Sinead O’Connor anuncia que ingresará en rehabilitación tras 30 años de adicciones

La cantante, que se convirtió al islam y se hace llamar Shuhada Sadaqat, ha cancelado todos sus conciertos hasta 2022 para poder curarse

Sinead O'Connor, en un concierto en Parma, Italia, en enero de 2020.Mairo Cinquetti (Cordon)

Reconocer un problema es el gran primer paso para deshacerse de él. Y Sinead O’Connor parece haberse dado cuenta de que, efectivamente, tiene uno que necesita solución. La cantante ha reconocido que durante años ha sufrido adicciones y que ahora va a buscarles una cura a través de un programa de rehabilitación que le ha hecho posponer todos sus conciertos hasta el año 2022, excepto los cuatro que tendrán lugar en Irlanda. Además de explicar que en estos recitales la acompañará “alguien de rehabilitación”, también ha expli...

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Reconocer un problema es el gran primer paso para deshacerse de él. Y Sinead O’Connor parece haberse dado cuenta de que, efectivamente, tiene uno que necesita solución. La cantante ha reconocido que durante años ha sufrido adicciones y que ahora va a buscarles una cura a través de un programa de rehabilitación que le ha hecho posponer todos sus conciertos hasta el año 2022, excepto los cuatro que tendrán lugar en Irlanda. Además de explicar que en estos recitales la acompañará “alguien de rehabilitación”, también ha explicado que durante los dos próximos años no puede dejar Irlanda, aunque no ha concretado los motivos.

En octubre de 2018 la cantante de origen irlandés se convirtió al islam y se cambió el nombre por el de Shuhada Davitt, aunque ahora en su cuenta de Twitter se hace llamar Shuhada Sadaqat. Un gran cambio de fe, puesto que, después de su explosiva imagen rompiendo una foto del papa Juan Pablo II en televisión en 1992, a finales de los años noventa se hizo ordenar sacerdote por un grupo independiente de la Iglesia católica.

En su perfil, la artista, de 53 años, ha colgado una veintena de mensajes donde explica el sufrimiento que lleva padeciendo desde hace tres décadas. Además, sufre un trastorno bipolar diagnosticado en 2003, el mismo año en el que anunció su retirada.

“Este es un mensaje para los que habéis comprado entradas para los conciertos del año que viene: se posponen hasta 2022 porque voy a entrar durante un año en un programa de tratamiento contra las adicciones y los traumas, porque los últimos seis años han sido muy traumáticos y este ha sido el último, pero ahora empieza la recuperación”, escribía en el primero de sus tuits O’Connor, que después se animaba a dar más explicaciones al respecto.

“Este año he perdido a alguien muy querido y me ha afectado tanto que me convertí en una adicta a una droga, otra distinta de la marihuana”, explicaba, afirmando que ha sido “adicta a la hierba durante 34 años. Toda una vida”. “Crecí con muchos traumas y abusos. Luego me fui directa al negocio de la música. Y en realidad nunca aprendí a llevar una vida normal. Nunca me tomé el tiempo necesario para curarme. Además, tampoco estaba preparada para ello”, relata, y por eso les pide a sus seguidores: “Os pediría por favor que fuerais comprensivos y un apoyo y que guardéis vuestras entradas para 2022, porque volveré con un nuevo álbum y una gira. Siento de veras los problemas que esto pueda ocasionaros".

Sin embargo, su mensaje no acaba ahí y la vocalista de Nothing compares to you sigue desgranando algunos de sus problemas. Cuenta O’Connor que este último año ha sido duro para ella porque uno de sus hijos “ha estado enfermo, ahora está mejor, gracias a Dios. Aunque su mamá necesita cariño”. La vocalista —que en el año 2000 afirmó que era lesbiana, aunque luego se retractó— ha estado casada con cuatro hombres y tiene cuatro hijos de entre 32 y 13 años, Jake, Roisin, Yeshua y Shane. Los chicos son de cuatro padres diferentes y solo el mayor es de uno de sus maridos, de hecho del primero, el productor John Reynolds.

“Si me tomo este tiempo para recuperarme”, argumenta la artista, “estaré en forma para toda una vida de giras. Si no, no lo estaré”. Y se sigue justificando con sus seguidores. “Si supierais los seis años que he pasado, sabríais de lo que estoy hablando. Y lo explicaré todo claramente en 2022”, deja caer.

“El negocio de la música no perdona a los artistas que necesitan posponer [conciertos] por cuestiones emocionales o de salud mental. Les pediría a mis agentes y promotores que miren en sus almas y que me apoyen en este paso para poder lograr una vida en la que ser feliz. ¡Y todos podremos ganar dinero!", afirma con humor. Luego, sin embargo, se pone más seria: “Si tomar este paso significa acabar con mi carrera, que así sea. ¡Pero lanzaré ese maldito álbum antes de irme!”.

Aunque la cantante asegura que no desvelará qué le pasa hasta 2022, mantiene que su autobiografía —de la que hará promoción online— “se lanzará en junio de 2021, como estaba planeado”. Su parón no significa que deje de comunicarse con sus seguidores. Su tratamiento arrancará la semana que viene, explica, pero seguirá colgando mensajes a través de Twitter, “la mayoría sobre lo gilipollas que es Trump", asegura.

Pese a que ella no cuente exactamente qué ha pasado, los últimos años de O’Connor han sido, como poco, erráticos. En 2015, tras despedir a su representante por estafa, realizó una publicación en su cuenta de Facebook en la que publicaba una serie de durísimos mensajes, una nota de suicidio y explicaba que había tomado una sobredosis. En mayo de 2016, tras denunciar que el cómico Arsenio Hall era el camello que le suministraba droga a Prince, desapareció y la policía la encontró un día después en Chicago. En 2017, hablaba ante la cámara en un preocupante vídeo en el que, llorando, afirmaba tener “tendencias suicidas”.

“Estoy viviendo en un motel en lo más profundo de Nueva Jersey y estoy completamente sola, sin nadie en mi vida excepto mi psiquiatra, que es el hombre más dulce del mundo y dice que soy su heroína”, detallaba entonces la cantante. “Las enfermedades mentales son un poco como las drogas, porque no les importa una mierda quién eres, y lo peor es que al estigma tampoco le importa”.

A finales de 2018 llegó su conversión al islam y empezó a atacar sin filtros a Donald Trump y también a “los blancos”, en general, algo por lo que pidió perdón en 2019. Hace unos meses mantuvo una entrevista en la cadena irlandesa RTE con el cómico Tommy Tiernan. “Había mucha mierda en mi vida que me hizo perder la cabeza, y en medio de todo ello sufrí una histerectomía radical [extirpación de útero, ovarios, cuello uterino y trompas de Falopio] que habría vuelto loca a cualquiera”, relataba entonces, afirmando que estuvo “en serio peligro de muerte”.

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