El misterio de la virgen confinada en el río
Los vecinos del río Sar, donde se localizó una escultura de 150 kilos tallada en el siglo XIV, creen que llegó al cauce tras ser usada como relleno de un dique
El 5 de junio, todavía en Fase 2, Fernando Brey Quintela buscaba un lugar tranquilo para practicar su afición, la pesca fluvial sin muerte, en las horas de descanso de su trabajo en una empresa de canalones de Compostela. “¿Aquí hay truchas?”, les preguntó a los vecinos. “Sí, pero no nos las comemos”, le respondieron recordándole que el río Sar, que fue cantado por Rosalía de Castro y atraviesa Santiago camino de Padrón, no está limpio y arrastra muchas décadas de maltrato. La escena se desarrollaba al sur de la ciudad, en el ...
El 5 de junio, todavía en Fase 2, Fernando Brey Quintela buscaba un lugar tranquilo para practicar su afición, la pesca fluvial sin muerte, en las horas de descanso de su trabajo en una empresa de canalones de Compostela. “¿Aquí hay truchas?”, les preguntó a los vecinos. “Sí, pero no nos las comemos”, le respondieron recordándole que el río Sar, que fue cantado por Rosalía de Castro y atraviesa Santiago camino de Padrón, no está limpio y arrastra muchas décadas de maltrato. La escena se desarrollaba al sur de la ciudad, en el barrio de Conxo, municipio aparte hasta 1925. Y el lugar concreto se conoce como Fervenza, un topónimo en gallego que significa “cascada”, a pesar de que allí hoy no hay cascada alguna.
Fernando bajó al cauce y empezó a caminar con su caña en ristre para lanzar el anzuelo hasta que tropezó, y trastabilló, con una gran piedra. El bloque de granito era cuadrado. Extraña forma para un río. Así que observó atentamente la pieza y, entre el musgo, las hojas caídas y unas largas melenas de algas y líquenes, descubrió la silueta de una Virgen. Enseguida comprendió que aquello era “un tesoro”. Reconoce que se sintió “como Indiana Jones”. Pero no llevaba móvil, así que volvió al día siguiente para retratarla y le mandó las fotos a una amiga de la Asociación para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego (Apatrigal). El colectivo que preside el arquitecto Carlos Fernández Coto alertó a la Consellería de Cultura. Y esta, informa la Xunta, contrató a una empresa para la “retirada urgente de una pieza muy singular”.
El secreto se guardó durante 10 días hasta que el lunes 15, justo cuando Galicia salía del estado de alarma, una gran comitiva oficial asistía al rescate de la imagen de más de 150 kilos. La escultura de granito fue trasladada para su deshumidificación, tratamiento y estudio al Museo das Peregrinacións de la capital gallega. Hicieron falta siete hombres para transportarla hasta el elevador que la sacó del cauce.
Hay quienes han bautizado la escultura como Virgen de la Desescalada y hasta como Virgen del Sars, jugando con el nombre del río y el del virus que estremece a la humanidad en estos momentos. Hay quienes incluso desean ver una señal divina en el hallazgo del pescador cuando azota la pandemia. Pero lo cierto es que la imagen, que ya ha sido datada entre el segundo y el tercer cuarto del siglo XIV, llevaba mucho tiempo criando verdín en aquel lugar, encajada entre otras grandes piedras, sin que nadie reparara en ella.
Según Ramón Yzquierdo Perrín, miembro numerario de la Real Academia Galega de Belas Artes, que fue uno de los dos primeros expertos, junto con Juan Monterroso, en ver la pieza, se trataba de una iconografía “en auge” en aquellas décadas concretas del gótico. “Es una Virgen de la Leche, que se presenta sentada en un trono, dando de mamar al niño en su regazo”, explica este historiador del arte. Fue concebida para estar “suspendida”, en un lugar elevado y solo sujeta por la parte de atrás, la única cara lisa, no labrada. Por la parte inferior, la escultura está decorada con un elaborado adorno floral, claramente para ser visto desde abajo. A ambos lados de la cabeza de la Virgen se conservan en buen estado dos ángeles con incensarios en la mano. La composición “es similar” a la del siglo XIV que preside la portada de la iglesia de Santa María Salomé, en pleno corazón de Compostela.
“En algún momento, la imagen hallada en Conxo dejó de ser de culto y fue desacralizada”, algo que se hacía con cierta frecuencia, eliminando con un certero golpe de cincel el rostro de la Virgen y la cabeza (supuestamente girada hacia el pecho de su madre) del niño Jesús. Una vez eliminadas las caras, las figuras, recuerda Yzquierdo, que también es correspondiente de la Real Academia de San Fernando, “se enterraban” o bien podían utilizarse como material de obra, por eso a veces aparecen encastradas entre las piedras de un muro o colmatando unos cimientos. “Pero el hallazgo en el cauce de un río es muy excepcional”, recalca.
El río bordea los extensos terrenos del Psiquiátrico de Conxo, un descomunal complejo fundado en 1885 en un convento mercedario al que había precedido uno de monjas fundado en el siglo XII. “Por sentido común, el origen de la Virgen tiene que estar en ese entorno”, apunta Yzquierdo como hipótesis, “pero cargar con la imagen sin otra finalidad, para arrojarla al río, es un esfuerzo enorme. No se entiende el afán de echarla allí”. La pista “razonable” de por qué, no obstante, la imagen fue bajada hasta el río la dan los vecinos de las casas más próximas al lugar del descubrimiento, y una familia enseña una fotografía datada entre los setenta y los ochenta como prueba de que en tiempos hubo una infraestructura que ya no está.
“Ahí mismo había una presa. Mi abuela y mi madre la recordaban de siempre, y yo de niño también”, relata Ramón (que prefiere que no se publiquen sus apellidos), de 50 años. “Era un muro muy alto y muy grueso, para retener mucha agua”. Daba servicio al molino, cuyas paredes perduran, y luego la canalización pasaba por debajo de la vivienda de su familia hasta una fábrica de zuecos de madera: “Las turbinas de las sierras se movían con el agua”, cuenta. La gran altura de la presa, que se aprecia al fondo de la foto que cede a este periódico, hacía que el agua sobrante rebordase y formase una impresionante y ruidosa cascada. “Esa era la fervenza que daba nombre a este lugar”, situado corriente abajo de otro enclave cuyo topónimo también habla de los accidentes del río: Torrente de Conxo.
Una mala jornada de invierno que el vecino sitúa “hacia 1985″, cuando él tenía “unos 15 años”, la presa “reventó”. Había perdido su función, se había abandonado, “estaba vieja y acumulaba mucha tierra y restos” arrastrados por el río sucio, al que además eran arrojados los despojos “del matadero de animales que había dentro” de un hospital psiquiátrico que se “autoabastecía”. Las piedras que hoy siguen dispersas en aquel tramo del Sar, de un tamaño aproximado al de la Virgen, “eran el material de construcción de esa presa”.
Por eso en su casa no ven descabellado que la imagen, desacralizada y de tronco cúbico, hubiese sido reutilizada con ese fin, junto con otros restos desechados de los viejos inmuebles religiosos en las sucesivas obras del psiquiátrico. “Todo aquel derrumbe estuvo cubierto de vegetación y lodo” largo tiempo, y hasta que Fernando Brey preguntó por unas truchas que los del lugar no pescan ni comen, a nadie antes se le apareció la Virgen.
Una fuente en una gruta desaparecida
El rescate de la escultura ha alentado distintas teorías, e incluso el alcalde de la ciudad, el socialista Xosé Sánchez Bugallo, ha insistido en la hipótesis de que se trate de la imagen que había en una mina de agua con fuente, en el interior de una angosta gruta, también dentro de los terrenos que eran propiedad del hospital. Pero los vecinos que recuerdan aquel lugar no lo creen. Dicen que la Virgen hallada en el río no pudo estar concebida para aquella pequeña cueva (“en la que solo cabían dos personas de pie” y que acabó sepultada por movimientos de tierra “para las obras del campo de fútbol”) porque “es una figura demasiado grande”. Según ellos, la Virgen de la fuente, que estaba “detrás de una reja” y era policromada, “no medía más de 30 centímetros” y no era tan antigua.
El académico Ramón Yzquierdo vuelve a apelar al “sentido común”, aunque avanza que “va a ser muy complicado encontrar documentación que despeje las incógnitas”. “Sin embargo, en mi fuero interno”, reconoce el estudioso, “mientras alguien no me demuestre lo contrario, yo doy por hecho que esa Virgen de la Leche perteneció a alguno de los edificios monásticos que se construyeron en el lugar mucho antes de la exclaustración de Mendizábal” y de la posterior conversión en el primer manicomio de Galicia.