Una gran fiesta en el pequeño mundo ideal de ICON

Una revista, una fiesta o unos premios deberían ser como un pequeño mundo ideal. La idea la lanzó este jueves 24 de noviembre Dani García en la fiesta de los premios ICON, la revista masculina de EL PAÍS que él dirige. Vaya, que de estas tres cosas, García sabe un rato. En el pequeño mundo ideal que representa ICON hay arquitectos que, más que edificios, quieren construir un mundo nuevo (...

Una revista, una fiesta o unos premios deberían ser como un pequeño mundo ideal. La idea la lanzó este jueves 24 de noviembre Dani García en la fiesta de los premios ICON, la revista masculina de EL PAÍS que él dirige. Vaya, que de estas tres cosas, García sabe un rato. En el pequeño mundo ideal que representa ICON hay arquitectos que, más que edificios, quieren construir un mundo nuevo (Andrés Jaque) y otros que se empeñan en que no desaparezca el antiguo (Tomás Alía); hay diseñadores que dan puntada con hilo y discurso (Palomo Spain); jóvenes actores de moda (Manu Ríos, Ander Puig, Ana Rujas o Anna Castillo) y otros que no pasan de ídem (Hugo Silva o Ernesto Alterio). Hay orfebres de la palabra como Milena Busquets y Manuel Jabois, divas rompepistas como Róisín Murphy. Hay modelos como Mark Vanderloo, chefs como Diego Guerrero, cineastas como Albert Serra o agitadoras culturales como Elisabeth Duval, Isa Calderón o Lucía Litjmaer. Hay cabida para todos, pues es un mundo bello, diverso y con un punto frívolo. Es un mundo mejor.

Pepa Bueno, directora de EL PAÍS, fue la encargada de saludar a esta pléyade de artistas alegre y transversal, sin más nexo en común que la excelencia en su campo. Y recordó que ICON es un poco eso, una fiesta a la que están invitadas personas dispares. “Casi desde el inicio, se ha intentado alinear con cierta (amable) iconoclastia”, recordó, “con jóvenes talentos que ocupan el mismo espacio que iconos universales”. Después pasó a felicitar a los galardonados: “Creo sinceramente que, cada uno en vuestra disciplina, reflejáis todo lo que queremos que sea ICON”.

En un mundo golpeado por crisis, guerras y pandemias, un mundo sobre el que muchos se han cansado ya de leer, la actualidad colorista que refleja esta revista sirve de bálsamo informativo. Y el bálsamo se hizo fiesta. Una fiesta que ha tenido lugar en el Hotel Edition de Madrid, con Alizz y El cuerpo del disco a los platos (de DJ, que de las cosas del comer ya se ocupaba el hotel). Y con el patrocinio de marcas como Martin Miller’s, Jeep, Azpilicueta, Hugo Boss y Artesanía Castilla La Mancha. El evento ha sido una traslación al mundo real de las páginas satinadas de la revista, un libreto que intenta mensualmente reflejar la realidad del día a día, pero también “realidades particulares que hacen el mundo más agradable o, como mínimo, más interesante”, como apostillaba García en su discurso.

Una de estas realidades interesantes es la que ha tejido a su alrededor Alejandro Gómez Palomo, más conocido por el nombre de su marca, Palomo Spain. El diseñador llegó a la fiesta vestido con un impresionante abrigo apeluchado de su propia marca. “Mira que lo hice ligero, pero qué calor da”, bromeaba a su llegada. Más tarde, ya sin el abrigo, recogía su premio emocionado, reconociendo que “ICON para mí ha sido mi casa, mi familia, mis amigos... Han apostado por mí desde el día uno”.

Otro que sabe un rato de mantenerse es Hugo Silva. Se convirtió en un sex symbol generacional hace 20 años, con series como Al salir de clase, Paco y Veva y Los hombres de Paco. Era normal verlo en la tele, en las revistas y en las carpetas de las adolescentes. Tras cumplir los 30 decidió que quería aprovechar su fama para hacer películas y dejó la tele. “Confío en que en un par de años las adolescentes se olviden de mí”, confesaba entonces. No lo hicieron. Tampoco se olvidaron de su cara directores consagrados como Pedro Almodóvar o Álex de la Iglesia. Desde que abandonara su estatus de icono adolescente se ha convertido en uno intergeneracional. “Nunca me he sentido tal”, confesaba el actor con una sonrisa a su llegada al evento. “Me sentía y me sigo sintiendo como un infiltrado en esta fiesta”. A la de ICON estaba más que invitado, pues recogía premio.

También estaban los actores Manu Ríos y Ander Puig. Ambos son carne de cañón en una serie en la que hay mucha carne y mucho cañón, la incombustible Élite. El primero recordó como en su portada de ICON del pasado marzo soñaba despierto deseando un papel en la nueva película de Almodóvar. Hoy ya lo tiene. “Estoy un poco asustado…” se confesaba el segundo hace unos días en las páginas de EL PAÍS. “Voy a recibir mucho amor y mucho odio”, decía en relación a su condición de chico trans. En esta fiesta solo hubo de lo primero, y en cantidades industriales.

El premio Icono fue para el veterano diseñador Mariscal, que ironizó dando las gracias porque dieran una oportunidad a los jóvenes. Su amigo, el director Fernando Trueba, fue el encargado de presentarlo con unas sentidas palabras: “Es capaz de hacerlo todo y de hacerlo todo bien. Es incapaz de hacer algo feo, todo lo que sale de su mano es pura belleza”.

Boris Izaguirre fue un presentador ágil y sonriente, daba la sensación de surfear por encima de las palabras y deslizarse sofisticadamente entre besos, aplausos y discursos. Ayuda el que esta sea la sexta vez que presenta estos premios. “Debemos de tener algo en común ICON y yo”, bromeaba antes de arrancar la gala. “Yo no me siento un icono, pero igual debo ser un icono, ¿no?”. Debe serlo.