Fresones con salsa de naranja y almendras

Ni yo me lo creo. / EL COMIDISTA

Dior no me ha llamado por el camino del emplatado, y mucho menos del emplatado de postres. Normalmente salgo del paso con presentaciones más o menos dignas, que apuestan por el minimalismo para no meter la pata. Sin embargo, muy muy muy de vez en cuando, el espíritu del hijo de Paco Torreblanca y Jordi Roca me posee y facturo cosas que no parecen una papilla con trozos. La receta de hoy nació en uno de esos fugaces instantes de habilidad repostera.

El postre mezcla las virtudes de dos formas clásicas de tomar las fresas (con zumo de naranja y con nata), pero evitando el elemento lácteo (para que luego os quejéis de mí, veganos). Para lograrlo, tiré del fruto seco que mejor se lleva con esta fruta fresca, la almendra, y elaboré una especie de ajoblanco dulce sin ajo. Como los fresones actuales, que a este paso van a alcanzar el tamaño de las sandías, no destacan por su gran sabor, los bañé en una reducción de vino blanco y miel, y rematé la fiesta con el punto crocante de las almendras tostadas.

Es un plato bastante rápido de hacer, que por su aspecto parece más trabajado de lo que en realidad es. Casi se podría considerar un jetapostre. Su paso más delicado quizá sea el de la reducción: si te quedas corto quedará demasiado líquida, y si te pasas, conseguirás un pegamento muy eficaz para pegar baldosas. Así que mucho ojito.

Dificultad: Cortimers in the jungle.

Ingredientes

Para 4 personas

  • 500 g de fresones
  • 100 g de almendras crudas
  • 4 picos de pan o regañas
  • 450 ml de zumo de naranja
  • 400 ml de vino blanco
  • 50 g de miel
  • 1 cucharada de amaro o licor de almendras

Instrucciones

1.
Poner en un cazo a fuego medio el vino con la miel, y dejar que reduzca hasta que adquiera una consistencia de sirope (cuando empieza a burbujear con fuerza). Dejar enfriar.
2.
Mientras, triturar 70 gramos de las almendras con el zumo de naranja, el amaro y los picos durante unos minutos, hasta que quede una consistencia de crema. Meter en la nevera y dejar reposar hasta que se enfríe.
3.
Tostar las almendras restantes en una sartén a fuego suave, con cuidado de que no se quemen. Hasta aquí se puede hacer con antelación.
4.
Cortar el tallo de los fresones y su parte blanca con un corte recto, con el que conseguiremos una base plana para apoyarlos. Repartirlos en platos hondos dejando un poco de separación entre unos y otros.
5.
Con una cuchara, mojar los fresones con la reducción de vino blanco (puede que no haga falta usarla toda).
6.
Inundar los platos con la crema de najanja y almendras (si ésta ha quedado muy espesa, diluirla con un poco más de zumo), para que las fresas parezcan islotes. Terminar repartiendo las almendras tostadas por encima.

Sobre la firma

Archivado En