Juanjo Bona, cantante: “El éxito es relativo, para mí es hacer lo que estoy haciendo y que el mundo pueda escuchar una jota en Spotify”
El cantante, cuarto finalista de ‘Operación Triunfo 2023′, publica el 7 de marzo su álbum debut ‘Recardelino’, donde hace un recorrido por sus raíces y el folclore aragonés. “Empecé a hacer cosas para gustar a la gente, y me di una leche increíble porque no me identificaba ni me representaba”, dice sobre sus primeros pasos en la industria
Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero Juanjo Bona (Magallón, Zaragoza, 21 años) sí que lo es: se ha convertido en uno de los mayores referentes y defensores de su tierra, de las jotas y del folclore aragonés. Como resultado de un año de cambios y mucho aprendizaje tras su salida de la Academia de Operación Triunfo, el próximo 7 de marzo publica su álbum debut, Recardelino, con el que pretende hacer un recorrido por su vida como si de un musical se tratase. “Es el sueño de mi vida. No me creo que sea realidad”, reconoce el artista a EL PAÍS durante una entrevista en Madrid.
Llegar hasta aquí no ha sido un camino de rosas. Desde pequeño ha estado vinculado a la música, algo que le llevó incluso a ganar Jotalent en 2022, un talent show de Aragón TV que tiene a las jotas como protagonistas. En noviembre de 2023, llegaría la oportunidad definitiva: se convirtió en concursante de OT, quedando en cuarta posición. Pese a no a alzarse con la victoria, el cantante se siente ganador por todo lo que le ha dado su paso por el programa. Natural de un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza, Bona siempre ha tenido sus raíces muy presentes, algo que se refleja en cada una de las canciones que se han convertido en su carta de presentación. “Me pensaba que no era capaz. Siempre me he puesto muchísimas pegas a mí mismo. Desde el primer día”, afirma.
Salió del formato televisivo con una idea más o menos clara de lo que quería hacer con su carrera musical, pero esta no tardó en cambiar cuando se dio cuenta de que había estado equivocado: “Quería hacer un tipo de música que fuese comercial. Pero quién me hubiera dicho que mi propia vida, mis raíces, mi gente, la jota... serían mi elemento diferenciador y mi identidad”. Precisamente, ese ha sido el mayor aprendizaje de estos últimos meses. “Parece un cliché, pero me he dado cuenta de lo importante que es ser uno mismo, ser de verdad, encontrar tu elemento diferenciador ante el resto, que no deja de ser otro que tu propia vida; no pretender ser nadie y no tener miedo a nada: al éxito, al fracaso, a la industria... De repente parece que hay que hacer cosas por gustar a la gente. Empecé a hacer cosas así y me di una leche increíble porque no me identificaba ni me representaba”, señala con determinación. De haber seguido por ese camino, reconoce que habría sido “difícil”: “Cuando sacas una canción, tienes que defenderla en directo 100 veces, ante 20 periodistas diferentes, cuentas cosas distintas cada vez, vas desmigándola hasta llegar al origen de por qué se te ocurrió... si eso no es verdad, te puedes volver loco. No me imagino ahora defendiendo cualquiera de estas canciones si no tuvieran la esencia que tienen, no podría”.
Recardelino es exactamente lo que quería: una fusión entre pop y jotas, con un sello propio. “Admiro todos los folclores de España y creo que con el flamenco se ha hecho un trabajo increíble. Pero tenemos que dar visibilidad a todos ellos. En mi caso, con la jota, sí que ha habido referentes que han tratado de abrir la puerta al resto del público, pero por desgracia no ha sido uno de los más apoyados. Desde aquí pido que por fin se pueda hacer a la jota aragonesa patrimonio cultural inmaterial de la humanidad”. 11 canciones componen este disco que tiene por nombre un localismo de Magallón y que es una palabra que su abuela siempre le repetía: “Estás hecho un recardelino”, recuerda. Se trata de un pájaro conocido como jilguero y que en el resto de Aragón se llama cardelino. En este álbum se diferencian tres etapas que en el directo estarán más potenciadas: “La primera es la más folclórica, la más diferente, donde están presentes el pueblo, mis raíces...; luego me mudé a Madrid, que me vino muy bien. Fue cuando evolucioné, maduré y sentí la soledad por primera vez; la última es mi regreso a Madrid tras la etapa de Operación Triunfo, cuando ya es otra movida diferente: no tengo a mis tías —como llama a las trabajadoras de su colegio mayor a las que, precisamente, dedica Mis Tías—, ni a mis amigos... obviamente mantengo relación porque ha sido mi prioridad, pero esta industria me ha cambiado la vida radical y me ha alejado un poco de la persona que era antes”.
Uno de los temas más especiales, y que se ha convertido en uno de sus favoritos, es Villano. Aquí habla de esa primera imagen errónea que el público tuvo de él y que vino dada por la coraza que se puso. “Los primeros días de OT la gente no entendía mi carácter. Entré como superloco, como encerrado en banda... Luego se pudo ver que me fui quitando esas capas, pero seguía siendo yo con ese carácter y esa forma de hablar que igual al principio choca”, reconoce. Y añade: “Siempre he tenido mucha coraza y he querido mostrar mi parte fuerte antes que la vulnerable. Muchas veces he tenido que escuchar que era demasiado borde o prepotente, cuando mi objetivo es todo lo contrario y mi forma de ser no es así. Villano trata de lo que han visto de mí fuera y lo que soy realmente”.
Pese a esta imagen que creía dar, ha conseguido reunir a una legión de seguidores; en Instagram, por ejemplo, cuenta con 247.000 seguidores y en Spotify tiene 163.000 oyentes. Hace apenas unos días, reunió a un grupo de ellos para viajar hasta Magallón y presentarles este primer disco en el entorno que le ha servido de inspiración. “Pude confirmar que son gente majísima. A veces se pierde un poco la perspectiva en redes de lo que puede parecer un fan de OT, pero son muy inteligentes, con unas referencias y un arte espectacular y son muy respetuosas. Son básicamente las responsables de que yo esté aquí”. ¿Le teme a la caída después de que pase este bum? “Es un miedo muy grande que me viene a ratos. El éxito es muy relativo, para mí es hacer lo que estoy haciendo y que el mundo pueda escuchar cuando quiera una jota en Spotify, para mí eso es triunfar. Tan pronto confío plenamente en el proyecto que estoy haciendo y en mí, como me viene el bajón de decir: ‘¿Dónde va a parar esto?”, reconoce.
Recardelino también es una oda al amor: hacia su pueblo, sus seres queridos y sus raíces. Prefiere no hablar de la relación que mantiene con Martin Urrutia, compañero de Operación Triunfo 2023 con quien publicó El Destello el pasado mes de octubre, pero afirma que escribir sobre sus sentimientos es lo que menos le ha costado a la hora de componer. Será el próximo 8 de marzo cuando arranque su gira Tan mayor y tan niño en Mallorca, pasando por las principales ciudades españolas en 19 conciertos que, en su mayoría, tienen colgado el cartel de no hay entradas. “Me estoy cuidando la voz porque es un concierto muy exigente. Me asusta un poco el tema de hacerlo todo seguido. Quiero que sean un reflejo de lo que es el disco y que se pueda ver esa profundidad que tienen las canciones y el proyecto”, señala.
Un año y medio después de convertirse en un rostro conocido, ya sabe cuáles son los sinsabores de la profesión. “Lo peor [de la fama] es la falta de intimidad que he sentido, ya no en las redes, sino por calle. Sobre todo si estoy en un mal momento”. Ahora ha decidido poner unos límites: “Cuando veo que alguien me está grabando le digo descaradamente que no. Si me lo pides, me hago mil fotos, un vídeo para toda tu familia... pero que me grabes... es que me siento literalmente desnudo”.
Ha sido pregonero del Orgullo en Madrid y de las fiestas del Pilar en Zaragoza en 2024, también ha dado las Campanadas en Aragón TV. Son muchos los sueños que le quedan por cumplir, pero uno se sitúa por encima del resto: “Quedarán muchos años, pero mi sueño sería llenar el Movistar Arena y cantar una jota. El otro día vi a Amaia cantando Yamaguchi y te juro que se me pusieron los pelos de punta de ver a tanta gente apoyando un proyecto tan único”. Ya no siente en Madrid esa soledad de cuando se mudó por primera vez, aunque todo ha cambiado en su vida. Magallón siempre será para él ese lugar al que volver y en el que inspirarse cuando falten ideas y seguirá llevando Aragón, las jotas y el folclore por bandera allá donde vaya. “Lo seguiré haciendo toda mi vida”, recalca.
— ¿Qué le diría a aquel niño que empezó a cantar jotas?
— Le diría que siguiera por donde va, porque todo lo que eligió en su vida ha servido para ser lo que soy hoy. Y que confiara más y más, que es algo que seguramente dentro de un año me lo tenga que decir a mí también.