Los madrileños pierden casi 1.000 camas públicas de hospital desde 2015, el equivalente a la desaparición de La Paz
El año pasado continuó el largo descenso en la capacidad hospitalaria, que coincide con un aumento de las listas de espera hasta cifras récord y con un fortalecimiento de la sanidad privada
Menos camas para más madrileños. El número de camas públicas de hospital operativas en Madrid continuó el año pasado con una larga tendencia a menguar, una curva que tiene un sentido inverso al de la población de la región, que no para de subir. La memoria anual del Servicio Madrileño de Salud (Sermas), publicada el mes pasado, muestra que en 2023 hubo un promedio de 11.580 camas funcionantes ―las que realmente están en servicio― en los 34 hospitales públicos, lo que supone una caída de casi 300 con respecto a 2...
Menos camas para más madrileños. El número de camas públicas de hospital operativas en Madrid continuó el año pasado con una larga tendencia a menguar, una curva que tiene un sentido inverso al de la población de la región, que no para de subir. La memoria anual del Servicio Madrileño de Salud (Sermas), publicada el mes pasado, muestra que en 2023 hubo un promedio de 11.580 camas funcionantes ―las que realmente están en servicio― en los 34 hospitales públicos, lo que supone una caída de casi 300 con respecto a 2022, de casi 700 desde 2019 y de casi 1.000 desde 2015. Ese último año, había 12.577 camas funcionantes, por lo que el descenso ha sido del 8%. La pérdida con respecto a 2015 es semejante a lo que supondría la desaparición de un hospital grande como La Paz. ·
Este fuerte descenso parece reflejar cómo se debilita el músculo de la sanidad pública madrileña al tiempo que se fortalece la sanidad privada, que vive un momento de expansión extraordinaria. Cuatro nuevos hospitales están en construcción al mismo tiempo y casi cuatro de cada diez madrileños tiene un seguro de salud privado. Mientras, el Sermas soporta una presión creciente, con más de un millón de citas en cola.
La falta de camas es vista como una causa del empeoramiento de las listas de espera porque impide hospitalizar enfermos y realizar intervenciones quirúrgicas programadas. Además, satura las urgencias porque los pacientes deben esperar en pasillos y boxes a que quede una cama libre en planta.
Las listas llevaban años deteriorándose antes de la pandemia de coronavirus. En febrero de 2020, había 683.878 citas médicas pendientes y se dispararon tras ese golpe. Desde entonces, el sistema no ha podido recuperarse y la cola no deja de crecer. En marzo, se superó la cifra de un millón de citas pendientes por primera vez y es previsible que los números empeoren este verano a causa de la menor actividad asistencial que suponen las vacaciones de los sanitarios.
La caída en concreto desde 2015 es de 997 camas, una cifra que se aproxima a la capacidad de los hospitales del grupo 3, los de mayor complejidad, entre ellos La Paz, que tuvo 1.027 camas funcionantes en promedio en 2023. Los datos centro a centro muestran que los tres hospitales más grandes de Madrid soportan descensos considerables de camas: La Paz tenía 1.181 en 2015 y ahora 1.027 (154 menos); el Doce de Octubre ha pasado de 1.198 a 1.056 (142 menos); y, el Marañón, de 1.111 a 1.045 (66 menos).
Fuentes del sector muestran su preocupación por esta tendencia en Madrid, la comunidad española con menor número de camas funcionantes por cada 1.000 habitantes, solo 1,8, muy por debajo de Cataluña, que aparece la primera con 3,4. El número de camas públicas en España ha experimentado una ligera subida a lo largo de este período, desde las 110.150 de 2015 hasta las 114.671 actuales, según el portal estadístico del Ministerio de Sanidad...
“Hospitalización domiciliaria”
La Consejería de Sanidad no ha contestado a una solicitud de este periódico para conocer cómo explica el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso este descenso de camas, pero los expertos apuntan que, en su defensa, la Comunidad podría argumentar que existe una tendencia general a la “ambulatorización” de los procesos quirúrgicos. Este término de difícil pronunciación se refiere a que los gestores hospitalarios buscan evitar el ingreso cuando no es estrictamente necesario.
Esto se aprecia en el recurso a la cirugía ambulatoria es fomentado por el Sermas, que lo considera un indicador de eficiencia. El porcentaje de cirugías de ese tipo sobre el total de intervenciones ha crecido cuatro puntos desde 2020, desde el 62% al 66%. Además, se intenta reducir el tiempo de hospitalización. La estancia media ha caído de 7,3 días en 2015 a 6,9 en 2023. En esa misma línea, la presidenta Ayuso ha hecho una apuesta por la telemedicina y la “hospitalización domiciliaria”.
“Si se consigue ver a más pacientes con menos camas vamos en la dirección correcta”, indica José Soto Bonel, el presidente de la Sociedad Española de Directivos de Salud (Sedisa). “Un problema típico de la estancia hospitalaria prolongada es la mayor incidencia de infecciones y por eso se busca reducirlas”. Soto Bonel agrega que el descenso del número de camas públicas se ve compensado en Madrid por su apuesta por la colaboración privada: buena parte del sector tiene convenios de derivación para hospitalizar pacientes.
Soto Bonel, que fue gerente del Clínico San Carlos durante dos décadas, dirige ahora uno de esos hospitales colaboradores, la Fundación Instituto San José, con 380 camas, en el distrito de Latina. “Recibimos pacientes de larga estancia tanto de la Comunidad de Madrid como de otras regiones y muchos pasan años con nosotros porque precisan de rehabilitación”, indica.
Ángela Hernández, la presidenta del principal sindicato médico en Madrid, Amyts, advierte de que esta estrategia para disminuir las estancias hospitalarias puede servir de excusa a la Consejería de Sanidad. “Oculta una clara intención de reducción de costes, lo que tiene consecuencias de cara a temas como el drenaje de las urgencias”, opina.
Envejecimiento
José Ramón Repullo, profesor emérito de Economía de la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad, advierte de que reducir camas en Madrid no es lógico ni prudente. “Ante el envejecimiento de la población y la comorbilidad creciente, es importante mantener cierta holgura de camas funcionantes”, afirma. Agrega que ha aumentado el envejecimiento y la cronicidad, lo que incrementa las necesidades de hospitalización convencional. “Por eso lo pasamos mal cada vez que hay un pico de gripe”.
En esa misma idea incide otro compañero suyo en la Escuela Nacional de Sanidad, el exdiputado autonómico del PSOE y exconsejero de Sanidad del País Vasco José Manuel Freire. “Falta ambición para responder a las necesidades de media y larga estancia en Madrid”, critica. Freire subraya que el último hospital público abierto en Madrid es de 2014, el de Villalba. Era el último de los 11 centros impulsados por Esperanza Aguirre, todos con algún grado de privatización. “Las plazas que se ganaron con esos hospitales nuevos se han perdido a causa de la disminución de camas”, agrega.
¿Tiene más información? Escriba al autor a fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com
Suscríbete aquí a nuestra newsletter sobre Madrid, que se publica cada martes y viernes.