Luces y sombras de la caótica vida de James Brown: inmenso músico, pionero de los derechos civiles y esposo maltratador

Un nuevo documental producido por Mick Jagger y por dos de los nueve hijos del cantante que tuvo de cinco relaciones muestra nuevas facetas del fallecido pionero del funk, cuya inmensa herencia tardó 15 años en repartirse. “Durante una época, no me gustó mi padre”, afirman sus hijas hoy

El cantante y compositor James Brown (1933-2006) canta en directo para el programa británico 'Ready Steady Go!' en Londres, el 11 de marzo de 1966.David Redfern (Redferns)

En Estados Unidos —y en buena parte del mundo—, a mediados del siglo XX los negros no eran negros. Eran, en un eufemismo de corrección política en un país terriblemente segregado, “personas de color”. Pero llegaron los años sesenta y llegaron los pioneros. Algunos, como Malcolm X, Angela Davis, Martin Luther King, alcanzaron sueños gracias a la ley, la religión o la presión política; otros, gra...

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En Estados Unidos —y en buena parte del mundo—, a mediados del siglo XX los negros no eran negros. Eran, en un eufemismo de corrección política en un país terriblemente segregado, “personas de color”. Pero llegaron los años sesenta y llegaron los pioneros. Algunos, como Malcolm X, Angela Davis, Martin Luther King, alcanzaron sueños gracias a la ley, la religión o la presión política; otros, gracias a la cultura popular, también lograron llegar a lugares inexplorados en 400 años. Uno de ellos fue James Brown, compositor y cantante, un muchacho sureño de orígenes humildes y salido de un hogar roto que logró, efectivamente, que los negros fueran negros. En agosto de 1968, cuatro meses después del asesinato de King, escribió y grabó Say It Loud - I’m Black & I’m Proud (Dilo alto: soy negro y estoy orgulloso), que pronto se convirtió en un himno oficioso de su comunidad y del movimiento Black Power. Una canción que hizo que los negros, finalmente, se identificaran con esa palabra, y recuperaran no solo una palabra pero también una identidad.

La fuerza del sureño Brown (nacido en 1933 en Carolina del Sur y criado en Georgia, donde también murió en la Navidad de 2006), pionero del funk y de la música negra, se extendió a lo largo de su vida y de sus más de 900 canciones. Ahora, 17 años después de su muerte, su legado se pone en perspectiva en un nuevo documental, producido por dos de sus hijas y por Mick Jagger. Pero al igual que se exalta su carrera musical y profesional, también se desgranan, tanto en el metraje como en nuevas entrevistas al hilo del mismo, sus miserias personales. Entre ellos, el maltrato al que su padre sometió a su madre (que acabó escapando de casa) y que él también perpetuó en sus esposas. Se casó en cuatro ocasiones y tuvo nueve hijos, tanto en esos matrimonios como en dos romances más, y sus relaciones fueron caóticas, complejas y violentas.

En los cuatro capítulos de James Brown: Say It Loud, dirigido por Deborah Riley Draper y emitido en la cadena estadounidense A&E el lunes y martes (el primero de ellos se puede ver, en algunos países, a través de internet), se habla del poder de Brown al conseguir instaurar un sonido entonces único y vincularlo a una comunidad, y también en dotarla de una identidad reconocible a través de la música. Con metraje antiguo y entrevistas a público de la época, pero también del momento actual, se aprecia esa evolución. “La palabra negro es algo [malo] que básicamente se ha colocado sobre el hombre negro en América. Y oye, soy negro y estoy orgulloso, pero no quiero tener que decir: ‘Soy negro’, como si tuvieras que decir: ‘Eres blanco’. Quiero decir que somos personas y que somos hermanos y que tenemos la misma lucha”, describe en uno de los episodios un hombre afroamericano, en imágenes antiguas, de archivo. Tras la muerte de King, la lucha por los derechos civiles se hizo más encarnizada y la palabra negro tomó un nuevo cariz, entre otros gracias al tema de Brown.

De izquierda a derecha, una invitada junto a Yamma Brown, la directora Deborah Riley Draper y Deanna Brown Thomas en el estreno de 'James Brown: Say It Loud', en Nueva York, el 13 de febrero de 2024.Joy Malone (Getty Images)

El líder de la banda de rap neoyorquina Public Enemy, Chuck D, rememora tener ocho años cuando se lanzó el tema. “La canción era peligrosa, agresiva y política... pero con ocho años, todo lo que sé es que es funky y que digo la palabra negro, ya no de color”. El rapero Questlove, batería de The Roots, director de cine (aclamado fue su debut con Summer of Soul hace un par de años, premiada en Sundance) y también coproductor del documental, explica que es “probablemente una de las cosas más valientes y más políticas que jamás hizo James Brown. Es el Black Lives Matter originario”. El propio Jagger reconoce que para él fue “un intérprete brillante, inspirador desde el principio, tan fuertemente comprometido con los derechos civiles”.

No cabe duda del poderoso mensaje musical y político de Brown, pero las facetas artísticas y personales de un individuo no siempre van paralelas. El caos reinó en sus relaciones, en su vida y hasta en su muerte. Con apenas 16 años estaba en la cárcel (de la que logró salir antes de tiempo cuando otro preso, cantante, descubrió la maestría de su voz en el góspel), pero su vida ya había sido complicada antes. Su madre, Susie, le tuvo con apenas 16 años, y sufrió los abusos y malos tratos de su padre, Joseph, tanto que decidió dejarle a él y a sus cinco hijos y huir a Nueva York. Y ese comportamiento duro y violento se repitió en los matrimonios de la estrella.

James Brown junto a su hija Yamma, su tercera esposa, Adrienne Rodriguez y otra de sus hijas, Deanna (de izquierda a derecha), en los 34º premios Grammy, celebrados en el Radio City Music Hall de Nueva York el 25 de febrero de 1992.Vinnie Zuffante (Getty Images)

El primero fue con Velma Warren, en 1953. Se separaron en 1969, aunque a la muerte del artista, en 2006, ella trató de argumentar que nunca habían firmado el divorcio y que por tanto tenía derecho a su herencia; su caso fue rechazado. Con ella tuvo Brown a sus cuatro hijos mayores: Teddy (fallecido en un accidente de tráfico con 19 años), Terry, Larry y Lisa. Entre tanto, a mediados de los sesenta, el artista mantuvo dos relaciones con dos cantantes: una con Yvonne Fair, de la que en 1965 nació su hija Venisha, fallecida de neumonía a los 53 años, en 2018; y otra con Beatrice Ford, con quien tuvo otro hijo, Daryl, que en 2014 lanzó una biografía de su padre.

Tras el divorcio llegó su matrimonio más mediático, con Deidre Jenkins. Se casaron en 1970 y se separaron cuatro años después, aunque no fue hasta 1981 cuando se divorciaron. Tuvieron dos hijas, Deanna, de 55 años, y Yamma, de 51. La primera es la responsable de la Fundación Familiar James Brown, que mantiene vivo el legado de su padre, también mediáticamente. La segunda ya escribió un libro sobre el músico hace una década. Ellas son quienes han coproducido James Brown: Say It Loud, y ahora aseguran en entrevistas que con el documental buscan acercar su figura a los más jóvenes. En una charla con un medio local de Georgia, Deanna afirma que su padre sigue siendo “el artista más sampleado por el hip hop”, pero que quienes crecieron con él también descubrirán más de él. “Es como si mi padre narrara el documental. Y habla acerca de controlar su destino. Creo que eso es importante para los jóvenes, que lo comprendan, que puedes buscar, seguir y encontrar tu propio destino”, cuenta. “Hay una oportunidad de volver al original, a la persona que entró en este negocio, no solo el de la música. Fue un icono de los derechos civiles, estaba muy involucrado. Pero también era un hermano más de Augusta, Georgia”, afirma Deanna.

James Brown y su esposa Deidre Jenkins aterrizan en el aeropuerto de Heathrow, en Londres, en febrero de 1973.Evening Standard (Getty Images)

“Es una mirada a su figura al completo, no solo a su música”, comenta la directora en la misma charla. “Y vemos que nació durante la gran depresión, bailó durante la Segunda Guerra Mundial, grabó su primer disco en plena Guerra de Corea, saltó a la fama en los sesenta y creó el himno, el edicto y el principio más importante para nuestra cultura. ‘Dilo alto: soy negro. Y estoy orgulloso’. Eso fue un regalo para nosotros. Una lección. Pero también es algo increíblemente importante porque, durante 400 años, nos hemos autosilenciado. No se nos permitió hablar. No se nos permitió reunirnos. Y James Brown se levantó y dijo: ‘Dilo fuerte. Usa tu voz. Haz tuya tu narrativa’. Esas son las mejores lecciones para cualquiera: nuestra generación, la siguiente y las que vengan después”.

En otra entrevista con People, Yamma y Deanna explican que su infancia no fue fácil junto a su padre. “Cuando ves que hieren a un miembro de tu familia, no tienes los mejores sentimientos hacia quien provoca ese daño”, contaba la primera, en referencia a cómo su padre maltrataba a su madre. “En ese momento estaba muy, muy enfadada con mi padre. De vez en cuanto todavía vuelvo a ese lugar, no para menospreciar a mi padre, sino como un repaso de mi propia vida y de la situación de violencia doméstica, pensando cuánto me moldeó todo aquello”. La propia Yamma, recuerda, saltó una vez, con apenas seis años, para defender a su madre un momento en el que Brown iba a pegarla. Fue la última vez. Desvelando esos momentos las hermanas intentan situar a su familia en un momento temporal concreto, demostrar que eran humanos y hablar de lo ocurrido y de cómo superarlo. Deanna reconoce que la misma presencia de su padre era “intensa”. “Hubo una época en la que no me gustaba mi propio padre. No me gustaba por su comportamiento. Vi muchas cosas cuando crecía. Escuché mucho, lo que me podía haber dañado de por vida. Nunca tuvo esa ira contra nosotras porque éramos sus hijas. Era una situación entre marido y mujer”, defiende, explicando que su padre siempre acudía a pedirle disculpas a su madre. “Algo que no lo borraba todo, pero sabiendo de su compasión, mi madre era receptiva a ello”, afirma.

Tras su divorcio, Brown volvió a casarse, esta vez con Adrienne Rodriguez, en 1984, con quien no tuvo hijos. Durante su matrimonio —con frecuentes rupturas y reconciliaciones— fue detenido varias veces por malos tratos contra ella. De hecho, en esa época pasó tres años en la cárcel por huir de la policía, fue condenado por posesión de armas y pasó por un tratamiento por su consumo de drogas. Rodriguez falleció en 1996 y él pasó a vivir con Tomi Rae Hynie, su cuarta y última esposa... o no. Resulta que cuando se casaron Hynie ya estaba casada con otro hombre en Texas, y no se había divorciado oficialmente. Ella llegó a anular ese matrimonio, pero nunca se volvió a recasar oficialmente con el artista. En junio de 2001 tuvieron juntos al noveno y último hijo del músico, James Joseph Brown II, y en 2003 se separaron, aunque siguieron viviendo juntos. De ahí que tras la muerte de cantante en 2006 ella se presentara como su viuda legal... cuando ni siquiera había sido su esposa legalmente. La cuestión se complicó y las peleas entre los herederos hicieron que el entierro se pospusiera tres meses. La herencia tardó más en resolverse: sus 100 millones fueron objeto de juicios y disputas durante casi 15 años.

Lo que Brown quería es que la mayor parte de su legado sirviera para hacer escuelas y comedores para niños desfavorecidos del sur de Estados Unidos. Pero no fue tan fácil. Tomi Rae Hynie intentó meter baza —el Tribunal Supremo de Carolina del Sur declaró que no era la viuda legal nada menos que en 2021—, otras tres personas reclamaban ser hijos de Brown, sus herederos oficiales querían dinero rápido y tomaron decisiones legales (ventas de derechos, entre otros) antes de tiempo... y todo se complicó. Como declaró el fiscal general y luego gobernador de Carolina del Sur a The New York Times en 2014 hace una década, “el mayor enredo que se pueda imaginar”. La “oceánica obra discográfica” de James Brown, como la define el crítico Diego Manrique, ha sido incluso superada por su vida y por su leyenda.

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