Una semana de la moda en Nueva York con formato Netflix

Lejos de su mejor momento creativo, la pasarela neoyorquina confirma la escisión del modelo de negocio entre los diseñadores que desfilan en las citas oficiales y los que lo hacen cuando quieren

Jason Wu posa con algunas de las modelos tras su desfile, celebrado en Nueva York el 14 de febrero de 2021.Jamie McCarthy (Getty Images for NYFW: The Shows)

A. P., es decir, antes de la pandemia, ya existía el debate sobre si los desfiles tradicionales constituían una herramienta para mostrar las colecciones demasiado rígida, costosa e incluso obsoleta, especialmente para las marcas más pequeñas. Pero la digitalización y renovación de las semanas de la moda no se materializó hasta que el coronavirus forzó un nuevo modelo de presentaciones online. Con un contenido íntegramente multimedia y sin eventos físicos, la pasarela de Nueva York...

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A. P., es decir, antes de la pandemia, ya existía el debate sobre si los desfiles tradicionales constituían una herramienta para mostrar las colecciones demasiado rígida, costosa e incluso obsoleta, especialmente para las marcas más pequeñas. Pero la digitalización y renovación de las semanas de la moda no se materializó hasta que el coronavirus forzó un nuevo modelo de presentaciones online. Con un contenido íntegramente multimedia y sin eventos físicos, la pasarela de Nueva York —que concluyó el jueves— inaugura la temporada otoño-invierno 2021 y confirma, además de un cambio de formato, la desintegración del calendario tradicional, que divide a los diseñadores entre aquellos que se ajustan a la agenda de las semanas de la moda y los que desfilan cuando quieren. Un Arriba y abajo de la moda que ha quedado plasmado en Nueva York mejor que en cualquier otra pasarela internacional.

Hace ya años que la cita estadounidense —organizada por la agencia de modelos y eventos IMG— había perdido relevancia, debido, en parte, a la fuga de algunos de sus participantes más reconocidos, como Altuzarra o Tommy Hilfiger; pero esta edición, además, competía con evento digital paralelo: el Calendario de la moda americana, lanzado por el Consejo de Diseñadores Estadounidenses (CFDA) y que arrancó el mismo día que la semana de la moda —el domingo 14 de febrero— para extenderse hasta al 15 de abril. Esta plataforma está integrada por firmas de peso internacional como Tom Ford, Carolina Herrera, Michael Kors o Tory Burch; marcas que tienen el músculo económico y el deseo de trascender el calendario oficial para presentar sus colecciones en una fecha que se ajuste mejor a su estrategia comercial, especialmente ahora que, sin eventos presenciales, no corren el riesgo de perder el tirón de prensa y compradores que arrastra la semana de la moda. Así, esta última ha concentrado fundamentalmente a diseñadores emergentes, que ensayan nuevas fórmulas para destacar dentro de la plataforma de contenidos en la que se ha convertido. Porque hoy, la NYFW es una web donde pueden descargarse las presentaciones digitales de las marcas de la misma forma que se ven series o películas en Netflix.

Una creación de Phillip Lim presentada en febrero de 2021 en el marco de los desfiles de Nueva York.

“El desfile convencional tiene un componente social que no te da el online: todo el tema de los famosos tiene un valor innegable. Pero el formato digital permite ser mucho más creativo a la hora de atraer al consumidor”, resume Custo Dalmau. El diseñador catalán, que estrenó el pasado miércoles un fashion film dirigido por Bárbara Barberá, lleva 25 años participando en la semana de la moda de Nueva York y es el último creador español que resiste en esta cita por la que pasaron también Desigual, Pedro del Hierro, Davidelfin, Palomo Spain o Delpozo. Toda una metáfora del devenir de la industria de la moda española. “Es difícil predecir qué pasará en el futuro, cuando ya no llevemos mascarillas o puedan volver a reunirse multitudes. Me cuesta creer que las pasarelas tradicionales vayan a desaparecer totalmente, y también que volvamos a lo mismo que había antes. Pienso que habrá una simbiosis en la que convivan los dos mundos”, argumenta Dalmau.

Diseño de Custo Barcelona en la Semana de la Moda de Nueva York.

En este periodo de transición, el interés reside en el proceso de transformación de unas semanas de la moda que llevan ancladas en el mismo formato desde que hace casi 80 años se celebrase la primera precisamente en Estados Unidos. Esta edición pasará a la historia por su dimensión digital, pero no por su legado creativo. Se recordará el año —esperemos que en singular— que sirvió de punto de inflexión, pero no sus colecciones. Desde la propuesta de Jason Wu, con estampados inspirados en el logo de Coca-Cola, a la colección cápsula de sudaderas de Rodarte en colaboración con Virgil Normal, una tienda de Los Ángeles especializada en prendas sin género; pasando por la sastrería deportiva de Philip Lim o la presencia de Ella Hemhoff, hijastra de la vicepresidenta de Kamala Harris, en Proenza Schouler.

Un diseño de Jason Wu en su desfile, celebrado en Nueva York el 14 de febrero de 2021.SplashNews.com (GTRES)

La forma resulta mucho más estimulante que el fondo. Y un buen ejemplo es Bathseva. La firma de Brooklyn retrató a amigas y musas cocinando sus recetas favoritas ataviadas con unos vestidos situados a medio camino entre La casa de la pradera y Drácula. O las fotografías de Collina Strada inspiradas en la serie de los noventa Animorphs que capturan prendas elaboradas con retales, sobrantes de producción y liquidaciones textiles.

Independientemente de si se trata de propuestas más comerciales o lujosas, como la de Gabriela Hearst, todas hablan de “un año para olvidar” —según define Dalmau— en el que, “aunque la maquinaria sigue en marcha, el consumo y la producción se han ralentizado peligrosamente”. Aun así, el diseñador español está convencido de que el interés en la moda no ha desaparecido: “Estamos viviendo un momento de contención y después vendrá otro de explosión. La gente querrá cosas maravillosas para socializar. El carnaval durará meses”.

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