Ayuso carga contra los Presupuestos del Estado: “Del España nos roba hemos pasado a robar a Madrid”
El recuerdo al ‘caso Avalmadrid’ provoca una dura sesión en la que la presidenta reta a la oposición a llevarla a los tribunales y llama “sinvergüenzas” a sus diputados
Un murmullo revienta la estrategia con la que Isabel Díaz Ayuso acude este jueves al pleno de la Asamblea. La presidenta de la Comunidad de Madrid planea centrar la sesión de control a su Gobierno en que los Presupuestos Generales del Estado plantean aumentar la inversión pública en Cataluña (+11,5%) y reducirla en Madrid (-7,9%), o en la descapitalización de la región que a su juicio promueve el Ejecutivo central. ”Hemos pasado del lema de los independentistas, del...
Un murmullo revienta la estrategia con la que Isabel Díaz Ayuso acude este jueves al pleno de la Asamblea. La presidenta de la Comunidad de Madrid planea centrar la sesión de control a su Gobierno en que los Presupuestos Generales del Estado plantean aumentar la inversión pública en Cataluña (+11,5%) y reducirla en Madrid (-7,9%), o en la descapitalización de la región que a su juicio promueve el Ejecutivo central. ”Hemos pasado del lema de los independentistas, del ‘España nos roba’, a realmente robar a Madrid”, arranca. De repente, sin embargo, una frase suya aparentemente inocente (”Vengo de una familia a la que nadie le ha regalado nada”) provoca tal murmullo entre los diputados de la oposición como para que la líder conservadora se lance al cuerpo a cuerpo. “¡Sinvergüenzas!”, espeta, cargadísimo el ambiente, aviso de tormenta, rayos y truenos, porque el fantasma del caso Avalmadrid ha sido convocado al pleno.
Los micrófonos no captan qué dicen los diputados de la oposición, pero sí se sabe de qué hablan. Del caso Avalmadrid. Una polémica que persigue a Díaz Ayuso desde 2019. Esta entidad semipública, según el discutido dictamen de una comisión de investigación de la pasada legislatura, habría dado un trato “preferente” y “personalizado” a Díaz Ayuso en 2011, cuando informó a la entonces diputada popular sobre las condiciones de un aval concedido a una empresa participada por su padre (MC Infortécnica) para que lograra un crédito de 400.000 euros. El dinero nunca se recuperó en su totalidad. Y antes de cualquier impago, la hoy presidenta de la Comunidad de Madrid aceptó la donación del piso paterno, que así quedó luego fuera del alcance de los acreedores.
El recuerdo del caso, revivido en una mención de la portavoz de Podemos, Carolina Alonso, y en los gestos de indignación de los representantes de la izquierda, actúa sobre Díaz Ayuso igual que el capote rojo ante el toro bravo. Una y otra vez carga la presidenta de Madrid contra la oposición, porque se considera agraviada y ofendida por la mención a su familia.
“Si tienen algo que decir vayan a los tribunales y si no dejen de ir a lo personal contra las familias de las personas que nos dedicamos a la política”, reta, sabedora tanto de que la Fiscalía Anticorrupción archivó el asunto como de que hay una nueva denuncia pendiente de su admisión (o no) por los tribunales. “¡Son unos sinvergüenzas!”, dice.
En el empeño le acompaña inmediatamente el portavoz del PP, Alfonso Serrano, que lejos de intentar rectificar una coma de las andanadas de su jefa, las refuerza, recarga y vuelve a disparar.
“Hay que tener mucho cuajo, la cara de cemento y la piel muy fina para hacerse los indignados por que les digan que no tienen vergüenza”, dispara. “Se lo reitero, ¡no la tienen!”.
Todo comienza cuando Alonso (Podemos) y Hana Jalloul (PSOE) le recuerdan a Díaz Ayuso los problemas de los jóvenes para emanciparse, o las palabras que ha pronunciado esta semana la presidenta regional en una entrevista sobre el alquiler: “Okupan, son morosos y destrozan las viviendas”, dijo en Telencinco sobre los inquilinos. Entonces, Díaz Ayuso contesta recordando que sabe de lo que habla (“Llevo 20 años viviendo de alquiler”) y que no le debe nada a nadie (“Vengo de una familia a la que nadie le ha regalado nada”). Y la bronca estalla, abriendo una herida nunca cicatrizada en la presidenta, que siempre ha defendido la inocencia de su familia, y criticado que se intente trasladar a la esfera pública lo que ella considera un asunto privado.
“¡Silencio! ¡Respeten al orador! ¡Respeten el uso de la palabra! ¡Dejen de hacer gestos ofensivos!”, interviene la presidenta de la Cámara, Eugenia Carballedo, intentando embridar a los diputados de la izquierda, que una y otra vez protestan las intervenciones de la presidenta.
Porque Díaz Ayuso no solo solivianta a la oposición con su disección de los Presupuestos (“Si usted quiere hablar aquí de Sánchez para lavarle la cara a su jefe, yo tengo que tengo que estar aquí para defender los intereses de los madrileños”, le dice a la portavoz del PSOE). También llama “sinvergüenzas” a sus diputados. Y les pide, irónica, sarcástica y provocadora, que trabajen “un poquito más”: “Trabajar poquito cuando se está en la oposición es delito”. Y les cita a un duelo a pecho descubierto: “Hagan el favor de tener un poquito más de respeto, de pudor, a la presidenta de Madrid y a este grupo [el del PP], y decidan de una vez dónde están, de la parte de los madrileños o de la de sus jefes”.
Pero la oposición no se calla. Se revuelve. Reclama tomar la palabra para defender su honor. Pide respeto. Y calma.
“Está usted haciendo el colectivo mayor de España, el de las personas insultadas por Ayuso”, se queja Mónica García, la líder de la oposición, de Más Madrid.
“Esto es intolerable”, interviene Hana Jalloul, la portavoz del PSOE, una política que en todos los plenos pide mesura, que no se descienda al barro, o hablar de problemas concretos, y que casi nunca lo consigue. Cuando todo acaba, anuncia que elevará una queja por lo ocurrido.
Educación gratuita
En medio, Díaz Ayuso vuelve a negar la propuesta de Vox de hacer gratuitas dos etapas educativas no obligatorias (guardería y bachillerato). Una exigencia que la extrema derecha, único socio parlamentario posible del PP, ya planteó la semana pasada, sin aclarar si formará parte de la negociación para aprobar los Presupuestos de 2022.
“Es una utopía”, dice Díaz Ayuso, “regalarle la educación a todo el mundo [en todas las etapas educativas] porque, si no, no sería sostenible el sistema”. E insiste: “Me gustaría que la educación fuera gratuita para todo el mundo [en todas las etapas educativas]. Pero no puede ser todo gratuito. ¿Qué hacemos [para apoyar a las familias]? Reducir los impuestos, tarifas especiales, planes para las familias numerosas…”
A nadie le extraña la respuesta de la presidenta, porque fue la misma que dio la semana pasada, en el mismo lugar, al mismo partido, y a la misma hora. Por eso los gritos quedan reservados para el resto del pleno. Ese es el ambiente de la Asamblea, un Parlamento en el que ocurren cosas de lo más extrañas.
Puede pasar, como este jueves, que la oposición fiscalice a la oposición, como cuando Rocío Monasterio, de Vox, afea a Alonso, de Podemos, su intervención. Puede ocurrir que el Gobierno regional fiscalice al Gobierno nacional, como en esta sesión, cuando Díaz Ayuso hace una crítica pormenorizada de los Presupuestos Generales del Estado. Y puede ocurrir que entre todo eso apenas se hable de la desigualdad de la región, de la sanidad o el futuro de los jóvenes, porque todo acaba centrado en un fantasma. El del recuerdo del caso Avalmadrid.
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