El escritor fantasma de las memorias del príncipe Enrique recuerda cómo fue trabajar con él: “Me tenía exasperado”
Cuatro meses después de la publicación de ‘En la sombra’, J. R. Moehringer, encargado de escribir el libro, recuerda sus anécdotas junto al hijo de Carlos III y cómo temió ser despedido: “No me importaba el dinero. El tiempo y el esfuerzo que había invertido iba a desaparecer”
Cuando parecía que las aguas en torno al libro del príncipe Enrique de Inglaterra ya estaban calmadas, el escritor fantasma de las memorias, J. R. Moehringer, ha recuperado algunas de las anécdotas acerc...
Cuando parecía que las aguas en torno al libro del príncipe Enrique de Inglaterra ya estaban calmadas, el escritor fantasma de las memorias, J. R. Moehringer, ha recuperado algunas de las anécdotas acerca de cómo ha sido trabajar con él durante nada menos que dos años. En la sombra se convirtió tras su publicación en el libro más vendido en todo el mundo, llegando a romper récords, como el de la biografía más vendida en un solo día (1,3 millones de ejemplares). Cuatro meses después, el escritor ha relatado algunos de los secretos de su convivencia con el duque de Sussex en un escrito publicado en la revista estadounidense The New Yorker.
Las memorias terminaron por dinamitar la relación que Enrique de Inglaterra mantenía con su familia, que cada vez se encontraba más distante. Pero no fue lo único que se vio perjudicado. Moehringer relata en el artículo —escrito por él mismo y donde cuenta su experiencia como escritor en la sombra tanto del príncipe como del tenista André Agassi, con quien, asegura, tuvo una “conexión instantánea” pese a sus enormes diferencias— cómo sintió que estaba a punto de ser despedido tras una discusión con el hijo del rey Carlos III en verano de 2022. “Habíamos llegado a un pasaje difícil. Enrique, al final de agotadores ejercicios militares, es capturado por unos supuestos terroristas. Es una simulación, pero las torturas son muy reales”, explica el escritor. Tras recibir golpes y ser desnudado y puesto al límite, los secuestradores recuerdan de manera cruel a la princesa Diana, madre de Enrique, fallecida años atrás. “Incluso los falsos terroristas reconocen que han roto una regla inviolable. Arañar esa herida específica, el recuerdo de su madre muerta, está fuera de los límites”, rememora Moehringer. Siempre narrado desde la versión del príncipe Enrique, el escritor narra en el libro cómo finalmente los supuestos secuestradores se disculpan con él.
Esa simple anécdota a punto estuvo de dinamitar meses de trabajo. El duque de Sussex quería cerrar ese capítulo con una frase que le dijo a uno de los captores. Sin embargo, el escritor le aconsejaba eliminarla por considerarla “innecesaria y tonta”: “Me tenía exasperado. Me dolía la cabeza. No era la primera vez que discutíamos, pero noté algo diferente… como si estuviéramos acercándonos a una ruptura decisiva”. Un mal entendimiento entre ambos que terminó con el príncipe Enrique desahogándose con él: “Exhaló y con calma me explicó que, durante toda su vida, la gente había menospreciado sus capacidades intelectuales. Ese destello de inteligencia demostró que, incluso después de haber sido pateado y golpeado y privado de sueño y comida, tenía su ingenio”.
A pesar de esa confesión, ambos continuaron defendiendo sus posturas. El escritor se temía lo peor, incluso llegó a pensar que iba a ser despedido: “¿Debería haber sido más diplomático? ¿Debería haber cedido? Imaginé que me sacarían del proyecto poco después del amanecer. Casi podía escuchar la incómoda llamada telefónica con el agente de Enrique. No me importaba el dinero. Todo el tiempo y el esfuerzo que había invertido en las memorias… todo iba a desaparecer, así como así”. Algo que finalmente no ocurrió y la obra continúo tal y como estaba planeada, a pesar de esa pequeña rencilla entre ellos. Y la frase nunca se incluyó en el libro (ni Moehringer ha desvelado ahora cuáles eran esas ingeniosas palabras).
No todo fue malo durante el proceso de escritura. Moehringer también ha querido compartir otros momentos alegres y divertidos que vivió durante sus dos estancias en la casa de Montecito (California) donde residen el duque de Sussex y su familia. “Enrique me alojó en su casa de huéspedes, donde Meghan y Archie me visitaban en sus paseos vespertinos”, recuerda y añade: “Meghan, sabiendo que echaba de menos a mi familia, siempre traía bandejas de comida y dulces”.
La conexión entre Moehringer y Enrique surgió de inmediato durante su primera reunión por Zoom. El escritor relata su sorpresa al conocer que el príncipe quería hablar con él, y accedió a tener una reunión por videollamada. Afirma que nunca ha escrito este tipo de libros por dinero, pero que le hacía dudar el hecho de que Enrique no tuviera claro qué quería contar, hasta dónde quería llegar. En cambio, le atraía que no hubiera una fecha límite para el proyecto y tener tiempo para desarrollarlo.
La confianza se fue asentando y la pérdida de sus madres les vinculó más de lo que ambos esperaban: “La princesa Diana había muerto hacía 23 años. Mi madre acababa de morir”. El relato de lo que había vivido durante más de 30 años convenció al escritor para continuar con el proyecto que Enrique de Inglaterra tenía entre manos: “Encontré su historia reconocible y exasperante. La forma en la que le habían tratado, tanto los extraños como los íntimos, era grotesca”. En una entrevista en la revista People previa a la publicación del libro, el príncipe Enrique confesó como se había sentido al ser constantemente comparado con su hermano mayor, Guillermo. “Mi vida puede parecer intrascendente, pero la mayor parte de los hermanos pueden relacionarla con la lucha con las comparaciones”, afirmaba en enero Enrique. “Nosotros no somos una excepción”.