La letra pequeña de Javier Mariscal

La exposición ‘Abcdario’ del Centro de Arte Alcobendas muestra un centenar de esculturas, muebles, animaciones y carteles del artista que simbolizó el esplendor de los felices noventa en España

El diseñador Javier Mariscal en la exposición Abcdario, en el Centro de Arte de Alcobendas el jueves 11 de febrero.Alvaro Garcia

Javier Mariscal parece un extraño en su propia muestra. Con las manos a la espalda y tras unas gafas de aviador, observa la sala con la curiosidad que a veces despierta lo ajeno. Como si el centenar de muebles, esculturas, y dibujos que se agrupan en Abcdario, en el Centro de Arte Alcobendas, fuesen obra de otro. El artista valenciano, que acaba de soplar 71 velas, se encuentra inmerso en la producción de una nueva película animada ...

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Javier Mariscal parece un extraño en su propia muestra. Con las manos a la espalda y tras unas gafas de aviador, observa la sala con la curiosidad que a veces despierta lo ajeno. Como si el centenar de muebles, esculturas, y dibujos que se agrupan en Abcdario, en el Centro de Arte Alcobendas, fuesen obra de otro. El artista valenciano, que acaba de soplar 71 velas, se encuentra inmerso en la producción de una nueva película animada junto al director Fernando Trueba —su anterior colaboración, Chico & Rita (2001), les valió una nominación a los Óscar— y dice tener la cabeza puesta en el laborioso proceso. “Me paso el día dibujando con la tableta gráfica y sin ver a nadie”, precisa mientras apura un cigarrillo, escondido entre sus vivas creaciones.

Antes de la inauguración, el humo comienza a extenderse por entre las piezas de la retrospectiva. Cada una de ellas aparece etiquetada con una letra, que las identifica con un tema recurrente en la trayectoria del artista. La A corresponde a los árboles, en especial a la flora mediterránea que tantas veces capta Mariscal, mientras la E hace referencia a la radical expresividad de su obra. “Es una excusa lúdica para reunir soportes y producciones de épocas diferentes, generando una línea común”, cuenta el autor, ahora sentado sobre una de las coloridas butacas que concibió en 1977 para su primer encargo como interiorista, el barcelonés Bar Dúplex. A su derecha cuelga un dibujo que le trae de vuelta a la capital: representa al edificio Carrión y su emblemático chaflán de la Gran Vía.

Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.Alvaro Garcia

El cuadro sustituye el letrero original de Schweppes que todavía brilla en la fachada por un cartel de El intermedio, el programa televisivo que dirige el Gran Wyoming. “Somos amigos y me lo encargó porque quería colocarlo en su casa durante las retransmisiones del programa, que se emitía desde allí a causa de la pandemia”, explica Mariscal. Las piezas que componen Abcdario provienen de varias colecciones particulares y del archivo del autor. Reúne algunas de sus producciones más conocidas y al tiempo descubre otras que revelan su faceta multidisciplinar. Todo ello sin eludir las contradicciones propias de alguien que no ha dejado de reinventarse y de generar polémicas. En 2015 Mariscal anunció que estaba arruinado y hubo de cerrar su estudio barcelonés. Después volvió a levantar el vuelo, esta vez con menos pretensiones, y contrató a tres ayudantes.

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Su despegue profesional coincidió con una época de ensoñación nacional. Fueron los años de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, la capitalidad cultural de Madrid y el nacimiento del Museo Thyssen, el AVE, la segunda legislatura socialista, la visita de los príncipes de Gales y los conciertos masivos de Julio Iglesias. Mariscal simbolizó con autenticidad el esplendor de aquellos felices años noventa, ajenos a las crisis venideras. Partió de la escena contracultural del comic —”el formato ideal cuando eres pobre”— y terminó produciendo una marca personal que llevó a sus mascotas Cobi y Petrapor todo el globo. Se diría que estas dos criaturas de aspecto infantil, ideadas de cara a las Olimpiadas de Barcelona 92, proyectaron al exterior una imagen renovada del país.

Por aquel entonces Mariscal también redibujó la cara de empresas como radio Onda Cero o el Zoo de Barcelona. Más allá de nuestras fronteras, diseñó la identidad corporativa de grandes multinacionales japonesas, la mascota de la Exposición Universal en Hannover y desarrolló el nuevo logotipo del Partido Socialdemócrata Sueco. En 1999 recibió el Premio Nacional de Diseño, que otorga el Ministerio de Industria. “En mi trabajo siempre he entendido que por encima de la belleza está la funcionalidad”, declara el autor, que ensalza el valor de los relatos comunes: “Necesitamos imágenes en las que vernos representados y conectados a otros. La cultura es eso, un nexo y un salvavidas”.

Sillas diseñadas por Javier Mariscal.Alvaro Garcia

Su obra es, además, un alegato por la música, en especial por los ritmos latinos, “el sonido de los optimistas sin remedio”, sostiene Mariscal. En Abcdario, el público puede observar algunas de sus aportaciones a la cartelería de conciertos o documentales y al diseño de discos. Como Lágrimas Negras (2003), el elepé del pianista cubano Bebo Valdés y el cantaor Diego El Cigala; la campaña de promoción de Calle 54 (2000), una película de Fernando Trueba que reúne a músicos del jazz latino, y el tebeo de Chico & Rita (2001), adaptación de la cinta homónima que narra la historia de amor entre un pianista y una cantante de boleros cubanos. En la muestra, una etiqueta con la letra H identifica todos estos materiales. El sonido de La Habana y su noche concupiscente dejaron huella en Mariscal.

Su último proyecto con Fernando Trueba también se antoja musical. El cineasta y productor descubrió a un pianista brasileño fallecido en los años sesenta y persiguió su historia hasta la obsesión. Junto a Mariscal decidió llevar a cabo un documental animado, en el que “los personajes estarán dibujados pero sus voces son reales y hablan en más de cuatro idiomas”, cuenta el artista. “En un par de años podremos estar presentándola en Madrid. Gustará incluso en una ciudad como esta, en la que todo el mundo parece funcionario o del cuerpo diplomático”, prosigue con sorna. Al recordarle que Alcobendas es independiente de la capital, Mariscal sonríe: “No sé, yo soy disléxico, pero aquí parece que apuestan más decididamente por la cultura pese a ser un municipio más pequeño”.

ARTE PÚBLICO EN ALCOBENDAS

El Centro de Arte Alcobendas, de titularidad municipal, se inauguró hace una década como un medio para acercar la cultura contemporánea a los ciudadanos del norte de la región. Destaca la colección pública de fotografía, que se remonta a los años 70 e incluye la obra de maestros como Catalá Roca, Gabriel Cualladó, Pérez Siquier o Alberto Schommer, entre otros. El fondo incorpora distintos géneros fotográficos; desde la documentación social, hasta el paisajismo, pasando por el retrato y la fotografía literaria o conceptual. Actualmente se trabaja en la incorporación de autores emergentes. Rosario Tamayo, concejala del Consistorio, describe la colección “como el gran activo del museo”.

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