Madrid tiene la mayor brecha salarial de género de España: ellas cobran al año 7.971 euros menos que ellos

El sindicato UGT denuncia que las mujeres duplican en número a los hombres en los empleos peor remunerados, sobre todo por el sector de servicios sociales

Manifestación del 8M en Madrid con motivo del Día de la Mujer en 2023.Jaime Villanueva

En Madrid unos ganan más que otras. Es la comunidad con mayor brecha salarial de género en España, con un salario medio anual de los hombres de 33.295 frente a los 25.324 que devengan las madrileñas. Las mujeres cobran casi 8.000 euros menos, según un informe presentado este jueves por el sindicato UGT, que cifra en un 23,94% la diferencia salarial entre ambos géneros. Marina Prieto, secretaria general del sindicato, ha puesto en c...

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En Madrid unos ganan más que otras. Es la comunidad con mayor brecha salarial de género en España, con un salario medio anual de los hombres de 33.295 frente a los 25.324 que devengan las madrileñas. Las mujeres cobran casi 8.000 euros menos, según un informe presentado este jueves por el sindicato UGT, que cifra en un 23,94% la diferencia salarial entre ambos géneros. Marina Prieto, secretaria general del sindicato, ha puesto en contexto estas cifras durante la presentación del informe: “En toda la vida laboral las mujeres dejamos de percibir hasta 300.000 euros. Es una brecha vergonzante”. El estudio muestra que este problema se ha incrementado 16 décimas respecto al año anterior, lo que rompe la tendencia decreciente de mediciones anteriores. Mientras la mayoría de las mujeres se ha unido al mercado laboral principalmente en los empleos peor remunerados, las que han accedido a cargos de mayor importancia deben sufrir una inequidad salarial aún más acentuada, como el caso del sector de las entidades financieras y las aseguradoras, donde la brecha supera el 35%.

Siguen a Madrid en la lista de la brecha salarial Asturias, Aragón, Cantabria, Andalucía y Ceuta, todas por encima de la media nacional. Las comunidades más equitativas son Extremadura, Baleares, Melilla y Canarias —donde disminuye hasta el 10%—.

Las causas de este fenómeno son múltiples. Las mujeres casi duplican en número a los hombres a la hora de suplir las vacantes del sector de servicios sociales, que el sindicato denomina “feminizados”. Son los empleos de peor remuneración, como las labores de la limpieza, el cuidado de adultos mayores o la atención a niños. En este ámbito, ellas suman 449.044 empleadas frente a 246.420 varones, siempre según el análisis de UGT, elaborado con los últimos datos de la Agencia Tributaria en la estadística Mercado de Trabajo y Pensiones en las Fuentes Tributarias, del año 2022.

Las mujeres no solo ocupan las vacantes de menor salario, sino que en los sectores mejor remunerados sufren una brecha salarial más acentuada. Un ejemplo se da en las entidades financieras y aseguradoras —con un salario medio que se aproxima a los 75.000 euros— donde la brecha salarial de género aumenta hasta el 37%. En los empleos que ofrecen salarios más altos ―entre 7,5 y 10 veces el salario mínimo interprofesional (SMI)―, el número de hombres duplica el de las mujeres y, en el tramo de más de 10 veces el SMI, los hombres triplican a las mujeres, según revela el sindicato.

Ana Usero, de 50 años, lleva más de la mitad de su vida trabajando para un titán de la banca. Con 26 años, fue nombrada directora. “Tenía una carrera meteórica”, señala por teléfono. A los 28, quedó embarazada de su primer hijo. “No se lo tomaron muy bien porque hay mucha exigencia de hacer horas extras”. Pero “el palo más gordo” le cayó con su segundo embarazo. “Mi jefa se lo tomo francamente mal”, narra la mujer, antes de detallar que, a partir de ese momento, le retiraron los bonos salariales, la intentaron mover de puesto, la sobrecargaron de trabajo y hasta llegaron a defender que lo hacían por su bien. “Un acoso laboral de libro”, resume la mujer que, a causa de esa presión laboral, tuvo que iniciar un tratamiento “con psicólogos, psiquiatras y antidepresivos”. Usero se convirtió en 2005 en la primera directora en pedir una reducción de jornada laboral, una tarea nada fácil que incluso tuvo que llevar a los juzgados. “Decir públicamente que apuestas por una conciliación y que no estás dedicando toda tu vida a la entidad, no les sienta nada bien. Fueron dos años de calvario que acabaron mal”.

Fuentes de UGT detallan a EL PAÍS que “los empleos de mayor responsabilidad se adjudican a hombres, porque existe una cultura empresarial de que él siempre estará allí y nunca va a fallar. En cambio, las mujeres tienen que estar pendientes de sus hijos o de sus padres”. Esta hipótesis se refleja en las solicitudes de excedencias laborales por el cuidado de los hijos, que han sido solicitadas en un 87% por mujeres frente al 13% de peticiones de los hombres. En las excedencias por cuidado de familiar, tres cuartos de lo mismo: un 80% de mujeres y un 20% de hombres.

Una empleada doméstica en una imagen de archivo.CÁRITAS (CÁRITAS)

María Romero, de 41 años, es la cabeza de una familia monoparental que sostiene con su empleo en un CallCenter, “uno de los sectores más feminizados”, según relata. Considera que los temas de conciliación son la principal razón que perpetúa la brecha salarial en su campo laboral. “Para nosotras los hijos son una carga”, señala esta madre de dos, que ha trabajado 14 años en el mismo cargo de teleoperadora. Lejos ha quedado el sueño de ascender a coordinadora o jefa de servicio. “En los puestos que promocionan no nos tienen en cuenta a las trabajadoras, porque las que cuidan a los niños somos las mujeres. Los jefes de servicio son ellos y nosotras solo podemos ser teleoperadoras”. Incluso, prosigue la trabajadora, “a algunas compañeras que han podido optar a ser supervisoras les han preguntado si tenían intención de quedarse embarazadas”.

Romero, al igual que Usero, ha tirado la toalla. “Al final te cansas de intentarlo, es como si tienes asumido que vas a ser la teleoperadora de siempre”. Antes de más desilusiones, prefiere suponer que se jubilará en el cargo que desempeña desde 2010. “Estamos muy cualificadas, pero no nos tiene en cuenta”.

Inactividad y precariedad laboral

La parcialidad y la temporalidad contribuyen a ensanchar la brecha salarial entre hombres y mujeres, entendiendo la primera como la reducción de la jornada laboral y la segunda como la modalidad de contratación con una duración determinada, una condición que afecta al 13,3% de las asalariadas en Madrid, frente al 11% de los hombres, aunque el sindicato ha destacado la influencia de la reforma laboral en la reducción de más de ocho puntos porcentuales tanto en hombres como mujeres.

Entre tanto, el porcentaje de mujeres que trabajan a tiempo parcial en la Comunidad de Madrid es del 17% frente a tan solo un 6% de los hombres. El sindicato evidencia “una relación directa entre la temporalidad y la parcialidad y la brecha salarial”, ya que el hecho de no trabajar una jornada completa reduce el ingreso salarial y las prestaciones contributivas —que en el futuro se reflejarán en la pensión percibida—. A esta situación también contribuye la temporalidad, que además impide generar retribuciones por antigüedad e imposibilita la promoción a mejores cargos.

Otro hallazgo del informe detalla que la inequidad salarial se acentúan con la edad. En los más jóvenes es prácticamente inexistente hasta los 35 años, cuando se incrementa progresivamente hasta alcanzar su mayor nivel entre los mayores de 65 años. “La desigualdad salarial soportada a lo largo de la vida laboral se traslada a las pensiones”, resalta UGT. Mientras ellas recibieron, en promedio, 17.691 de pensión, los hombres cobraron 24.197, es decir, 6.506 más.

Cuando acabó la dictadura en España, las mujeres abrazaron la promesa de la igualdad con la derogación de leyes como la licencia marital o el artículo 57 del Código Civil que ordenaba que “el marido debe proteger a la mujer y esta, obedecer al marido”. Usero se siente “de una generación que creía que lo tenía todo conseguido” y habla en pasado porque hoy ve con frustración la situación de mujeres como ella, privadas de aspirar a un alto cargo solo por el hecho de ser madres o con menos salario devengado. “Esperanzas, ninguna”, sentencia esta mujer que en su juventud gozó de una carrera meteórica que, no obstante, se desintegró con la llegada los hijos.

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