Un pequeño milagro de 50 euros salvó la vida de JoaTe, un olivo con más de mil años de Oliete (Teruel) que la despoblación estaba consumiendo. Lo que no habían logrado las sequías y las heladas durante el paso de los siglos, lo estaba consiguiendo la marcha de la población y, por ende, el abandono de la mano de obra de los agricultores. En poco menos de 40 años, el 70% de los vecinos del pueblo se había marchado en busca de una vida mejor y los 300 que aún residían en 2014 no podían cuidar de los más de 100.000 árboles que viven en sus olivares, entre ellos el milenario JoaTe. Cuando todo parecía perdido, un grupo de jóvenes creó Apadrina un Olivo, una asociación para salvar estos ejemplares en el pueblo a través del apadrinamiento de cada olivo por 50 euros anuales, el uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales. En menos de seis años, ya se han recuperado más de 8.200 olivos y los padrinos ya suman más de 5.000 de todo el mundo. Poco a poco la vida ha vuelto a florecer en el pueblo, la almazara ha vuelto abrir y nuevas familias han llegado con niños.
Un ejemplo es la familia de Carlos Blanco, originario de Barcelona y que, por motivos económicos, decidió mudarse a Oliete con su mujer y sus tres hijos. "Teníamos una casa allí porque nos gustaba el pueblo y, cuando las cosas empezaron a ir mal en mi empresa, decidí ir a trabajar en la nueva almazara. Fue como si de repente te juntas con una familia de 300 personas. Y esta familia se preocupó de que no nos faltara de nada", explica. Su cambio de vida no solo fue una bocanada de aire fresco y nuevas experiencias para su familia, también fue la salvación para la escuela de Oliete. El bajo número de niños amenazaba con el cierre de la única escuela pública, pero la llegada de sus hijos Claudia, de seis años, César, de uno, y Ulises, recién nacido, lo evitó. "Ahora hay ocho niños en el pueblo y para este año esperamos el nacimiento de dos más", enumera Rogelio Villanueva, el alcalde. "Apadrina un Olivo ha sumado un poco a que este pueblo sea un sitio mejor". Villanueva menciona a Alberto Alfonso Pordomingo, presidente y cofundador de la asociación, como alguien clave para que funcione: "Cada año vienen los padrinos y dejan algo de dinero: en las tiendas, en las dos casas rurales que hay...", explica.
La asociación dispone de un archivo fotográfico de cada ejemplar para que los padrinos elijan qué olivo quieren recuperar y que vuelva a producir aceitunas. "Cada árbol tiene un código QR que actualizamos con la información de su estado para que el propietario conozca su evolución a través de la aplicación. Además, al año se le entregan dos botellas de aceite y se le invita a que visite el pueblo para que vea su olivo", cuenta Alfonso. Tras conseguir salvar los primeros miles de árboles, Apadrina un Olivo abrió una almazara con el objetivo de que la producción fuese más sostenible y la calidad del aceite, óptima. Además de haber creado 14 nuevos puestos de trabajo, ofrecen formación gratuita a los agricultores, a los que les pagan un poco más de la media por las aceitunas.
Correos Market, una herramienta contra la despoblación
Apadrina un Olivo es también uno de los productores de Correos Market, una iniciativa que busca apoyar a los emprendedores rurales. En esta plataforma sostenible de comercio electrónico, Correos ofrece a pequeños productores locales comercializar y dar a conocer sus productos de una manera más fácil y segura por toda España. Los negocios que ya forman parte de esta iniciativa son más de 230 y, en total, en el market place de Correos se ofrecen más de 1.700 productos que van desde aceite hasta cosméticos. Todos ellos elaborados con un procedimiento que garantiza la sostenibilidad del medio ambiente. Uno de los pilares de la plataforma online es la fuerte red de distribución, ya que la empresa pública de paquetería cuenta con 2.393 oficinas esparcidas por todo el país, lo que facilita la conexión y reduce los tiempos de los pedidos. Los envíos se realizan a toda España sin costes, lo que es un plus tanto para los clientes como para los pequeños productores locales.
Una ayuda para superar el duelo
Los olivos no solo han sido una pequeña palanca económica para resistir a la despoblación; también han servido a algunos padrinos para llenar el vacío que deja la ausencia de un ser querido. Para Carmen Revillo, fue el renacimiento de los brotes de Príncipe Feliz, el árbol que le regaló a su hijo Guille en 2015 meses antes de morir, lo que la ayudó a seguir hacia adelante: "Unos meses después de que Guille muriera, encontré un mail de la asociación en su tablet que invitaba a los padrinos a visitar el pueblo para ver nuestro árbol. Fui con mi marido... Aún me emociono cuando lo recuerdo. En nuestra familia somos cuatro y el olivo tenía tres troncos que crecían desde la tierra y un cuarto que habían tenido que cortar para recuperar el árbol. Todos estaban unidos", explica. "Era como si la naturaleza supiera lo que nos había pasado y nos dijera: 'Aquí sigue este olivo vivo, creciendo y dando aceitunas con un tronco menos'. Como si, a pesar de eso, nos anunciara que la vida sigue. Príncipe Feliz me dio una lección. La vida sigue y seguimos siendo cuatro", relata Revillo, ahora ella misma madrina y que también ha apoyado la construcción de la almazara.
En poco tiempo, el proyecto cruzó las fronteras de España y consiguió padrinos y madrinas de hasta 17 países: Francia, EE UU, Singapur, Afganistán, Rumanía, Chile, Australia o Líbano son algunos de los territorios de donde proceden varias de las personas que están ayudando a que Oliete vuelva a producir aceite.
Desde el primer momento, el pueblo se volcó con la iniciativa. Entre los 300 habitantes, el tío Miguel, de 100 años, se alzó como el alma de la misma, tanto por sus consejos del campo como por la claridad de su forma de ver la naturaleza. "Estamos obligados a hacerlo. A los de la ciudad que desconocen el olivo, hermanos, mirad lo que os digo: tenéis la responsabilidad de darles toda la ayuda que necesitan", dice elocuentemente en un vídeo de la asociación, mientras se sostiene en una vara. "Comes aceite o la comidica de cada día... ¿No la echas en falta cuando no la tienes? Pues mira, ayuda al agricultor que está manteniendo el olivo".
Extender la idea a otros pueblos
Pordomingo expone uno de los motores del proyecto: "Queríamos conectar a la gente del mundo urbano con el mundo rural". En sus propias palabras, el proyecto se apalanca en la economía circular para cumplir con las cuatro S: "Somos sostenibles porque practicamos la agricultura ecológica; somos sociales porque incluimos a colectivos con diferentes capacidades; solidarios, porque fomentamos el apadrinamiento, y somos saludables porque trabajamos en un producto de calidad y sano".
"Nos gustaría también extender el modelo a otras zonas abandonadas en el mundo rural. Cada pueblo o área tiene un producto o servicio de calidad que les da valor y queremos recuperarlo y fortalecerlo", explica Alfonso. La asociación ya ha comenzado a trabajar con productores de Alacón, también en Teruel, un pueblo conocido por la calidad de sus productos hortelanos. El cofundador de Apadrina un Olivo lo explica: "Estamos haciendo conservas vegetales con verduras de Alacón y nuestro aceite. Queremos volver a poner en marcha las tierras para producir conservas de alcachofas, puerros, pimientos... Fomentar un producto que evite que se vaya la gente, cierre la escuela, que se mantengan las tierras, mantener con vida el medio rural".