La moda italiana revisa su propio archivo en la pasarela masculina de Milán
El regreso de Moschino al calendario con la primera propuesta firmada por Adrian Appiolaza y la esperada segunda colección de Sabato de Sarno para Gucci subrayan el momento de renovación de la semana de la moda de la ciudad italiana
La colección masculina de Fendi para la próxima primavera llegará a las tiendas a principios de 2025. Será, por tanto, una de las primeras entregas del centenario que la marca celebra el año que viene. Para su directora creativa, Silvia Venturini Fendi, supone una excusa para indagar en los aspectos menos trillados de su historia. Su propuesta, presentada el sábado 15 de junio en la semana de...
La colección masculina de Fendi para la próxima primavera llegará a las tiendas a principios de 2025. Será, por tanto, una de las primeras entregas del centenario que la marca celebra el año que viene. Para su directora creativa, Silvia Venturini Fendi, supone una excusa para indagar en los aspectos menos trillados de su historia. Su propuesta, presentada el sábado 15 de junio en la semana de la moda de hombre de Milán, tiene varios puntos de apoyo. Por ejemplo, una fotografía de la selección italiana de fútbol a mediados de los años noventa viajando con equipajes de Fendi. O un nuevo escudo inspirado en una pintura que encargaron sus abuelos. También está la exposición internacional de 1925, “un precedente del mundo globalizado en el que vivimos”, según contó la diseñadora, que ha incluido tejidos con cuadros de madrás entre sus diseños. O, por último, un guiño a la guarnicionería, una especialidad cultivada por esta firma italiana casi centenaria en sus primeros años. En el desfile, las puntadas con hilo encerado han sustituido a los bordados y casi a los estampados. Nada de esto, sin embargo, opaca el gran logro de la marca: el guardarropa masculino sutil, lujoso y moderno que la diseñadora ha construido sin titubear en las últimas décadas.
Hay muchas formas de trabajar con el archivo, y la semana de la moda masculina de Milán ha dejado varios ejemplos. Uno de los más esperados era el de Moschino, que vuelve al calendario con la primera colección de hombre firmada por Adrian Appiolaza, su actual director creativo. El diseñador argentino afirma haberse sumergido en los archivos de Franco Moschino para rescatar las ideas y los motivos que lo hicieron famoso en la década de los ochenta: humor, sentido gráfico, ironía, color y distintos niveles de significado. Pero esta investigación no desemboca en la nostalgia. Hay pocas marcas con tanta legitimidad para reivindicar ese surrealismo que adoran las redes sociales, y sus jerséis con motivos de huevos fritos o balones de fútbol son una inteligente reinterpretación del pasado en clave viral.
Otro creador de imágenes impactantes es Jonathan Anderson, que en su firma homónima, JW Anderson, entonó una oda al sueño —como descanso y como fantasía— llena de imágenes impactantes, como sus jerséis con esponjosos motivos tridimensionales.
En Gucci, Sabato de Sarno prosigue su indagación en un armario esencial, casi minimalista. Un ejemplo son sus grandes sobrecamisas y trajes en colores lisos —verdes, violetas, su ya emblemático rojo oscuro— y sus camisas estampadas con motivos geométricos de tonos brillantes, que comparten protagonismo con texturas vibrantes —flecos, cuentas— que llenan de movimiento prendas de raigambre deportiva.
El movimiento continuo impulsado en Zegna por Alessandro Sartori sigue abordando nuevos retos. Si sus zapatillas deportivas se han convertido en un éxito de ventas, esta temporada en la pasarela solo había mocasines. Eso sí, elaborados exclusivamente en piel, con una suela ultraflexible que refleja la filosofía con que la casa aborda el uso de los materiales. En su colección para el verano que viene que ha presentado este lunes 17 de junio hay algunos estampados, pero sobre todo mezclas de materiales, como lujosas variedades de lino y una chaqueta de tejido vaquero japonés construida sobre una entretela de sastrería. Como siempre, lo práctico impregna las decisiones del diseñador. En un encuentro con la prensa previo al desfile, Sartori explicó que cada silueta se testa sobre hombres de todas las edades para comprobar su versatilidad, y que han desplazado la posición de los bolsillos —más altos en las chaquetas, más bajos en los pantalones— para mejorar la ergonomía.
Otro clasicismo propio es el que cultiva Dolce & Gabbana, que presentó una colección muy veraniega pero con una gama cromática tan radical como en las temporadas anteriores: blanco y negro, con algunos bordados en rojo coral y otros tonos en las propuestas de sastrería. Y lo que subyace es el compromiso de la marca con la artesanía, que ha definido sus últimos movimientos. Lo deportivo brilla por su ausencia. Hay camisas de lino, trajes ligeros, punto; complementos de rafia en un negro profundo —que los diseñadores denominan siciliano— y que brilla de un modo atípico bajo los focos. El suyo es un verano severo, formalista, casi de posguerra, como filmado en blanco y negro con alto contraste y Marcello Mastroianni de protagonista.
En Prada, Miuccia Prada y Raf Simons reflexionan sobre la percepción de la realidad con ejemplos muy tangibles: los cuellos de sus camisas llevan estructuras de alambre que permiten modelarlos como si fueran esculturas, los pantalones llevan una aplicación en la cadera que recuerda a un cinturón y los pliegues de las chaquetas evocan arrugas, igual que los estampados de rayas de las camisetas. El archivo al que acuden es el propio de la marca, con estampados y colores emblemáticos —como la mezcla de violeta y rojo—, y también el de Simons, siempre fiel a una energía adolescente y electrónica.
Armani, por otro lado, no tiene que buscar muy lejos: su propio legado como diseñador, reivindicado de forma muy tangible en los últimos años por las nuevas generaciones de creativos, impregna sus nuevas colecciones. En Emporio Armani, colores tierra, tonos naturales y prendas desestructuradas y fluidas. En Giorgio Armani, su línea más lujosa, trajes perfectos, grises y azules, sobrecamisas de seda y chaquetas que invocan la influencia asiática que ha caracterizado al milanés desde sus inicios.
Uno de esos diseñadores que, de forma confesa o no, reflejan la durabilidad del legado de los ochenta es la marca Magliano. Inspirada en la memoria de la infancia, su colección para la primavera de 2025 amplifica ciertos detalles —nudos, forros, costuras— y yuxtapone prendas de apariencia cotidiana que, juntas, se vuelven insurgentes. Hay chaquetas de traje que acaban en bañadores slip, lujosas prendas de aspecto inacabado. Algo similar sucede en la propuesta de la británica Martine Rose, cuya indagación en los archivos de la indumentaria deportiva y urbana se vuelve anárquica y muy sugerente. Todo a la vez en todas partes. Los hermanos Dean y Dan Caten, fundadores de Dsquared2, combinan estilos y prendas que hablan de exceso y de sexualidad, con arneses, correajes y hasta máscaras. La moda es más moda que nunca cuando se convierte en fiesta. Y en Milán, tras la fiebre deportiva y la recesión neoclásica de las últimas temporadas, las firmas buscan nuevas formas de celebrar su mayor activo: su historia, sus éxitos, su archivo.