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“¡Es que vienen con machetes!”. No son los migrantes: es el capitalismo global

Aunque la derecha quiera achacar a los que vienen los cambios en la sociedad española y la pérdida de identidad, esta viene producida por dinámicas económicas, sociales o tecnológicas a nivel planetario

Antes de las elecciones de 1986, el socialista Alfonso Guerra dijo aquella frase antológica: “A España no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Hoy podría decirse lo mismo del mundo, pero cada dos días: no lo reconoce ni la madre que lo parió. Todo cambia a toda velocidad y cuesta una barbaridad mantener el ritmo. El presente es incomprensible, el futuro se ve borroso y hay quien busca consuelo en un pasado que muy probablemente no fue tan bueno como lo que...

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Antes de las elecciones de 1986, el socialista Alfonso Guerra dijo aquella frase antológica: “A España no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Hoy podría decirse lo mismo del mundo, pero cada dos días: no lo reconoce ni la madre que lo parió. Todo cambia a toda velocidad y cuesta una barbaridad mantener el ritmo. El presente es incomprensible, el futuro se ve borroso y hay quien busca consuelo en un pasado que muy probablemente no fue tan bueno como lo queremos recordar. Son tiempos nostálgicos. Y es comprensible que la gente sienta zozobra, desánimo, falta de asidero, miedo.

Entonces vienen unos y dicen: “Todo es culpa de los migrantes”.

La ultraderecha vive obsesionada con los migrantes. Parece que si de un día para otro desaparecieran los migrantes, causantes de todos nuestros males, España sería un lugar feliz sin problema a la vista. Aunque igual ni siquiera les conviene del todo: ¿A qué se dedicaría la ultraderecha entonces?

Es curioso: mucho de lo que transforma eso que se llama “identidad española” (y que no está muy claro lo que es) no es efecto de la llegada de personas de otros países (ni siquiera de la conspiranoia del marxismo cultural) sino de las dinámicas del sistema económico global.

Basta pisar la calle, porque lo profundo se permea al plano cotidiano. Cada vez es más difícil encontrar un plato de lentejas y más fácil encontrar smash burgers o pizzas exóticas. ¿Es cosa de los migrantes? Los estilos en el vestir y en el consumo cultural, estandarizados por internet, cada vez son homogéneos. ¿Es cosa de los migrantes? Se da un descenso en los sentimientos religiosos y en las vocaciones sacerdotales ¿Es cosa de los migrantes? Las formas de amar y relacionarse cada vez son más variopintas ¿Es cosa de los migrantes? Cada vez menos personas ven con buenos ojos las corridas de toros ¿Es cosa de los migrantes? Crece el individualismo y la soledad. ¿Es cosa de los migrantes? Los barrios centrales de las ciudades están petados de turistas y ya todas las urbes parecen iguales ¿Es cosa de los migrantes? Los vecinos son expulsados de sus casas y los precios de la vivienda están por las nubes. ¿Es cosa de los migrantes? Costumbres estadounidenses como Halloween o Santa Claus sustituyen las tradiciones españolas ¿Es cosa de los migrantes? ¿Quién está cambiando el trabajo, las familias, los estilos de vida o las formas de socialización?

¿De verdad son los migrantes?

Yo a la gente migrante fundamentalmente la veo trabajando en los bares y restaurantes, en las tiendas, en los supermercados, repartiendo en Glovo por cuatro perras. O tomando el fresco en la calle. Sobre todo, a los migrantes pobres, que a los ricos les llaman expats y tienen mucho más glamur. Son momentos muy duros para la migración en muchas partes del mundo, pero la migración es un fenómeno connatural al ser humano, siempre ha habido movimientos migratorios, ahora causados también por los procesos globales. Y que nadie desea: no es agradable tener que dejar tu casa para ganarte la vida. De hecho, los chavales en Marruecos se están movilizando porque quieren tener un futuro en su país.

Pero a la ultraderecha le viene muy bien tener un cabeza de turco. Me lo decía el escritor Junot Díaz, premio Pulitzer, en una entrevista reciente: “A la gente le gusta odiar a los migrantes, es una cosa bien fácil, lo difícil es enfrentarse a quien tiene el poder”. El señalamiento de los que vienen sirve para azuzar ese atávico temor al otro, generar sentimiento de pertenencia, cabalgar sobre el miedo, que es una de las pasiones muy poderosas. De ella se sirve la extrema derecha cuando dice que toda la gente migrante es delincuente. Es una forma de hacer política muy fácil, muy rentable, muy cutre. Cuando se les exponen los argumentos anteriores, cuando se muestra cómo los profundos cambios que sufre la sociedad tienen que ver con dinámicas económicas, sociales, tecnológicas globales, saltan con una respuesta muy buena:

—¡Pero es que vienen con machetes!

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