Una esfera gigante en Las Vegas con 20.000 personas dentro: ¿es este el futuro de la música en directo?
U2 inaugurarán en septiembre The Sphere, un nuevo espacio para eventos en Las Vegas que promete ofrecer una experiencia inmersiva inédita y ser el siguiente paso en una relación compleja: la del sonido y la arquitectura.
Una edificación esférica de 112 metros de altura y 157 de ancho, 9 pisos y aforo de 17.500 localidades de asiento (y hasta 20.000 si se incluye público de pie), la pantalla LED más grande y de más alta resolución del mundo: 15.000 metros cuadrados, 19.000 x 13.500 píxeles, 164.000 altavoces... Tan farónicas cifras son la carta de presentación de The Sphere, el nuevo recinto para eventos que los responsables del Madison Square Garden han construido en Las Vegas y que se inaugurará el 29 de septiembre con un concierto de U2. En realid...
Una edificación esférica de 112 metros de altura y 157 de ancho, 9 pisos y aforo de 17.500 localidades de asiento (y hasta 20.000 si se incluye público de pie), la pantalla LED más grande y de más alta resolución del mundo: 15.000 metros cuadrados, 19.000 x 13.500 píxeles, 164.000 altavoces... Tan farónicas cifras son la carta de presentación de The Sphere, el nuevo recinto para eventos que los responsables del Madison Square Garden han construido en Las Vegas y que se inaugurará el 29 de septiembre con un concierto de U2. En realidad, con una residencia de la banda irlandesa, que actuará allí todo el otoño presentando un espectáculo audiovisual en el que reinterpretará al completo su disco clásico de 1991, Achtung Baby. ¿Supone esto una revolución, un cambio de paradigma en la concepción de los salas para música en directo, en la relación entre arquitectura y sonido? O, al contrario, ¿es tan solo una anécdota, una exhibición de ambición y poder económico que se agote en sí misma?
The Sphere ha sido proyectado y diseñado por el estudio internacional Populous. “Es una versión hipertrofiada de edificios-espectáculo como la cúpula de Epcot, en Disneylandia, o los cines Imax que se pusieron de moda en los años noventa”, opina el arquitecto y crítico musical Vidal Romero. “Ahora bien, como edificio de Las Vegas me parece ejemplar. Encarna a la perfección esa arquitectura simbólica, de luces de neón, que confía todo su impacto visual a los letreros. De hecho, en The Sphere todo es letrero, cada píxel de esa superficie reluciente es una oportunidad para mostrar publicidad, En ese sentido, la excelencia del sonido es solamente un punto más dentro de un programa que está enfocado a que el espectador viva la experiencia”.
Invitamos a Teresa Bravo, científica titular en el CSIC y experta en acústica ambiental, a que eche un vistazo al proyecto de The Sphere, y esta llega también a la conclusión de que lo que prima es la experiencia inmersiva y se ha dado más prioridad a la parte visual. “La forma esférica puede explicarse por motivos estéticos, pero en cuanto a la acústica no es lo más adecuado”, explica. No obstante, valora algunas de las decisiones que sus responsables han tomado para mejorar este aspecto. “El factor fundamental a la hora de acondicionar un recinto para música en directo es el tiempo de reverberación, que depende de la frecuencia y de la distancia. Va a haber siempre posiciones o asientos que tengan una mejor recepción del sonido y otros en los que no se puede optimizar mejor el tiempo de reverberación, pero en ello pueden influir los sistemas de reproducción, el número de altavoces y cómo están distribuidos”.
Indica Teresa Bravo que en Sphere “hay muchísimos altavoces y no se ven, al parecer están detrás de las pantallas LED y van a utilizar con una tecnología sonora denominada wave field synthesis. Esto es, a través de toda la interferencia de las ondas que emiten esos altavoces, se reconstruye el campo sonoro, y eso lo controlan de forma electrónica, con un procesado digital de la señal, para que los 20.000 espectadores tengan una misma experiencia acústica en cualquier posición de la sala. También van a trabajar con infrasonidos, que van a estar situados en los asientos. Son frecuencias muy bajas que nosotros no escuchamos pero sí sentimos, como vibraciones, y parece que lo van a utilizar para que el público sienta efectos como el de la gravedad”. La científica valora que la experiencia inmersiva está cuidada hasta el mínimo detalle pero que la innovación tecnológica es relativa. “La wave field syntheis se conoce desde hace mucho tiempo. Lo revolucionario está en el número de altavoces y en que no están escatimando en medios”, concluye Teresa Bravo.
¿Se cuida realmente el sonido en la música en directo?
Históricamente, la excelencia acústica en los recintos de música en directo parece haberse cuidado solamente en los grandes teatros de música clásica, y no tanto en los dedicados a la música popular. El factor económico y el aparentemente menor grado de exigencia del público parecen ser fundamentales en ello, y también incide la cultura de cada país. “El problema principal con la ingeniería acústica es que resulta extremadamente cara”, afirma Vidal Romero, quien trabaja en Estudio Flop, que ha construido y diseñado varias discotecas y salas de conciertos en Sevilla. “En los teatros y auditorios, que se construyen con dinero público, y que además son edificios con un elevado valor simbólico dentro de las ciudades, es una factura que se puede asumir. Las salas de conciertos y clubes, por el contrario, se suelen construir en locales que ya existen y con fondos limitados. Así que el promotor, después de pagar las instalaciones y el aislamiento acústico para no molestar a los vecinos, preferirá destinar lo justo al capítulo de confort acústico y gastar más en los equipos de sonido y en la iluminación espectacular, que es lo que vende copas.”
Pedro Portellano, músico de electrónica, experto en diseño de sonido y comisario de programaciones musicales para instituciones y festivales, afirma que “el mundo anglosajón va por delante, pero en España esto no se suele cuidar tanto. Las salas están sufriendo, así que no se van a meter en esto, y los festivales tampoco lo necesitan, porque con su fórmula ya llenan de por sí”. Como anécdota significativa, Portellano recuerda cuando trabajó en la organización de la Red Bull Music Academy en Madrid, en 2011. “Los responsables internacionales visitaron todas las salas de la ciudad y, al escuchar sus sistemas de sonido, decidieron que iban a utilizar los locales y no los equipos, así que se trajeron unos altavoces denominados Funktion-One y los instalaron en todos los recintos”. Los Funktion-One, sin ir más lejos, son los que hicieron grande al club berlinés Berghain, considerada la mejor discoteca del mundo. “Allí todo es impactante, pero lo más sorprendente es que este equipo está colocado e iluminado en las paredes del Berghain como si se tratase de iconos, de virgenes o santos”.
“Dentro de todas las limitaciones, hay bastantes casos en los locales de música popular en que se ha intentado llevar al máximo la calidad de sonido”, añade Vidal Romero. “Uno de los más famosos es el Paradise Garage, un club que abrió en Manhattan a finales de los años setenta, en el que pinchaba el DJ Larry Levan. Tanto el interior del espacio, que ocupaba un antiguo aparcamiento para coches, como el equipo de sonido, los diseñó el ingeniero Richard Long, que además era uno de los clientes habituales. Cada noche, Levan y Long ajustaban el equipo, a veces a mitad de la noche, en función de la música que fuera a sonar, para que la experiencia fuera la mejor posible. El espíritu del Paradise Garage es el que anima a muchos de los clubes desde entonces, desde el Fabric o el Ministry Of Sound, en Londres, hasta el Berghain. Mi mejor experiencia en ese sentido -apunta el arquitecto y crítico musical- fue en la capital británica, en el ya desaparecido Plastic People. La decoración era prácticamente inexistente, pero el sonido era increíble. El propietario, Ade Fakile, pensaba que la mayoría de los DJs tenían mejores equipos en sus casas que en los clubes a los que iban a pinchar, así que decidió equipar su sala con el mejor equipo posible. En una entrevista hace años, contó que, en los últimos tiempos, gastaba el cuarenta por ciento de los ingresos anuales en mantener y mejorar el equipo”.
Es significativo observar cómo esta experiencia acústica se busca más en los recintos dedicados a la música electrónica que en las salas de pop y rock. “Su propia dinámica de funcionamiento ya marca las diferencias”, indica Romero. “En las salas, el equipo de sonido está frente al público, al lado del escenario, mientras que en los clubes los altavoces se distribuyen por todo el espacio. Es difícil encontrar salas de conciertos que suenen bien. Incluso locales míticos, como el CBGB (Nueva York), el UFO Club (Londres) o el Whiskey A Go Go (Los Ángeles) tenían fama de sonar a rayos, mientras que en los clubes electrónicos el sonido suele ser un asunto muy serio. Creo que la razón es que el público de los conciertos va a ver a su artista favorito allá donde toque, mientras que los clubbers suelen ser fieles a sus locales, y pasan muchas horas metidos allí dentro”.
El futuro
Pero puede que todo esto de lo que estamos hablando empiece a ser cosa del pasado. Apunta Pedro Portellano que “ya se están convocando ayudas europeas para vislumbrar cuál es el formato de concierto del futuro, se están proponiendo fórmulas inmersivas y buscando la intensificación de la experiencia, y personas de varios países están investigando en ello desde lo académico”. Uno de los proyectos que él cita es S+T+Arts, con numerosas iniciativas encaminadas hacia la innovación sonora. La empresa holandesa 4DSound y la británica Amoenus también está poniendo su tecnología de sonido inmersivo a disposición de numerosos espacios y eventos. ¿Irá la velocidad del sonido más rápida que la de la sociedad?
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.