¿Cuál es el tamaño normal del pene? ¿Es malo masturbarse mucho? Estas y otras preguntas reales de adolescentes sobre sexo
Los interminables recursos de internet ofrecen a los jóvenes mucha información sobre sexo, pero ello no se traduce necesariamente en una buena educación sexual. Todavía siguen apareciendo risitas ante determinadas palabras, sus preocupaciones en general siguen siendo muy básicas y hay temáticas como la pérdida de la virginidad o los métodos de prevención que siguen suscitando muchas dudas
“¿Por qué las lesbianas se masturban con penes de plástico y no con vaginas?”. Esta es una pregunta real de un o una adolescente (la cuestión se formuló de manera anónima) de unos 14 años realizada durante un taller de educación sexual. Llevo años impartiendo formación de esta temática a alumnado de Secundaria y siempre ofrezco la posibilidad de preguntar lo que quieran. La duda anterior fue de las que más me sorprendió por el razonamiento tan lógico que tiene y, a la vez, por el desconocimiento (o inocencia) sobre sexualidad que muestra.
Con la facilidad de acceso a los interminables recursos de internet, hay quienes pueden pensar que los adolescentes actuales ya tienen suficiente información sobre sexo. Es posible que sí dispongan de mucha, pero eso no significa que tengan una buena educación sexual. De hecho, el propio alumnado agradece que se traten estos contenidos de forma fiable y rigurosa a la vez que cercana. Por otro lado, tratar estos contenidos en el aula busca también normalizar la conversación sobre sexo porque, sorprendentemente, aún siguen apareciendo risitas nerviosas ante determinadas palabras.
¿Cuál es el tamaño normal del pene? ¿Cómo es la primera vez? ¿Cuál es la edad recomendada para perder la virginidad? ¿Cuál es el mejor método de prevención? ¿Es malo masturbarse mucho? Formuladas con estas u otras palabras, estas son algunas de las temáticas más frecuentes alrededor de las cuales giran las cuestiones que plantea el alumnado de Secundaria. Laura Marcilla, sexóloga experta en educación sexual para jóvenes, añade la orientación y la identidad como otro tema que genera dudas habitualmente.
La virginidad sigue siendo una cuestión clave que aún no se ha podido desmontar, si bien se entiende más como un concepto físico (la primera penetración vaginal) que moral. “Me llegan muchas preguntas que hacen referencia al dolor (si duele más si la pierdes más joven, cómo hacer para que no duela...)”, señala Marcilla sobre esta cuestión. Respecto al onanismo, comenta que “muchas preguntas van también dirigidas a si es malo masturbarse mucho o cuántas veces es normal hacerlo”.
La cantidad de cuestiones que giran sobre el tamaño del pene no es normal. O sí lo es si se tenemos en cuenta que seguimos viviendo en una sociedad falocéntrica. Pasan los años y el órgano sexual masculino sigue en el centro de las miradas y de las preocupaciones. Curiosamente (entiéndase la ironía), hay muy pocas preguntas sobre cuánto mide una vagina, seguramente por la menor importancia que se ha dado a los órganos genitales femeninos y por ser esta interna.
Tranquiliza que haya preguntas sobre métodos de prevención, aunque estas pueden ser por dos motivos: por una real preocupación ante los riesgos que puede tener el sexo o bien porque es lo más fácil y menos vergonzoso de preguntar. De todas maneras, aclarar y reforzar el uso del preservativo y otros métodos nunca está de más.
Viendo este tipo de preguntas habituales se puede obtener una conclusión rápida: a pesar de la mucha información a la que tienen acceso, las preocupaciones en general siguen siendo muy básicas. “De todo esto yo saco que se sigue viviendo la sexualidad con ansiedad por ajustarse a unas expectativas muy estrechas de lo que la sociedad considera correcto. De hecho, la palabra ‘normal’ se repite infinidad de veces, no como sinónimo de lo que es común, sino de lo que es adecuado socialmente”, añade la experta consultada. En el sentido de normal o normativo, el coito sigue siendo la principal práctica sexual en el imaginario social de las personas adultas y también de los adolescentes. Una pregunta es representativa en ese sentido: “¿Qué tipo de sexo practica más la gente, el oral o el normal?”, siendo “el normal” la penetración. Siguiendo con la normatividad, la heterosexualidad sigue siendo la orientación más visible. Con menos frecuencia, no son excepcionales preguntas del tipo “¿cómo tienen sexo los gais y las lesbianas?”.
La influencia del porno y la necesidad de educación sexual
En los últimos años, se está hablando mucho sobre la influencia que el porno tiene en los adolescentes. Según el informe Juventud y pornografía en la era digital. Consumo, percepción y efectos de la FAD, un 45% de jóvenes tuvo el primer contacto con este contenido entre los 12 y los 15 años. Numerosas noticias, documentales y debates ponen la alarma sobre cómo el consumo a edades tempranas de este material audiovisual tiene influencia en cómo los adolescentes entienden el sexo. ¿Hasta qué punto se ve este impacto en las preguntas que plantean los jóvenes de Secundaria? “Más que la influencia del porno, se nota la ausencia de educación sexual previa, tanto la que se debería dar de manera formal y reglada, pero muchas veces no se da o comienza tarde, como la que se podría recibir a través de las familias”, opina Laura Marcilla.
Cuando se pregunta a adolescentes directamente sobre el porno, algunos admiten, con más o menos vergüenza, que han visto este material aunque sea de manera involuntaria (a través de grupos de WhatsApp o similar) y se constata que son capaces de distinguir buena parte de la ficción que hay en esas escenas. “Identifican ciertas cosas que son exageraciones en el porno; tipo ‘que van a saco y no se calientan’, que ‘parece que les gusta todo’, que ‘todos los tíos tienen la polla grande’...”, señala la experta. Esto no significa que el porno no influya en la construcción de su sexualidad. Por ejemplo, les cuesta señalar qué cosas están presentes en el sexo real que no aparecen en el porno, como pensar en encuentros sexuales con conversaciones durante el desarrollo, con momentos de risa, con negociación, encuentros que finalizan antes del orgasmo por el motivo que sea.... “Más o menos pueden entender que en el porno hay mucha ficción, pero les falta perspectiva y conocimiento para tener una visión más acertada de la realidad. Y como aquello que no podemos siquiera imaginar es más difícil convertirlo en realidad, lo que hace falta es más educación sexual”.
Marcilla explica su experiencia más impactante en lo que a preguntas en talleres se refiere. Una chica de primero de la ESO (12 años), tras un taller en el que se trabajó el consentimiento, pidió consejo sobre qué hacer porque estaba siendo agredida sexualmente por su padre y le daba mucha vergüenza contarlo. Esto permitió que se activara el protocolo en el centro para ayudar a esta menor. “La educación sexual es útil y necesaria, pero no solo en la construcción de valores y actitudes hacia el sexo, sino también de forma directa en la prevención y detección de violencias que ya están ocurriendo”, resume la sexóloga.