Éxito y caída de Jesús Quintero, ‘El loco de la colina’
El periodista, que triunfó en la década de los ochenta con sus personales e intimistas entrevistas, ha estado ingresado en un hospital de Huelva y tiene problemas económicos desde hace años
Rizos sublevados, un fular al cuello y casi siempre una nube de humo a su alrededor para poner ese toque de misterio intimista que Jesús Quintero daba a sus entrevistas repletas de silencios. Con su estilo iluminado consiguió que se desnudaran entrevistados rebeldes en televisión como ahora lo hacen los que viajan con Jesús Calleja, ...
Rizos sublevados, un fular al cuello y casi siempre una nube de humo a su alrededor para poner ese toque de misterio intimista que Jesús Quintero daba a sus entrevistas repletas de silencios. Con su estilo iluminado consiguió que se desnudaran entrevistados rebeldes en televisión como ahora lo hacen los que viajan con Jesús Calleja, comen con Bertín Osborne o deciden hablar de lo que con otros callan con Jordi Évole. Su estilo era propio. A algunos les encantaba, otros dormitaban mientras Quintero miraba fijamente a los ojos de los entrevistados y enmudecía durante segundos eternos recreándose en las caladas de su cigarrillo, que entonces no estaba mal visto como atrezzo en televisión. La única verdad es que no dejaba a nadie indiferente, un valor que manejaba con soltura en sus programas radiofónicos y televisivos, y que le hizo cosechar éxitos y fortuna.
Eso ocurrió durante la década de los ochenta, pero desde hace años ya no está en primera línea mediática. El pasado domingo abandonó el hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, en el que estuvo ingresado desde finales de junio sin que haya trascendido la causa. Durante estas semanas los rumores sobre el estado de salud del periodista, que el próximo mes de agosto cumplirá 80 años, han llegado a preocupar, pero los familiares y amigos que le han acompañado en todo momento han afirmado a distintos medios que ahora “se encuentra perfectamente”. Sin dar más detalles porque él, entrevistador de fondo, siempre ha sido muy suyo con su vida privada.
El loco de la colina, sobrenombre con el que se le rebautizó tras el éxito del programa homónimo que le lanzó a la fama primero en radio y años más tarde en televisión, ha sido un hombre de luces y sombras. Pasó de estrella rutilante a fantasma perdido voluntariamente en su propio mundo. En febrero de este año concedió a El Español una de las escasas entrevistas que existen de él en los últimos años. En ella dejó claro que no lo iba a poner fácil: “A mí me atrae la entrevista literaria. No me gusta cuando el periodista llega con su interrogatorio, graba, se va al periódico, se pone un whisky y piensa: ‘A este le voy a dar un viaje…”. Quintero debe llevar años sin pisar una Redacción porque los whiskys están desaparecidos de ellas, pero entre muchos de sus seguidores sigue siendo “el maestro”.
Para él ser periodista es ser “psicoanalista y confesor” y en ambas profesiones escuchar es una de las reglas de oro. Por eso en ese mismo encuentro Quintero afirmó: “Los silencios fluyen de manera natural… Cuando el entrevistado dice una tontería, el silencio lo demuestra. Cuando el entrevistado dice algo interesante, el silencio también lo demuestra. Lo fundamental es ser honrado y transmitir verdad”.
Se ha confesado actor frustrado, adicto al psicoanálisis desde hace dos décadas y también sufridor de depresiones profundas que le hacían indagar mucho en el significado del sufrimiento. También ha sabido lo que es estar arriba, tocando la gloria, y tener que vivir sin apenas dinero. A principios de 2018 fue desahuciado del teatro sevillano que llevaba su apellido por no pagar el alquiler durante más de dos años y medio. La empresa propietaria del inmueble aseguró que le debía 540.000 euros, que a pesar de las sentencias en contra, afirmaba que nunca pagó.
Unos años antes, en 2016, las transcripciones del sumario del caso Ausbanc, según ha publicado Vanitatis, ya dejaban rastro de que su economía no vivía su mejor época. En ellas se le escuchaba decir que sus hijas lo habían demandado por no pagar sus estudios y pedía ayuda para que no le embargaran sus propiedades porque no tenía dinero ni trabajo. Entonces se supo que había puesto a la venta, por 1,3 millones de euros su propiedad más preciada, el ático en el que vivía en Sevilla, cerca de la catedral.
El Loco parece que está ahora fuera de peligro en lo que a su salud se refiere. A pesar del contenido de las grabaciones citadas anteriormente, fuentes próximas al periodista desmienten que sus hijas Andrea, fruto de su unión con Ángeles Urrutia, y Lola, a quien tuvo con la periodista Joana Bonet, con quien mantiene una relación cordial, hayan presentado demandas contra su padre. Otra cosa es la poca suerte que ha tenido en los negocios, muchos de los cuales han fracasado: la emisora Radio América, Televisión Babilonia y El Café de la Luna. Idealista, con fama de manirroto y también de buena gente, Quintero sigue surcando su mundo interior aunque ahora las generaciones más jóvenes no sepan que forma parte de la historia del periodismo de este país.