De refugiados a aspirantes a chef

El restaurante La Quinta Cocina se ha convertido es un espacio de inserción sociolaboral de jóvenes vulnerables

Jóvenes en vulnerabilidad social desarrollando aprendizaje en cocina y sala en el centro Espacio Abierto en La Quinta de los Molinos.KIKE PARA

La cocina le ha dado una segunda oportunidad a Winston F., de 18 años. Nació en Honduras, pero cuando tenía 11 años su abuela paterna se lo trajo con ella a España porque en su casa sufría maltrato. Nunca fue un estudiante aplicado. No acabó el bachillerato y empezó a estudiar una FP en Administración que terminó abandonando por problemas personales. “El nivel estudiantil es muy diferente aquí, por eso fracasé”, explica Winston mientras prepara una bandeja con bebidas para llevar a una mesa. La falta de dinero lo llevaron a comprar, consumir y vender drogas. “No tenía ni para cortarme el pelo”...

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La cocina le ha dado una segunda oportunidad a Winston F., de 18 años. Nació en Honduras, pero cuando tenía 11 años su abuela paterna se lo trajo con ella a España porque en su casa sufría maltrato. Nunca fue un estudiante aplicado. No acabó el bachillerato y empezó a estudiar una FP en Administración que terminó abandonando por problemas personales. “El nivel estudiantil es muy diferente aquí, por eso fracasé”, explica Winston mientras prepara una bandeja con bebidas para llevar a una mesa. La falta de dinero lo llevaron a comprar, consumir y vender drogas. “No tenía ni para cortarme el pelo”, dice Winston. En sus antecedentes también aparecen varios delitos de hurto y agresión, por los que estuvo reclutado en el Centro de Ejecución de Medidas Judiciales en Colmenar Viejo.

Lleva un año sin drogarse y ahora su sueño es conseguir un trabajo de verdad para poder vivir solo. Todos los días cuando se levanta y coge el autobús que lo deja en el Parque de la Quinta de los Molinos en donde trabaja en el restaurante La Quinta Cocina, un espacio donde 40 chavales entre los 16 y 23 años están aprendiendo el oficio de la cocina gracias a una beca de la Fundación Cesal. Para Winston este espacio le ha enseñado responsabilidad porque ha aprendido mientras que va haciendo.

En el restaurante ha hecho amigos que han tenido una vida difícil como él y eso los ha convertido casi en una familia. Con él trabaja también Princess G., de 22 años, que decidió huir sola de Marruecos porque quería amar en libertad. “Pasé la frontera por Melilla y pedí asilo porque en mi país esta prohibido ser una persona transexual”, explica Princess, mientras sirve una caña.

Sus padres no le hablan desde que se enteraron de que le gustan los hombres, por lo que ella decidió irse de la casa. Fue un exnovio francés el que le dijo que en Europa podría tener una oportunidad de ser libre, que lo único que tenía que hacer era venir como refugiada, conseguir papeles y trabajo. Eso hizo al pie de la letra. Ahora vive en Arganda del Rey, en donde comparte piso con una venezolana y está aprendiendo a servir mesas en el restaurante, aunque su sueño es trabajar en un hotel porque sabe cuatro idiomas: coreano, inglés, francés y árabe. Está aprendiendo español y quiere tener la oportunidad de explotar esa cualidad.

También vino de Marruecos, Aymane, de 18 años en busca de un futuro mejor, como él mismo explica. Lo hizo solo, dejando a sus padres a los 14 años. Durante cuatro años estuvo en un albergue para menores no acompañados, pero al cumplir la mayoría de edad se encontró sin techo, sin trabajo y sin papeles. “Ahora estoy buscando trabajo para sobrevivir”, afirma Aymame que vive en el barrio de la Fortuna con un amigo.

Anualmente 120 jóvenes acceden a estos cursos. Los mejores se han quedado trabajando con contrato fijo como Daniel Colmenares, de 23 años. Este venezolano llegó a Madrid hace un año desde Colombia, en donde consiguió el dinero para el billete a España. Cuando llegó estaba solo y no conocía a nadie, por lo que la trabajadora social lo mandó a trabajar a la beca de La Quinta Cocina. Cuando se decretó el estado de alarma empezó a colaborar con la Junta Municipal de Villaverde para la preparación de 1.000 menús diarios para aquellos que han visto mermados sus ingresos o los han perdido. “Aprendí mucho sobre la hostelería de emergencia y pude compaginar el voluntariado con un plan telemático de formación para darle seguimiento al proyecto”, cuenta Colmenares, mientras que termina de cocinar la pasta para la comida.

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El Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid ha adjudicado el servicio al Centro de Estudios y Solidaridad con América Latina (CESAL) por un valor de 999.000 euros para seguir impulsando la inserción laboral de los alumnos. “Tenemos unos cocineros muy especiales en este lugar maravilloso de la Quinta de Molinos, sin este lugar posiblemente su futuro sería muy diferente”, ha explicado la vicealcaldesa, Begoña Villacís, en su visita al centro este miércoles.

Aprendizaje práctico

La Quinta Cocina es un programa impulsado por el Ayuntamiento de Madrid, Espacio Abierto Quinta de los Molinos y la ONG CESAL, que lleva desarrollando programas de formación sociolaboral desde el año 2007.

Durante los cuatro meses que dura la formación, los profesores, que son cocineros en el restaurante, están siempre a su lado para enseñarles a hacer las mejores raciones y resolver sus dudas. En el proceso de aprendizaje también participan los clientes que van a comer o cenar allí. “Con nuestra paciencia y estímulo colaboramos en una etapa que puede ser verdaderamente crucial en sus vidas”, afirma una portavoz de la Quinta Cocina.

Al final de la beca realizan dos meses de prácticas en alguno de los principales restaurantes de Madrid como Sa Brisa, Ramsés, Cebo, Grupo Larrumba, Yakitoro, Coque o La Tasquería, entre otros, donde, muchas veces, acaban contratándoles.

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