Francina Armengol, más que un guiño a la España periférica

La nueva presidenta del Congreso se estrena como tercera autoridad del Estado anunciando que permitirá el uso de las lenguas cooficiales en la Cámara Baja

Francina Armengol, en la sesión constitutiva de las Cortes. Foto: CLAUDIO ÁLVAREZ | Vídeo: EPV
Madrid -

Francina Armengol (Inca, 52 años) es el ejemplo claro de que en la vida, y menos en la política, no se debe confundir el buen carácter con la debilidad. Representante del ala más progresista del PSOE y de la España periférica que salió al rescate de Pedro Sánchez en las elecciones generales del 23-J, ...

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Francina Armengol (Inca, 52 años) es el ejemplo claro de que en la vida, y menos en la política, no se debe confundir el buen carácter con la debilidad. Representante del ala más progresista del PSOE y de la España periférica que salió al rescate de Pedro Sánchez en las elecciones generales del 23-J, la nueva presidenta del Congreso ha iniciado su mandato como tercera autoridad del Estado con un anuncio demandado desde hace años por los partidos nacionalistas: el uso de las lenguas cooficiales en el Parlamento como ya sucede en el Senado. Una condición que el partido de Carles Puigdemont exigía a cambio de su apoyo vital —antes de que PP y Vox se enzarzaran en el último capítulo de su tormentosa relación— a una mayoría progresista en la Mesa del Parlamento.

“España siempre avanza cuando se reconocen su pluralidad y diversidad, la riqueza de este país reside en su carácter plural”, ha manifestado la expresidenta de Baleares (2015-2023, desbancada en los comicios del pasado 28-M) antes de ganarse el aplauso unánime, no solo de los diputados socialistas y de Sumar, sino también de las bancadas de ERC, Junts, PNV, EH Bildu y BNG tras conocer su compromiso de que bajo su presidencia permitirá la utilización del catalán, el euskera y el gallego “y la riqueza lingüística que suponen” desde la misma sesión constitutiva con la que ha dado comienzo la XV legislatura. Su puesta en práctica, que el Gobierno también ha elevado a las instituciones comunitarias, ha sido inmediata: la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, se ha expresado íntegramente en catalán en una comparecencia posterior ante los periodistas. Mertxe Aizpurua (EH Bildu) también ha hablado un poco en euskera.

Sánchez ha convertido la potencial crisis por la renuncia de Batet a seguir presidiendo el Congreso tan solo una semana antes de la constitución de las Cortes en una oportunidad. El paso atrás de una de las grandes referentes del PSC, bestia negra del independentismo en las municipales del 28-M y después en las generales, ha propiciado la apuesta por Armengol para presidir una Cámara en la que Sánchez, si es investido, requerirá del apoyo de todo el crisol de formaciones nacionalistas. Sin excepción.

Licenciada en Farmacia y con un posgrado, trabajó en la farmacia familiar hasta 1999, cuando siguió los pasos de su padre, Jaume Armengol, que fue alcalde de Inca, como concejal en su ciudad antes de ser elegida diputada regional. Con fama de dialogante, su elección es toda una declaración de intenciones con la que Sánchez confía en reforzar los puentes con las distintas sensibilidades del independentismo. “España es un Estado plurinacional, multilingüe y diverso. Muchos deberían entender, con tranquilidad, esta realidad”, defendió Armengol en 2016, en la misma línea que Sánchez, meses antes de erigirse como la única presidenta autonómica del PSOE que le apoyó en las primarias —se inclinó casi hasta el final por Patxi López— en las que el actual presidente del Gobierno en funciones fue reelegido secretario general. La presidenta del Congreso y el portavoz parlamentario del PSOE han ostentado su sintonía, sentados juntos durante casi toda la jornada, hasta que se han votado los nueve miembros de la Mesa.

El reconocimiento a Armengol también lo es en cierta forma a todos los damnificados por el castigo al sanchismo en que la derecha basó su estrategia el 28-M y que derivó en una enorme pérdida de poder territorial del PSOE, que de la noche a la mañana vio cómo pasaba de presidir nueve comunidades a solo tres autonomías mientras perdía decenas de ayuntamientos. Al igual que le pasó a Ximo Puig en la Comunidad Valenciana, la presidenta del Baleares durante las dos últimas legislaturas obtuvo más votos que en 2019, que ya es decir: fue la única vez que los socialistas ganaron unas autonómicas en el archipiélago. Formó gobierno de nuevo con los ecosoberanistas de MÉS y de Podemos, otra prueba de su capacidad para gobernar un tripartito de raíces variadas. Un periodo en el que aprobó leyes pioneras como una ley de residuos que prohibía los objetos de plástico de un solo uso, otra ley de cambio climático, la protección de la Posidonia o la regulación de la carga de trabajo de las de las camareras de piso.

El reto ahora es mucho mayor. Armengol salta a la primera línea de fuego de la política española, que exige las condiciones por las que Sánchez se ha decidido por ella: un “carácter fuerte” y “fuertes convicciones, y precisamente por ello dialogante” para presidir el Congreso en otra legislatura de infarto. Lo que Armengol tendrá más difícil es renunciar a los escoltas para moverse como una ciudadana más, como hacía cuando llevaba el timón de las islas Baleares.

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