“Dimos positivo un viernes y la Comunidad no nos avisó hasta el lunes”
Roberto, su pareja y otros dos amigos se contagiaron en una fiesta de cumpleaños. Esta cadena de infecciones no ha sido notificada como brote
Roberto lo tiene claro, aunque no hay nada que le pueda dar una certeza: se contagió de coronavirus el sábado 18 de julio en un cumpleaños, el que él mismo y otros diez amigos le habían organizado a Damián, su pareja. De aquella noche salieron cuatro positivos por PCR y un número indefinido de contactos. El caso no fue notificado como brote. Entre aquella celebración y la aparición de síntomas pasaron 72 horas; hasta el jueves no llamó al centro de salud y aquella misma mañana le hicieron u...
Roberto lo tiene claro, aunque no hay nada que le pueda dar una certeza: se contagió de coronavirus el sábado 18 de julio en un cumpleaños, el que él mismo y otros diez amigos le habían organizado a Damián, su pareja. De aquella noche salieron cuatro positivos por PCR y un número indefinido de contactos. El caso no fue notificado como brote. Entre aquella celebración y la aparición de síntomas pasaron 72 horas; hasta el jueves no llamó al centro de salud y aquella misma mañana le hicieron una PCR.
El resultado estuvo listo en menos de 24 horas, el viernes 24 de julio. Pero nadie le llamó para decirle que era positivo hasta tres días más tarde, tres días y medio hasta que lo contactó un rastreador; quien le hizo la entrevista no le preguntó por los 14 días anteriores, el periodo de incubación del virus y el que usan los especialistas para intentar buscar el origen del contagio. Y tiene constancia de que tampoco llamaron a las alrededor de 20 personas que él había anotado en una lista como contactos en esos días.
Sábado 18 de julio
Damián acababa de llegar de Valencia, de ver a su familia y esos días habían dado margen a Roberto para empezar a pergeñar una fiesta de cumpleaños sorpresa para él, que entraba en la década de los 30. ”Llegamos allí con mascarilla, pero una vez juntos, nos las quitamos”. De los 11 que estaban sentados a la mesa, cuatro ya habían pasado la covid-19. Después de la cena, la noche solo se alargó para la mitad de ellos: Roberto, Damián, dos de sus amigas que ya tenían anticuerpos y otro amigo. Primero, un bar en la Cava Baja. Y la última parada fue en una discoteca de la calle de Toledo.
Domingo 19 de julio
Interrumpido por una tos que no cesa, este especialista en gestión cuenta que esa mañana cogió el coche y se marchó a Extremadura: “Doy formación para empresas y prefiero ir con tiempo que no con apuro el mismo día”. Comió en un restaurante de camino, solo, en una mesa. A lo largo de ese día, registro en el hotel de Badajoz, paseo que dio por la ciudad, cena que tomó en una plaza y vuelta al hotel para dormir, fue todo a solas.
Lunes 20 de julio
“Desayuné en el hotel y solo charlé brevemente con el supervisor del bufé, a distancia y con la mascarilla”, recuerda. Y se encaminó a dar una formación de cinco horas para media docena de personas que acabó a las 16.30, “del tirón”. Comió en un McDonald’s. De vuelta a Madrid paró únicamente para poner gasolina, “mascarilla mediante”. Llegó a casa a las 22.00.
Martes 21 de julio
Aquella mañana Damián y Roberto se levantaron “cansados” y empezó, leve, la tos. No le dieron más importancia. Tras una jornada de teletrabajo y un rato con su entrenador personal, él se marchó a Retiro a cenar con un par de amigas. “Me fui en metro, sin tocar nada. De ese par de amigas, a una hacía “mucho tiempo” que Roberto no veía: “Y me la comí a besos, cierto es”.
Roberto y sus amigas compartieron algunas raciones al centro, en una terraza, algún achuchón y el teléfono móvil
Compartieron algunas raciones al centro, en una terraza, algún achuchón y el teléfono móvil de una de ellas cuando su madre llamó y quiso hablar con Roberto. Cuando llegaron las 00.00, cogió un taxi, “con la mampara solo hasta la mitad de los asientos”, y volvió a casa.
Miércoles 22 de julio
“Me levanté hecho polvo, me dolía el estómago y la cabeza, tenía náuseas… Hecho un trapo, vaya”. No se movió de casa. Damián, que también empezó a sentir “cansancio y malestar general muy fuerte”, tampoco. Empezaron a pensar que podía ser coronavirus.
Jueves 23 de julio
“No pude ni teletrabajar”, dice. Se tomaron ambos la temperatura: fiebre. Llamaron a su centro de salud: “A mí me dieron cita para hacerme una PCR ese mismo día, a las 14.00, y a Damián al día siguiente”.
Viernes 24 de julio
Inquieto y preocupado, Roberto acabó desistiendo de esperar a que lo llamaran y llamó él: “Pero nada, que no estaban todavía los resultados. Después pensé que podía meterme en el portal del paciente de la Fundación Jiménez Díaz, de la que depende mi centro de salud, y ver si estaban. Y sí, ahí, positivo”. Eran las 14.00. Y todavía quedaba el resultado de Damián.
Sábado 25 de julio
El positivo de su pareja llegó por la mañana, pero no porque los avisaran, sino porque entraron en la aplicación del sistema de salud de Madrid. ”Ya desde el día anterior se lo habíamos dicho a todos nuestros amigos, los del cumpleaños, para que lo dijeran en casa y en sus lugares de trabajo”. Cuatro de ellos, dice Roberto, no se preocuparon, los que ya habían pasado la enfermedad. El resto se hizo las pruebas pertinentes entre el lunes y el miércoles. Ese fin de semana ninguno salió a la calle.
Lunes 27 de julio
Por la mañana recibieron la noticia “oficial” de que eran positivos. Por la tarde los llamó un rastreador. “Tres días… tres días pasaron.
"No los llamaron a todos para hacerles la entrevista"
De todos los contactos que dieron, que Roberto calcula que fueron alrededor de una veintena solo en su listado, “no a todos los llamaron para hacerles el rastreo” y dos acabaron resultando positivos. “Ninguno fue la chica a la que me comí a besos”, bromea Roberto, entre tos y tos, sobre una amiga con la que cenó uno de esos días y a la que hacía meses que no veía.
Asegura que deja de reír cuando piensa en la reincorporación a la vida social: “Nos han dicho que pasados 14 días ya estamos listos para estar en la calle, sin volver a hacernos PCR para ver si ya damos negativo”. Es decir, que mañana volverán a hacer su vida “normal”: “Y si queremos estar seguros, nos tocará hacernos las pruebas por nuestra cuenta. 60 euros se llama”.
Ese, de media, es el precio de los test serológicos que se hacen en distintas clínicas de Madrid: 30 euros para detectar o descartar la presencia de los anticuerpos IgM (los de respuesta corta, los primeros que aparecen para hacer frente al virus) y otros tantos para los IgG, los que aparecen después, una vez la infección ya no está activa.
”Y nosotros porque teníamos síntomas”, reflexiona Roberto, “pero… ¿y si no? O, ¿y si fuésemos como otras muchas personas que no esperan a los resultados y mientras hacen su vida normal pensando que no están contagiados? ¿No deberían llamar de forma inmediata? ¿O fue porque era fin de semana? ¿Es que los sábados y los domingos el virus no se propaga?”.
Lee aquí el resto de historias de la serie Anatomía de un rastreo
Información sobre el coronavirus
- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia
- Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía
- Buscador: La nueva normalidad por municipios