Cuando jugar al pádel es un deporte de alto riesgo
Las empresas que combaten la mosca negra y los vecinos que sufren sus mordeduras alertan de una mayor proliferación este verano a causa de la pandemia
“Estuvimos jugando de siete a ocho y media de la tarde y notamos que había bichos, pero solo nos dimos cuenta de que nos habían acribillado al terminar. En un primer vistazo, me conté 45 picotazos, pero al final eran 60 y tantos. Los demás también recibieron lo suyo, entre 30 y 50″, cuenta Pablo López, un maestro de Primaria de 28 años al que la práctica del pádel con su cuñado y dos amigos en Perales del Río (Getafe) lo llevó directo a urgencias. Allí, le recetaron un antihistamínico. A los dos días, la hinchazón era tal que le “desapareció el tobillo derecho y no podía ni andar”. Volvió al m...
“Estuvimos jugando de siete a ocho y media de la tarde y notamos que había bichos, pero solo nos dimos cuenta de que nos habían acribillado al terminar. En un primer vistazo, me conté 45 picotazos, pero al final eran 60 y tantos. Los demás también recibieron lo suyo, entre 30 y 50″, cuenta Pablo López, un maestro de Primaria de 28 años al que la práctica del pádel con su cuñado y dos amigos en Perales del Río (Getafe) lo llevó directo a urgencias. Allí, le recetaron un antihistamínico. A los dos días, la hinchazón era tal que le “desapareció el tobillo derecho y no podía ni andar”. Volvió al médico y le dieron un “potente corticoide”. La inflamación y el dolor intenso le duraron tres días más y tuvieron que pasar otros cinco hasta que le dejó de molestar. No eran mosquitos, sino la temida mosca negra.
Ocurrió el 27 de mayo y la foto de las piernas de Pablo recorrió los whatsapp como la confirmación de los peores temores: por culpa de la pandemia, esta temporada de mosca negra iba a ser mortal. “Este año no han fumigado por la covid”, repiten los vecinos mientras muestran sus heridas, algunas de las cuales requieren antibiótico. Los Ayuntamientos más golpeados, como la capital, Getafe y Torrejón de Ardoz, niegan la mayor y aseguran que se mantuvieron los trabajos contra este insecto autóctono, cuya proliferación comenzó a causar problemas en Madrid en 2011 en el río Henares, al que se sumaron Manzanares, Jarama, Tajuña y Tajo. La mosca azota ya de norte a este y sur de la comunidad.
Sin embargo, Milagros Fernández de Lezeta, directora de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla), que representa al 85% del negocio del control de plagas, admite que “durante la primavera no pudieron llevarse a cabo tareas de prevención” porque solo se consideró esencial la desratización, desinsectación y desinfección de instalaciones como hospitales, residencias e industria alimentaria. “Son muchos los municipios que no realizan tratamientos y alguno de los que lo hacía, este año no lo han hecho”, asegura.
El investigador del CSIC Óscar Soriano, que dirige el Sistema de Vigilancia de la Mosca Negra financiado por el Gobierno regional, explica que el insecto pone sus huevos en unas plantas acuáticas (macrofitos) también autóctonas que hay que arrancar en primavera para evitar su eclosión cuando sube la temperatura. Además, hay que esparcir en los ríos “mínimo desde mayo a julio y cada 15 días” una bacteria que solo mata a las larvas de este insecto. Este año, “la situación ha pospuesto un mes o incluso impedido estas tareas”, lamenta Fernández de Lezeta.
Anecpla no tiene datos cuantitativos, pero su impresión es que este verano “han proliferado” y que su azote está siendo “especialmente intenso”, sobre todo en el Manzanares. “Hay muchísimas más quejas y nos están llamando más para planes de choque: fumigar con insecticida a ejemplares adultos”. Soriano es contrario a esta práctica, “la opción favorita de los Ayuntamientos porque es más barata y tranquiliza a la población, pero es matar mosquitos a cañonazos. No sirve para nada porque se dispersa enseguida y te cargas a otros muchos insectos”.
Sin embargo, los datos de las cinco estaciones del CSIC ―una Perales de Tajuña, dos en el Jarama, una en Torrejón y otra en Aranjuez―, apuntan a que “no es un año especialmente malo” y se mantiene en el nivel del año pasado. “Ha habido picos peores, como 2011 y 2014”, añade Soriano, que ha retirado su observatorio del Manzanares para no duplicar esfuerzos con el Ayuntamiento. Lo peor está en el Jarama, “donde hace 15 días había densidades altísimas, pero ya han bajado”.
Madrid, Getafe y Torrejón dan la situación por “controlada”, una afirmación que indigna a los vecinos. En la capital, compete a Madrid Salud y a Medio Ambiente, que no aclararan si hay más. “Desde febrero, monitorizamos las larvas y pupas del Manzanares”, responde una portavoz municipal, que puntualiza que se ha ampliado la zona de actuación “del poblado del Pardo hasta el límite con Perales”. Se han previsto en total “cinco tratamientos integrales del río, los últimos en junio y julio, que han funcionado correctamente”. El próximo será a mediados de agosto.
En Getafe, según el concejal de Sostenibilidad, Ángel Muñoz, sabían que se iba a agravar que tras una primavera cálida y lluviosa y sin presencia del hombre, por lo que movilizaron 7.000 euros de otras partidas para aumentar el presupuesto y elevar a 60 los tratamientos. “Los técnicos nos dicen que hay un pequeño aumento no alarmante”, sostiene Muñoz. Según sus datos, el impacto de los insectos en general “no difiere de otros años” e incluso han caído los avisos por mosquitos, pero hay un “pequeño repunte” de los de mosca negra: de 21 reclamaciones en todo 2019 a 30 en lo que va de 2020.
El Gobierno regional reconoce un empeoramiento. “En algunas poblaciones, la media de picaduras es superior a los años precedentes debido a factores como la climatología. Perales está muy por encima de la media, aunque ahora está más controlado que en junio“, indica Sanidad sin detallar las medias ni el resto de municipios afectados.
En el centro de salud de esta pedanía de Getafe de casi 10.000 habitantes, un médico cuenta que ya el año pasado más de la mitad de las urgencias que atendía eran por insectos y que ahora se han disparado. Según la consejería, del 15 al 21 junio se pasó de 17 episodios por picadura de insectos en 2019 a 31 este año, la siguiente, de 23 a 44 y la siguiente, de 13 a 30, es decir, casi el doble. “Y eso que no podíamos ir a urgencias”, recuerda una vecina. Sanidad no ha facilitado cifras de las demás poblaciones.
En esta lucha hay dos grandes problemas: las administraciones se echan unas a otras el muerto y no hay coordinación supramunicipal. Así, Medio Ambiente remite a Sanidad porque “transmiten enfermedades” y esta, a los Ayuntamientos porque “las plagas son competencia municipal”. Pero ni la mosca negra está considerada plaga en ningún punto de Madrid ni propagan enfermedades que se sepa, a diferencia de la variante africana, que sí es vector de la ceguera de los ríos. “De nada sirve tratar un tramo de río si más arriba o más abajo no se hace”, critica el Ayuntamiento de Getafe, que espera que su proyecto de recuperación del Manzanares ayude.
Los ayuntamientos se quejan de la falta de implicación del Gobierno regional y de que no les permita fumigar al no ser plaga. Aunque todos aseguran tomárselo muy en serio, le dedican partidas desiguales: Torrejón gastará 142.000 euros este año en sus siete kilómetros del Henares (20.285 euros por kilómetro), Getafe 45.000 en 9,4 del Manzanares (4.787 euros/km, aunque el presupuesto incluye ratas y cucarachas) y Madrid 41.300 para sus 30 de este mismo río (solo 1.376). Torrejón se deja más de cuatro veces por kilómetro lo que Getafe y casi 15 veces lo que Madrid.
Y a mayor presupuesto, mayores logros. “Torrejón lleva a cabo desde hace años tratamientos intensos con buenos resultados, mientras que otros municipios aceptan bajadas temerarias en los contratos, que no cubren ni lo que cuesta la bacteria”, se lamenta el investigador, que opina que la situación mejoraría si los municipios formaran un consorcio para compartir costes.
Según Esperanza Fernández de Mesa, concejal de Medio Ambiente de Torrejón, “la situación es similar a la de los últimos años”. “No han saltado ni las alarmas sanitarias ni el termómetro de las redes sociales”. Fernández explica que hacen “tratamientos semanales durante ocho meses, de febrero a julio” y que usan “biocidas en el río, en los tres arroyos y en las fuentes y piscinas”. Desde hace siete años cuentan con un barco anfibio para eliminar macrofitos. “Durante la pandemia hemos trabajado con el protocolo habitual”, recalca, para destacar la creación de una “barrera con cajas nido de murciélagos” en torno al río. “No podemos erradicar la mosca negra, pero sí que la gente salga tranquila a la calle”, concluye. Mientras, Pablo jura que no volverá a jugar al pádel en Perales.
Claves para distinguir a una mosca negra y evitar que te pique
- Al contrario que otros mosquitos, la mosca negra es diurna y no entra en las casas. Hay que evitar pasear por el curso de los ríos o zonas cercanas, especialmente al amanecer o a última hora de la tarde.
- Vestirse con ropa clara, sin colores demasiado llamativos que puedan atraer a los enjambres y utilizar repelentes.
- No pican como los mosquitos, sino que muerden con unas mandíbulas de sierra como los tábanos. Causan una herida bastante dolorosa en forma de punto muy rojo que se extiende y se inflama. Su saliva, con los mismos anestésicos y anticoagulantes que otros insectos pero en distinta composición, provoca una reacción alérgica bastante aparatosa.
- Si se sufre la mordedura es importante no rascarse, ya que puede empeorar e infectarse. Se recomienda aplicar hielo para bajar la inflamación o una pomada con un corticoide suave y acudir al centro de salud.