Los hábitos de vuelo de la reina Isabel II: imprescindible el Martini a bordo y respetar su siesta
Una subasta de Hansons Auctioneers llena de recuerdos de una azafata de British Airways que sirvió a los monarcas británicos, así como a los famosos que se subían al ‘Concorde’, revela pequeñas manías de la difunta soberana en los aviones
El nombre de Elizabeth Evans no es conocido, pero ha volado junto a algunos de los rostros más famosos del planeta. Nació en Birmingham, fue azafata de British Airways entre 1970 y 1998 y formó parte de la tripulación del Concorde, el primer avión comercial supersónico del mundo, en las décadas de los ochenta y los noventa. En esa época eran muchos los que querían experimentar la emoción de volar al doble de la velocidad del sonido —se llegaba de Londres a Nueva York en unas tres horas—, pero pocos los que podían permitírselo, por eso entre los pasajeros a los que atendía Evans se encontraban cantantes de la talla de Rod Stewart y Cliff Richard, actores como Arnold Schwarzenegger y Patrick Swayze o deportistas como las tenistas Virginia Wade y Billie Jean King. Pero quizás su viaje más especial fue cuando sirvió como miembro de la tripulación de cabina de la reina Isabel II de Inglaterra y el príncipe Felipe de Edimburgo durante su gira de 1989 por Singapur y Malasia, un viaje cuyo recuerdo todavía sigue vivo gracias a pequeños tesoros que Evans guardó y que ahora salen a subasta.
A Isabel II le gustaba beber un Martini antes de reunirse con sus invitados en los vuelos reales y siempre pedía un tipo concreto de caramelos de menta ―una caja de Velamints― durante el despegue. A la difunta monarca también le gustaba seguir el mapa de ruta mientras viajaba y llevar sus propias almohadas a bordo. Estos hábitos de vuelo reales, y muchos más, han salido a la luz gracias a la sobrina de Evans, Jo Smallwood, que heredó una extensa colección de instrucciones de viaje, tarjetas de menú firmadas o autógrafos que su tía guardó con mimo durante toda su vida. “Estaba al tanto de algunas de las cosas que Elizabeth había guardado de su carrera en British Airways, pero nada a esta escala. Se casó tarde en su vida, se mudó a Devon y finalmente a Hermanus, en Sudáfrica. Encontré los objetos allí, en su estudio, después de su muerte a la edad de 70 años en 2017. Me los encontré cuando viajé a Sudáfrica para organizar el funeral”, explica Smallwood en la información sobre la puja de Hansons Auctioneers, la casa de subastas británica que pondrá a la venta todos estos objetos desde este viernes 15 de agosto y hasta el próximo 20 de agosto.
“Habiendo encontrado este tesoro escondido relacionado con la carrera de mi tía y sus experiencias con British Airways, especialmente los fantásticos viajes en el Concorde y el servicio a la reina, me pareció triste que nada de eso hubiera visto la luz del día. Creo que esta colección es un pedacito de historia que alguien debería compartir y disfrutar”. Entre esos tesoros también hay autógrafos y menús firmados por los famosos ya mencionados.
Se espera que la colección alcance entre 400 y 600 libras (466 y 700 euros, al cambio actual). Entre los lotes también se incluyen varias cartas relacionadas con el trabajo en el vuelo real y documentos de la propia compañía, British Airways, así como mapas plegables con el recorrido y un certificado enmarcado firmado por la reina en reconocimiento al servicio ofrecido en dicho viaje.
Gracias a todo ello se ha sabido que Isabel II no solo viajaba con una cama a bordo, sino que le gustaba que estuviera perfectamente hecha, acorde con los consejos que previamente habían aportado miembros de su personal. Si se quedaba dormida antes del aterrizaje, había claras instrucciones de no interrumpir su sueño. A cualquier invitado que la acompañara a cenar se le diría a qué hora se servirían los cócteles en el compartimento real y más tarde se le preguntaría a la reina qué vino le gustaría que se sirviera con la cena.
“A su majestad le suele gustar tomar un Martini antes de que lleguen sus invitados” o “Mapa de ruta: a su majestad le gusta mirarlos” son algunas de las anotaciones mecanografiadas que recibieron Evans y sus colegas antes del importante vuelo. En ellas también se desvela que se sirvieron canapés con cócteles antes de que los invitados tomaran asiento y se recuerda al personal que la entonces reina debía ser atendida primero. También se les advertía que no pasasen por la cabina real y que restringieran todo tipo de ruido.
“Ese vuelo en particular no se realizó en el Concorde, pero la reina Isabel II siguió de cerca su desarrollo. Disfrutó de su primer vuelo supersónico en 1977 y utilizó el avión para visitas de estado. La Reina de los cielos [nombre con el que se conocía al Concorde] fue vista como un transporte adecuado para la reina del Reino [Unido]. En 1991, Carlos y Diana, entonces príncipe y princesa de Gales, también volaron en él durante un viaje a Omán y Pakistán”, explica en el comunicado Charles Hanson, propietario de Hansons Auctioneers. Antes de eso, en 1981, Evans ya atendió a Carlos y Diana en un vuelo de British Airways, como demuestra otro lote que consiste en tres menús que la compañía preparó con motivo de su boda ese mismo año.
“Es evidente que Elizabeth era muy apreciada por British Airways porque prestó servicios a algunas de las personas más importantes del mundo”, valora Hanson. Entre todos los lotes de recuerdos de famosos hay una foto en blanco y negro de ella, de Elizabeth Evans, vestida con su uniforme de azafata de la época y una ligera sonrisa. Otra reina de los cielos incluida en su tesoro de monarcas y estrellas.