El 66% de los centros de salud de Madrid supera la ratio de niños por pediatra recomendada

En los últimos cuatro años, el número de estos profesionales en atención primaria se ha reducido un 28,3%, de los casi 925 que había en abril de 2019 a los 662 en el mismo mes en 2023

Paz González, pediatra de atención primaria, frente al centro de salud Barrio del Pilar, en Madrid, el 9 de junio.Samuel Sánchez

Un pediatra para 4.330 niños menores de 14 años. Si el tiempo óptimo para atender a cada niño son 15 minutos, el profesional del consultorio local de Humanes, en el sur de la Comunidad de Madrid, tardaría 64.950 minutos en verlos a todos. Eso son 1.082 horas, unos 45 días, sin descanso. En la plantilla del centro de salud del municipio, de casi 20.000 habitantes, no hay pediatras. Todo queda en manos del facultativo del consultorio o de un médico de familia que hace las veces de pediatra. No es la única zona donde ...

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Un pediatra para 4.330 niños menores de 14 años. Si el tiempo óptimo para atender a cada niño son 15 minutos, el profesional del consultorio local de Humanes, en el sur de la Comunidad de Madrid, tardaría 64.950 minutos en verlos a todos. Eso son 1.082 horas, unos 45 días, sin descanso. En la plantilla del centro de salud del municipio, de casi 20.000 habitantes, no hay pediatras. Todo queda en manos del facultativo del consultorio o de un médico de familia que hace las veces de pediatra. No es la única zona donde estos especialistas tienen las agendas sobrecargadas. El 65,6% de los ambulatorios de la región ―172 de los 262 que hay― supera la ratio de número de pacientes por pediatra recomendada por la sociedad científica (entre 900 y 1.000 niños por médico), según los datos de la Consejería de Sanidad, obtenidos tras una solicitud de acceso a información pública.

“Una cosa es la ratio óptima para la sociedad científica, pero luego está la Administración. Te ponen un umbral de 1.500 [niños] por médico según sus criterios, y la mayoría de las veces son criterios meramente económicos. Menos ratio supondría contratar a más pediatras y aumentar el gasto”, explica por teléfono Guillermo Martín Carballo, vicepresidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). En su centro de salud, en Madrid, el umbral que ha marcado la consejería es de 1.400 menores por pediatra. “Puedes rechazar a los pacientes fuera de tu zona, pero a los niños que sí son de tu zona, aunque hayas pasado el umbral, los tienes que atender. Está todo mal dimensionado, las agendas se desmadran y cada vez menos especialistas quieren trabajar en atención primaria. Si los cupos estuvieran proporcionados y las agendas tuvieran un límite, no pasaría eso”, añade.

De todos los centros de salud, 13 carecen de pediatra, como el de Humanes, y en cinco de esos 13 se suple la falta de profesionales de dicha especialidad con un médico de familia que asume sus funciones. En 122 de los ambulatorios (un 46,5%), falten o no pediatras, hay médicos de familia cubriendo una plaza de pediatría. Aun así, en un tercio de los centros se superan los 1.500 niños por facultativo. Esta ratio baja si se suman los dos tipos de profesionales. Por ejemplo, en el centro de salud La Princesa, en Móstoles, hay un único pediatra, pero otra de las plazas está cubierta por un médico de familia. Estrictamente, la ratio niño por pediatra es de 1.992, pero si se calcula la ratio niño por médico que puede atenderle, baja a la mitad, aunque, de facto, haya una vacante no cubierta por el profesional de la especialidad que correspondería.

“Llevan más de seis años sin revisar los umbrales. Y en los turnos de tarde suelen ser aún más altos. Si con 1.000 pacientes ya tienes la agenda llena, con 1.500 está muy sobrepasada. En vez de ver a unos 25 niños, llegas a los 60″, dice Martín. Y eso repercute en la salud de los pacientes: “Ves al doble en el mismo tiempo, atiendes peor, hay mayor riesgo de cometer errores, tienes que ir a la carrera y se te puede escapar algo importante. El cansancio pesa”.

Según los datos de la Consejería de Sanidad, hay un total de 695 pediatras entre los centros de salud madrileños y los consultorios dependientes de ellos, además de 206 médicos de familia atendiendo a población pediátrica. En la información recabada ―tras la reclamación ante el Consejo de Transparencia realizada por un ciudadano, que ha cedido los datos a EL PAÍS―, la Comunidad no especifica la fecha a la que corresponden los datos, que difieren ligeramente de las últimas cifras publicadas por el Servicio Madrileño de Salud (Sermas), correspondientes al mes de abril: 662 pediatras en los centros de salud de la región ―33 menos que el número obtenido por transparencia― para 862.564 menores de 14 años.

La sangría de profesionales de la que habla Martín ha ido creciendo año a año: en abril de 2019 había 924 pediatras en atención primaria en la Comunidad de Madrid; al año siguiente, en plena pandemia de la covid-19, 934; en 2021 eran 926; y en 2022 la cifra, también de abril, bajó hasta los 708 profesionales. En total, el número de pediatras se ha reducido un 28,3% en los últimos cuatro años. “Hay quejas respecto a plazas sin cubrir desde 2011. Es como un castillo de naipes, van a ir faltando más”, lamenta Ángela Hernández, secretaria general del sindicato Amyts. Para ella, contratar a médicos de familia como pediatras es un parche, que a la larga supone “un problema laboral para los profesionales”: “Al no tener la especialidad, siempre se les va a ver como [pediatras] de segunda a la hora de coger plaza o en procesos de movilidad”.

Pedro Samblás, de 58 años, es uno de esos médicos de familia que ejerce como pediatra, en concreto desde hace 12 años en el centro de salud El Restón, en Valdemoro (79.100 habitantes). “Siempre ha habido entre un 25% y un 30% de médicos de familia trabajando en plazas de pediatría”, señala. De hecho, en su ambulatorio, de las ocho plazas de pediatría disponibles, hay seis cubiertas: cuatro por un médico de familia y las otras dos por pediatras. Ahora, dice el sanitario, están en un momento “valle” ―porque la carga asistencial ha disminuido―, pero sabe que es temporal. “Suelo llegar a los 1.500 pacientes de cupo y lo habitual es ver a unos 40 al día. Los datos que da la consejería recogen una presión [asistencial] de 23 pacientes, pero eso no se lo cree nadie”, opina, y añade que los datos que mucha veces ofrece la Comunidad de Madrid no se corresponden con lo que viven los sanitarios en los centros.

En Valdemoro hay dos ambulatorios y el ratio en ambos supera los 2.000 niños por pediatra. Las familias del municipio llevan años reclamando un tercer centro de salud ―debería haber uno por cada 25.000 habitantes― y han creado la plataforma Afectados Pediatría Valdemoro para denunciar la situación. “Ambos centros están desbordados. El pediatra que nos tocaba está de baja y no la han cubierto. Hemos reclamado, al menos, 21 familias, porque la mayoría de veces ni siquiera podemos pedir cita. La única forma de ir es por urgencias”, cuenta uno de los padres. La respuesta que les da la consejería es similar en todos los casos: que no disponen de suplentes.

Plazas sin cubrir

Hace dos semanas, 282 profesionales [entre médicos de familia y pediatras] terminaron la residencia y pudieron escoger una plaza para trabajar en algún centro de salud madrileño: al final, solo un 14,8% de los residentes optó por un puesto en la comunidad. De los 198 médicos de familia que han terminado toda su formación, solo 41 prefirió Madrid (un 20,7%), y en pediatría la cifra es mucho más llamativa: tan solo uno de 84 permanecerá en la región (un 1,19%).

Paz González, pediatra en el centro de salud Barrio del Pilar, cuenta que a los residentes que rotan en su ambulatorio ―unos 15 por año― les gusta la atención primaria, pero que “cuando acaban, se suelen quedar en el hospital, muchas veces con contratos de guardias”. “Lo prefieren a venir al centro de salud, porque son conscientes de la situación general, perciben el exceso de trabajo y la dificultad”, dice la mujer, de 60 años y que lleva 25 en el mismo centro. En su caso, cree, “tiene suerte”. Son cinco pediatras para unos 5.000 niños, algo más de 1.000 para cada especialista. “Los ratios no están mal, pero si alguien enferma o se va de baja prolongada nos quedamos sin cubrir la plaza y el resto atiende el doble”, señala.

El ambulatorio de González es uno de los 22 centros de salud seleccionados por la Comunidad de Madrid para poner en marcha un proyecto piloto que pretende limitar el número de pacientes en atención primaria: 34 personas al día para los médicos de familia y 24 niños para los pediatras. “Estamos mejorando, pero seguimos teniendo sobrecarga. Tener 1.000 niños cada uno no es mal número, siempre y cuando no tengas un exceso de pacientes sin cita y el centro esté bien estructurado”, cuenta, y añade que el periodo de calma puede terminar de un mes para otro, en cuanto empiecen a faltar profesionales. “Hay ambulatorios similares al nuestro que se hundieron poco a poco. Hace años si alguien se iba, no era tan difícil encontrar recambio, pero ahora ya no es así. La gente no quiere venir”, lamenta.

Actualmente, todas las comunidades autónomas tienen plazas de pediatría en atención primaria sin cubrir, lo que supone que unos 523.636 niños y adolescentes en España no tienen pediatra ni ningún otro médico asignado, según los datos que publicó la AEPap este marzo. Pero de todas las regiones, Madrid encabeza la lista: más del 10% de las plazas no están cubiertas. Le siguen Cataluña, Asturias y Navarra, donde faltan profesionales en más del 6% de los puestos. “Se estima que [en la Comunidad de Madrid] hay 280.000 menores con su pediatra de baja, en excedencia o con plaza vacante en centros de salud de difícil cobertura, por la masificación de la consulta y turnos de tarde sin posibilidad de conciliar”, recoge la asociación en una nota.

Guillermo Martín señala que es difícil dar una cifra exacta de las vacantes sin cubrir, porque “el número varía año a año” y mientras algunas se van cubriendo, otras se vacían. Tanto él como Ángela Hernández coinciden en que es “la pescadilla que se muerde la cola”: se va un profesional, no se reemplaza, el resto de compañeros asumen sus pacientes, las agendas se sobrecargan, los pediatras se queman y deciden irse a otra comunidad o al ámbito hospitalario. Menos médicos, más vacantes y vuelta a empezar.

“Es parte de lo que se pretendía atajar con la huelga en atención primaria”, recuerda el sanitario. Entre los puntos del acuerdo firmado con la Consejería de Sanidad, está la limitación de las agendas. Por el momento, solo se ha puesto en marcha en los centros piloto, como el de la doctora Paz González, pero la promesa fue que en septiembre se habría aplicado en el resto de ambulatorios de la región. “La huelga sí ha tenido impacto en medicina de familia, pero en pediatría no ha habido ninguna repercusión. Un centro con un solo pediatra cubriendo los pacientes de cuatro, es un centro que va a desaparecer”, lamenta Hernández.

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