Ganarse la vida con el ecodiseño
Muy presente en las ingenierías y la arquitectura, la fabricación responsable se abre camino en las aulas y el mercado laboral
Ecodiseño es una de esas raras palabras que desaparecen cuando se pronuncian. En las aulas se reparten entre las ingenierías y Arquitectura. Pero ecodiseño tiene tantos sinónimos que gana infinidad de significados. Diseño sostenible, diseño ecológico, diseño circular. La estructura en los pupitres cuenta con dos maneras de sentarse. En las enseñanzas ingenieriles es una asignatura transversal; recorre, de una forma u otra, el programa. Por el contrario, en Arquitectura suele enseñarse en los másteres. Claro que existen excepciones en una palabra que tiende a desaparecer en múltiples conceptos al pronunciarse. Surge, con naturalidad, en Bellas Artes.
En la Universidad de Navarra, los alumnos que cursan el grado de Diseño la encontrarán en sus libros. Atraviesa la formación al igual que una bisectriz. También, y esto tiene su belleza, aparecen el reciclaje y la artesanía. Algo que posee esa etiqueta tan innovadora y contemporánea nos lleva a la noche de los tiempos: al barro, la arcilla. “Para un arquitecto resulta esencial hablar de sostenibilidad de una vivienda, ahorro energético o certificaciones”, detalla Eduardo Domingo, director de Desarrollo de Arquitectura. Esta última cualidad es básica en el Máster de Diseño y Gestión Ambiental de Edificios (60 créditos, un año y 18.240 euros). Es decir, saber manejar, en la práctica, todo este espacio de etiquetas obligatorias que llegan de Europa, como el LEED (en español, Líder en Eficiencia Energética y Diseño Sostenible) o BREEAM® (garantiza la sostenibilidad de los edificios).
Los ingenieros son ingenieros al igual que una rosa es una rosa. La Universidad Politécnica de Valencia (UPV) ha incluido la cambiante palabra dentro de su Máster Universitario de Ingeniería del Diseño. Unos 90 créditos. Traspasados al calendario, un año y medio con un coste que ronda los 2.700 euros. Hace dos décadas que forma parte de la narrativa de sus aulas. “En la visión de la ingeniería tiene mucha importancia que se halle en todas las fases de la creación desde un producto a un sistema”, resume Salvador Capuz, director del Departamento de Proyectos de Ingeniería de la UPV, quien avisa de que los problemas complejos, como la crisis climática, carecen de soluciones sencillas. Aporta un ejemplo de la dificultad de crear una ecuación que funcione en todos los ecosistemas. Las bolsas de basura son un problema bien conocido, pues terminan, sin degradarse, en el mar. Los nuevos bioplásticos emplean nanoarcillas para darles consistencia, pero nadie sabe cuál será su comportamiento cuando se separen del plástico original.
Desde luego, cualquier enseñanza que empiece por la palabra ingeniería tiene el empleo asegurado en esta época. En la formación de Ingeniería Mecánica de la Universidad Pontificia Comillas lo incorporarán a sus planes de estudio. “Le damos mucho valor sobre todo en la rama mecánica”, detalla Carlos Morales, docente en esa disciplina. Durante la fabricación de piezas las exigencias del ecodiseño resultan esenciales. Donde más se profundiza en este concepto tal vez sea en el Máster en Medioambiente y Transición Energética (60 créditos, un año, 14.353 euros). La buena noticia en este mundo de la ingeniería, saturado de chicos, es que la mitad son ya mujeres.
Carreteras paralelas
Otros centros no tienen incorporado el ecodiseño en el programa, quizá porque viajan por carreteras paralelas. El Máster en Diseño Industrial (11.540 euros) de la Escuela Politécnica Superior de Nebrija incluye conocimientos de envase y medio ambiente. Trabajan, por ejemplo, con biomateriales y su aplicación. Ese caminar al lado, cuenta Joseba Azcaray, director del grado universitario de Ingeniería en Diseño y Desarrollo de Producto, lleva a que el diseño piense en la industria. Por su parte, el grado en Diseño de Interiores (cuatro años, 11.040 euros por curso) es una “búsqueda de un menor impacto medioambiental, materiales sostenibles, reciclaje y certificaciones”, desgrana Iker López, responsable del grado.
A ese Sur en el que pensaba el extraordinario director Víctor Erice, y que nunca pudo filmar, es adonde se dirige la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Sevilla (ETSI); en concreto, a sus encerados y al Máster de Ingeniería Ambiental (60 créditos, un año, 820,8 euros), con dos asignaturas básicas: Análisis del ciclo de vida y Economía circular. Minimizar el impacto del producto en el medio ambiente y “casi perpetuar” su vida útil. Al fondo, el objetivo es reducir la huella de carbono gracias a las ecoherramientas. Y estudiar los artículos y los sistemas con el detalle de fotogramas de una película de celuloide. Un aerogenerador sin aspas puede ser una salvación para las aves, pero hay que considerar el reciclaje de los materiales con los que fue creado. El hidrógeno verde es una apuesta energética de Estado. Si la producción fuera constante, fiable y económica se podría extender tanto a vehículos eléctricos como de combustión. Pero hace falta utilizar iridio y resulta muy caro. “Tienes que pensar en el ciclo de vida y en toda la cadena de valor o, si no, cometes errores”, avisa Bernabé Alonso, profesor de la ETSI. Quizá —reflexionando en esos conocimientos más avanzados— proponen a los estudiantes un doble Máster Universitario en Ingeniería Química e Ingeniería Ambiental. Son 127 créditos, dos años en tiempo, y 1.737,36 euros en recursos.
Sin embargo, más al sur de la Ingeniería y la Arquitectura, el ecodiseño también encuentra un lugar en las Bellas Artes. “El diseño como herramienta de cambio social”, sintetiza Ángel Sesma, profesor asociado del Departamento de Diseño e Imagen en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Su enseñanza, Materiales y procesos de fabricación, dura un cuatrimestre y transita —son asignaturas obligatorias— junto a Maquetas y prototipados, y Diseño de producto. No es solo aprender a trabajar con biomateriales; también darse cuenta de que el gran error en el diseño de muchos artículos es que están concebidos de tal manera que resulta imposible separar sus componentes. “En esas asignaturas se experimenta con biomateriales y materiotecas de código libre, se tratan los principios de ecodiseño, la reutilización de componentes, con el propósito de conseguir iniciativas sostenibles, inocuas y circulares”, subraya el docente. En la Escuela Superior de Ingenierías Industrial, Aeroespacial y Audiovisual (ESEIAAT), dentro de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), ofrecen el grado de Ingeniería Industrial. No se trata solo de la creación de productos, sino de su “fabricabilidad”. Hablamos de materiales y en el último curso los chicos aprenden a desarrollar un plan de negocio. Durante 1º es obligatoria Tecnologías medioambientales y sostenibilidad, y en 3º, en el centro de Terrassa, el ecodiseño mantiene un carácter optativo. Lo más interesante es que el proyecto fin de carrera responde a peticiones de empresas que deben, por ejemplo, convertir en reciclable sus envoltorios. Un camino práctico a la marmita de oro al final del arco iris donde encontrar el ecodiseño.
Trazos para profesionales
En ese territorio de lo exclusivo que son las escuelas de negocios, el ecodiseño no encuentra aún un lugar propio. Pese a todo, según una nota de Esade, sus programas incorporan aspectos sobre sostenibilidad que son relevantes para el diseño industrial y el mundo ambiental. Temas como la economía circular, la gestión del ciclo de vida o la eficiencia de los materiales. Estos conceptos se transforman en cursos, entre otros, el Master of Science in Sustainability Management (un año académico y se imparte en inglés), el Programa Economía Circular Executive Education (dura tres meses y se centra en la transición hacia un modelo de economía circular) o el Programa Liderazgo Sostenible: Integración Estratégica de la Agenda 2030 y Criterios ESG. Tiza en manos de profesionales.