Un lugar propio para celebrar: así han sido los primeros Premios de la Moda Española
Los galardones celebraron anoche que en nuestro país (también) suceden cosas. No hubo ganadores ni perdedores, todos se felicitaron y compartieron una alegría que es de todos, porque, básicamente, no existía un reconocimiento que homenajease al sector
En un bar cerca del Teatro Fernán Gómez, el lugar donde se celebraba la primera edición de los premios de la moda española, los diseñadores más importante del país, o al menos los que todos los aficionados a la moda conocen, celebraban estar juntos, aupaban a los premiados y brindaban porque hubiera un evento que les permitiera reencontrarse y ser reconocidos por el sector.
Pasa en Nueva York, pasa en Londres y pasa en muchas capitales menores de la moda, aunque aquí, como suele ocurrir, muchos levanten la ceja y prefieran pensar que en París o en Milán pasan cosas más importantes, como si cualquier ciudad se pudiera comparar a esas dos ciudades en lo que a historia y cultura de la moda se refiere; como si en España no pasaran cosas. Pasan, pero quedaron algunas (pocas) butacas vacías porque para muchos debe no ser suficiente, aunque incluso a los premios de talentos jóvenes de ese Milán o ese París que tanto idolatran acudan las personalidades más famosas del sector. La moda española no será la más competitiva de Europa, pero precisamente por eso se piensa en colectivo; no hay ganadores ni perdedores, todos se felicitaron y compartieron un premio que es de todos, porque, básicamente, nunca ha habido hasta ahora unos premios que los celebren como sector.
En cualquier caso, la escalinata de la Biblioteca Nacional se convirtió durante la noche del jueves en la gran alfombra roja de la moda española. Por allí desfilaron durante el atardecer actrices, modelos e influencers vistiendo diseños de algunos de los creadores más destacados de la moda de autor patria. Así comenzaba la antesala a los I Premios de la Academia de la moda española.
La Fundación Academia de la Moda Española se creó en 2021 para promocionar la moda de autor nacional dentro y fuera del país. “La creamos para unir a todo el sector y darle el valor que merece ante la sociedad”, explica este periódico Pepa Bueno, directora ejecutiva de ACME y vicepresidenta de la Fundación. “Estos premios son una línea de trabajo más en este sentido; eran necesarios unos premios donde el propio sector fuera el que reconociera al sector y estuviera representada toda la cadena de valor que hace posible la moda española”, comenta.
Los patronos de la Fundación (Modesto Lomba, Pepa Bueno, Beatriz González Cristóbal, Alejandra Caro, Juan Duyos, Juanjo Oliva, Héctor Jareño y Helena Rohner) han elegido a 129 académicos fundadores, un número que rinde homenaje a los años que cumpliría Cristóbal Balenciaga: un grupo de creativos, artesanos, empresarios, estilistas o periodistas que han votado en ocho categorías, primero a los 40 nominados y finalmente a los ocho ganadores. Los galardones, diseñados por Helena Rohner, también homenajean al diseñador vasco, reproduciendo en cerámica y nogal uno de sus tocados más famosos.
“Dos años de muchas reuniones, de mucho esfuerzo hasta llegar hasta aquí”, así comenzaba Nieves Álvarez, conductora de la gala y vestida de Sybilla, una ceremonia que iniciaba con una actuación que imitaba a Locomía, “los ochenta, cuando la moda española explotaba”, comentó Álvarez, en una ceremonia en la que los presentadores de los premios iban hilando citas clásicas de grandes diseñadores del siglo XX para presentar los galardones (quizá el guion no era el esperado), y que se combinaba con actuaciones nostálgicas y (obviamente) muy aplaudidas: Soy yo, de Marta Sánchez, o Historias de amor, de OBK, pusieron al público en pie, incluso al que acudía al evento esperando poco o nada.
Los que esperaban que las votaciones premiaran “a los de siempre” (ellos saben quiénes son) nuevamente se equivocaron. El premio a la mejor colección fue para Follow me 004 de Acromatyx, el dúo creativo formado por Xavi García y Franx de Cristal que explora desde una entre lo cyber y el gótico, problemáticas situaciones actuales; Merina, el espectáculo de danza y moda creado por Oteyza recibió el premio a la mejor presentación; Índico, inspirada en once personajes mitológicos le valió a marca joyera Suma Cruz el premio a la mejor colección de accesorios y Carlota Barrera, la diseñadora que ha roto estereotipos en la moda masculina actual, ganó en la categoría de mejor talento novel.
Rossy de Palma agradecía a través de un vídeo su premio a la mejor embajadora de la moda española, que se disputaba con Jesús María Montes - Fernández (director del programa Flash moda), Juana Martín, Lorenzo Caprile y Nieves Álvarez. Enrique Silla, fundador de Jeanología, la empresa que patentó un sistema de lavado de denim sin agua y que colabora con gigantes como Levi’s, recogía el galardón al mejor proyecto empresarial. La gran labor que desde hace años ejerce Leandro Cano poniendo en valor la artesanía tradicional española en sus creaciones fue distinguida en la categoría Sostenibilidad, Innovación y Altas Artesanías aplicadas a la Moda. La iniciativa Madrid es Moda, que lleva desde hace más de una década acercando la moda de autor española al público de la capital, ganó como mejor proyecto de Impulso y Difusión.
Los patronos de la Academia han elegido personalmente dos galardones: el Premio de Honor, que fue a parar a Pedro del Hierro, uno de los grandes impulsores de la moda nacional y cuya firma, hoy propiedad del grupo Tendam, celebra su cincuenta aniversario, “un éxito industrial, pero sobre todo humano”, afirmaban sus directores creativos actuales, Nacho Aguallo y Álex Miralles. Ainhoa García Echaniz recogía a su vez el premio a la mejor colección internacional para Rabanne, aunque la firma la creó un español y ahora es propiedad del grupo catalán Puig, su sede y sus desfilen siempre han estado en París: “Todos trabajamos cada día por mantener vivo el legado de Paco”, afirmaba la directora de operaciones de la enseña.
Nieves cerraba la gala con un vestido de Jesús del Pozo con el que desfiló, según contaba, hace 25 años. Macarena Blanchón, responsable de comunicación de la Academia, se enorgullecía de llevar su vestido de David Delfín y de que Diego Moncada, al que David descubrió en un restaurante y convirtió en inspiración para sus colecciones, hubiera acudido a la cita vestido con un diseño del creador fallecido hace siete años. Eso han sido los primeros, de muchos, premios de la moda española: un lugar en el que encontrarse y recordar a los que allanaron el camino y a los que hoy lo transitan. El sitio donde todos los diseñadores, premiados o no, se han abrazado y han brindado en un bar por volver a estar juntos.