Devan Shimoyama, artista: “Debería haber más comisarios, galeristas y coleccionistas negros. El arte sigue siendo muy blanco y hetero”
El artista estadounidense expone en la galería Veta de Madrid las obras con las que explora la feminidad dentro de la cultura afroamericana
El arte de Devan Shimoyama (Filadelfia, 33 años) se caracteriza por su feminidad y para entender su feminidad hay que remontarse a su infancia. Hijo de madre joven, Shimoyama se crio entre mujeres como su tía, su abuela y su bisabuela, la cual era toda “una figura matriarcal”, como la define al teléfono este pintor. Estas llevaron al niño, hijo único, a involucrarse en actividades que le estimularan “intelectual y creativamente”. ...
El arte de Devan Shimoyama (Filadelfia, 33 años) se caracteriza por su feminidad y para entender su feminidad hay que remontarse a su infancia. Hijo de madre joven, Shimoyama se crio entre mujeres como su tía, su abuela y su bisabuela, la cual era toda “una figura matriarcal”, como la define al teléfono este pintor. Estas llevaron al niño, hijo único, a involucrarse en actividades que le estimularan “intelectual y creativamente”. Pintura, dibujo, música... En aquella época Shimoyama acabó desarrollando una profunda curiosidad artística.
De aquella época le viene, también, su sensibilidad hacia las minorías sexuales. Shimoyama tenía cinco años cuando su madre salió del armario como lesbiana e inició una relación con una mujer, quien a su vez acabaría realizando una transición a hombre trans: un artista que le inspiró profundamente y le instruyó en el arte figurativo. Crecer con una madre queer le “proporcionó un espacio seguro”, según él, para explorar su identidad. En su obra, esto se traduce en la importancia que se le otorga a la “celebración y la alegría”.
En sus retratos, las pieles negras de jóvenes afroamericanos relucen entre destellos de purpurina y fondos cálidos, rojos y anaranjados. Esa fórmula llevó al joven Shimoyama a exponer en solitario en el prestigioso Andy Warhol Museum de Pittsburgh, Pensilvania, en 2018. Tras aquella primera exposición, titulada Cry, Baby (Grita, bebé o, quitando la coma, llorón), Shimoyama ha pasado por Nueva York, Chicago o Alemania. Estos días expone en la madrileña Galería Veta (antes lo había hecho en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga su obra de la serie Tarot, que debe su título al juego que él practica y que, como la santería, le permite “explorar una visión más completa” de sí mismo).
En Tarot, los cristales y la pedrería adornan la cara de sus sujetos, la acercan a las cartas de la mística baraja. En la actualidad, Shimoyama reside en Pittsburgh, donde es profesor de arte en la Carnegie Mellon University, donde responde la llamada de ICON.
La purpurina y los brillos gozan de un gran peso en su obra. ¿A qué se debe? Muchos de los materiales que utilizo incluyen joyas personalizadas, algo que asocio a las drag queens y la cultura drag. También lo vinculo a muchas de las mujeres que veía en misa cuando era pequeño.
¿Qué representan estos objetos brillantes? Su función es ayudar a que la gente presente la mejor versión de sí misma, que se sienta más luminosa sin grandes derroches de dinero. Me fascina que este efecto se produzca solo por llevar algo reluciente, algo que, cuando la luz incide de la manera correcta en el lugar adecuado, transforma a su portador y a su entorno en otra cosa.
Menciona la influencia de la cultura drag en su arte, algo que se aprecia en obras como Miss Toto, protagonizada por una drag queen de Miami. ¿Cómo ha acabado el mundo drag ocupando un lugar tan troncal en su universo? Era asiduo a los bares drag de mi ciudad y también visitaba los que que encontrase al ir a ver amigos. Me deslumbra la fantasía: artistas hombres se transforman en grandes mujeres, adornándose el cuerpos y mudando de personalidad. También me parece fascinante que esta gente se prepare durante cinco horas para actuar dos números durante seis minutos, y que en esos seis minutos congelaran el tiempo de una manera mágica.
¿Y cuál es su relación con Miss Toto? Contacté con ella en Miami, donde me había concedido una residencia artística, para preguntarle si podría seguirla en algunas de sus actividades diarias, mientras actuaba, mientras se preparaba con su familia drag. Llegué a conocerlos muy bien, ahora somos grandes amigos. Tengo la sensación ambos hacíamos algo parecido, quizá yo de manera más pasiva ya que no actúo sobre un escenario. Muchos de mis materiales son similares, y la manera en la que construyo una escena o una imagen tiene varios puntos de encuentro con el drag.
Dice inspirarse en la estética de las mujeres que se encontraba en misa. ¿Qué relación mantiene hoy con la religión? De pequeño iba una iglesia bautista cristiana, de hecho todavía procuro visitarla cuando voy a Filadelfia. Me tengo por alguien marcado por la educación cristiana, lo que no significa que me defina como cristiano, pero la formación me enseñó mucho de moralidad. También me hizo pasar por muchas cosas difíciles. Tuve mucha suerte de que mi iglesia fuera un espacio bastante acogedor. Gran parte del discurso en torno al cristianismo hace que sea complicado abrazarlo como persona que se identifica como queer. Nunca me sentí capaz de explorar las cosas que me interesaban o que me emocionaban.
La temática queer permea en gran parte de su obra, especialmente en relación con la masculinidad. En cuadros como Not Too Close [No demasiado cerca] retrata a hombres derramando lágrimas de cristal mientras les cortan el pelo en una barbería. ¿Qué ideas hay detrás de esta visión queer de la masculinidad? Era una forma de enfrentarme a algo que me hacía sentir muy incómodo tanto de niño, y todavía lo hace ahora: los espacios hipermasculinos donde la identidad queer o la feminidad no resultan bienvenidas. Me resultan muy desagradables y estos cuadros fueron una manera de reinventar un espacio como lugar supuestamente más acogedor. De pequeño, odiaba ir a la peluquería porque veía cómo se trataba a otros niños, cómo se les controlaba.
Estas obras de alguna manera reinventan la masculinidad que le oprimía. Me enfrento a la hipermasculinidad en mi obra combatiéndola. Yo celebro lo más colorido y lo brillante.
Por ejemplo, los labios grandes y brillantes presentes en cuadros como Self Portrait as Katrina. ¿Representan también un mensaje político? Una vez, durante una residencia en el sur de Francia, celebramos una jornada de puertas abiertas donde alguna gente no entendía por qué en mis cuadros la gente atractiva tenía labios tan grandes. Dije: “Creo que los labios grandes son atractivos”. Exagerar la plenitud de los labios es una especie de celebración de la gente con labios grandes, como yo; de celebrar a las mujeres y darle voz no solo a ellas, sino también a la feminidad. La gente tiene que apoyarse más en su feminidad.
¿Qué relación guarda su identidad como hombre negro queer con su obra? La identidad negra y la queer deberían apoyarse mutuamente. Ambas han sido relegadas a la otredad. Por desgracia, la identidad negra y la masculinidad coinciden en sentir que no deberían interseccionar con lo queer. Siempre he pintado a gente negra, durante toda mi carrera, y creo que es importante que mi obra sea innatamente queer independientemente de si las personas representadas se identifican como tal. Deseo añadir mas cuerpos negros queer al cánon artístico.
En la actualidad, diferentes artistas negros queer como Clifford Prince King, Myles Loftin o Quil Lemons, que actualmente tiene una exposición en Nueva York, están ganando visibilidad y atención mediática. ¿Está el mundo del arte empezando a reflejar una sociedad más diversa? Está empezando a cambiar un poco. He notado un auge de artistas negros, artistas negros queer y mujeres negras que reciben un montón de visibilidad. Pero creo que el número es todavía es desproporcionadamente bajo. Debería haber más comisarios, galeristas y coleccionistas negros. Los artistas son, en muchas ocasiones, la cara de la operación pero entre bastidores y en el mercado, las cosas siguen siendo muy blancas y muy heteras.
¿Qué cree que ha cambiado en cuanto a su arte desde su primera exposición en solitario en 2018, cuando el país se encontraba bajo la presidencia Donald Trump? Durante las elecciones de 2016 mi trabajo pasó a responder a movimientos como Black Lives Matter o las protestas tras el asesinato de George Floyd. Las obras intencionadamente negras y queer, que resistieran cierta idea que intentaba darse de Estados Unidos, se volvieron muy importantes. Pero, aunque todo esto es parte de mi visión, no quería verme encasillado. También quería seguir mis propias ideas, como cualquier otro artista que no tiene que lidiar con su identidad todo el rato.
¿Cómo se ve en el futuro, cómo cree que evolucionará su arte? Quiero darme tiempo y preparar una serie de obras que muestres mis intereses personales. Me gustaría invertir un poco en construir un mundo con más matices y detalles dentro del cual pueda crear. Tener una estructura desde la que explorar diferentes ideas quizá un poco diferentes de lo que he hecho hasta ahora.
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