Carlos Iglesias se ríe de sí mismo en tiempos de pandemia
El actor y director, nuevo fichaje de ‘El Hormiguero’, ha escrito un guion basado en su experiencia familiar y vecinal durante el confinamiento
Cuando el pasado 23 de septiembre Pablo Motos presentó a Carlos Iglesias como uno de sus colaboradores para esta nueva temporada de El Hormiguero se hizo un silencio asombroso en el plató y seguro también que en muchas casas, pues el presentador despellejó, de manera literal, al actor, guionista y director. “Nunca pensé que recibiría presiones por parte de esta cadena para cont...
Cuando el pasado 23 de septiembre Pablo Motos presentó a Carlos Iglesias como uno de sus colaboradores para esta nueva temporada de El Hormiguero se hizo un silencio asombroso en el plató y seguro también que en muchas casas, pues el presentador despellejó, de manera literal, al actor, guionista y director. “Nunca pensé que recibiría presiones por parte de esta cadena para contratar a un colaborador. Esta persona en su día hizo una serie que triunfó mucho y ya está. De ahí, para abajo. Y como no lo quiere nadie me lo han encasquetado a mí. Con todos ustedes, y espero que por poco tiempo, Carlos Iglesias”. Así hacía su entrada en el programa de Atresmedia el actor de Manos a la obra que, en pleno papel del propio Benito Lopera de la mítica serie de finales de los años noventa no dudó en contestar y sacar algunos trapos sucios del presentador.
Una auténtica sátira de apenas siete minutos que revolucionó las redes sociales. Cientos de internautas comentaron la situación, algunos enfadados con el conductor del show y otros mostrando su apoyo al cineasta. “Recibí 500 mensajes, muchos de ellos de gente muy cercana que se habían creído todo. Señores, esto es televisión”, cuenta riendo Iglesias a EL PAÍS y aclara que fue un sketch que escribió él mismo con la total libertad de Motos. De esta forma, Carlos Iglesias ha regresado fuerte a la televisión: riéndose de sí mismo gracias a su personaje más recordado por los españoles, ese albañil vago y chapucero pero de buen corazón.
Con estas dos colaboraciones al mes que realizará en El Hormiguero, Iglesias pretende recuperar de alguna manera esa serie en la que primaba el humor cargado de ternura que finalizó hace ya casi 20 años. A su lado no le acompañará el adorable Manolo, interpretado por Ángel de Andrés, quien falleció en 2016 a causa de un infarto y al que estaba muy unido. “Manos a la obra tiene una cantidad de seguidores hoy en día que es muy friki”, revela entusiasmado. “Es una forma de que el mundo vea que no estás muerto. Cuando me lo propusieron lo acepté porque así mi madre me ve en la tele”, bromea de nuevo.
A su madre, Iglesias le dedicó su debut en la dirección con Un franco, 14 pesetas, basada en la historia real de su familia, que emigró a Suiza durante los años 60 y que le valió una nominación a los Goya como mejor director novel y varios premios en el Festival de Málaga de 2006. “Una película que me ha dado muchísimas satisfacciones. Yo nunca quise ser director, quise hacer un homenaje a mis padres”, cuenta todavía ilusionado por su primer gran proyecto que tardó cuatro años en sacar adelante. Entonces se enfrentó con mucho vértigo pero una vez se le metió el veneno dentro ya no quiso antídoto. Llegaron la secuela, Dos francos 40 pesetas (2014), Ispansi (2010) y La suite nupcial (2020). Todas ellas elaboradas y trabajadas, cuenta, junto al mismo equipo con el que empezó. Y es que para el cineasta que comenzó como dibujante publicitario y se crio entre Suiza, Alicante y Madrid su gente es esencial. Tal es así que no le importa mezclar trabajo con familia y en su última obra contó con su mujer, la actriz Eloisa Vargas, quien lleva a su lado 35 años, y su hija Paula, que a sus 28 años va abriéndose camino en la industria. “Tengo dos muy buenas actrices en casa… cómo evitar escribir papeles pensando en ellas”, dice sobre cómo toma de referencia su propio entorno para escribir, aunque a veces se pueda volver en su contra. “Te respetan menos. Te chulean todo lo que quieren y te contestan”, cuenta entre risas mientras admite que todo lo que crea lo comparte y consulta siempre con su mujer. “Cada dos folios lo discutimos y a veces admito sus correcciones y otras no, aunque es persistente”, añade mientras una voz femenina interrumpe su charla desde su casa de Collado Villalba, en la sierra madrileña, para avisar de que “las chicas se marchan”.
Con ellas precisamente preparaba una obra de teatro, pero la pandemia truncó sus planes. “Nos hacía mucha ilusión que nos contrataran a los tres. Íbamos a empezar los ensayos cuando cayó la pandemia”, explica con un deje de alivio porque, reconoce, el coronavirus le impone mucho y no se imagina en esta situación tener que salir a saludar al público. “El contacto directo con la gente es maravilloso, pero en estos momentos a mí no me termina de convencer”.
Habla con conocimiento de causa. Esta enfermedad se ha llevado por delante a dos de sus mejores amigos y él removió cielo y tierra para que su hijo de 25 años regresara a casa de un viaje que había iniciado por México. “Tuve que recurrir a la embajada española para que le dejaran volver”, cuenta todavía con un deje de angustia en su voz. Conoce al cónsul español en Zúrich y gracias a este y a otros contactos en México iniciaron los trámites. “Ahora estamos acostumbrados, estamos conviviendo con la pandemia de una forma más natural si podemos decirlo así. Pero al principio no sabíamos qué era esto que está matando a tantísima gente”.
Cuando por fin los cuatro se instalaron en su casa de la sierra madrileña, al principio el chico permaneció aislado en su habitación —"le compré una televisión y le subíamos la comida"—, volvieron a revivir aquellos momentos que compartían cuando sus hijos eran pequeños. El confinamiento no lo llevó del todo mal —gracias en parte a que al tener un perro podía salir al campo—y además le sirvió de inspiración para su último proyecto: un guion basado en cómo vive una comunidad de vecinos un confinamiento que, igual que su opera prima, seguro que tendrá una parte autobiográfica. Ya está buscando aliados para llevarlo al cine o televisión, pero tiene el título claro: Usted no aplaude a las ocho. Él, que sí salía al balcón a homenajear a los trabajadores durante el estado de alarma, reflexiona sin que la interlocutora le pregunte sobre la situación actual en el país. “Estamos bien jodidos, y va para largo. No se ve la luz y cada día es todo más complejo por los políticos. Es absurdo. Pero [la política] es una lacra que arrastra este país desde siempre”, dice apenado sobre cómo la situación sanitaria ha quedado eclipsada por una discusión política.
No es la primera vez que opina sobre política. Ya lo hizo en 2017 cuando el entonces Gobierno del Partido Popular rebajó el IVA a toros, teatro y conciertos pero no incluyó al cine, e Iglesias se mostró muy crítico. “Es como si el cine no formara parte de la cultura y clavar una espada a un ser vivo sí”, dijo en una entrevista en La Sexta sobre la decisión del Gobierno. Antes, en 2014, también participó en la manifestación contra la Ley Lassalle, como se conoció a la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual por el apellido del secretario de Estado para Cultura. Él se siente afortunado, pero insiste en que todavía tienen que cambiar muchas cosas. “Levantar un proyecto en este país es bastante complejo. Y con esto de la pandemia ni te cuento. Es necesario que las cosas mejoren”. Reconoce que la interpretación es una profesión preciosa pero muy ingrata, “te tienen que dejar hacerla”. “Yo como media tardo cuatro años en sacar un proyecto adelante. Si se da bien. Así que a mi edad me quedan dos trailers como mucho”, bromea, una vez más, el actor, guionista y director de 65 años. No piensa en el retiro, pero sí disfruta al máximo el tiempo libre que le deja su trabajo y que aprovecha cogiendo su furgoneta camperizada y lanzándose a las montañas con su familia, su gente, su mayor respiro.