libros explican la vida de la gente. Yo misma paso tiempo obsesionada con un escritor o con un tema y, al cabo de un tiempo, paso a otro. Ahí están los libros para recordarme el transcurso de mi vida”. Frente a esa tendencia viral consistente en elegir libros solo por su valor decorativo, Pinós defiende su dimensión humanística que, a fin de cuentas, acaba trasladándose también a los espacios que ocupan. “Creo que los libros dan alma a las casas, hablan de las personas que las habitan”.