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Gallardo fracasa en la movilización y deja al PSOE en su peor resultado histórico

Los votantes socialistas castigan con la abstención la apuesta por un candidato procesado. El líder territorial aplaza la posibilidad de dimitir después de perder 10 escaños

Miguel Ángel Gallardo, en la sede del PSOE extremeño durante su comparecencia tras conocer los resultados de las elecciones.Foto: Mai Saki | Vídeo: EFE (EPV)

El PSOE se esperaba un golpe durísimo, pero no por eso la derrota fue menos traumática. La decisión de Miguel Ángel Gallardo de ser el candidato, con la aquiescencia de Ferraz, pese al estigma de estar procesado por haber enchufado presuntamente al hermano de Pedro Sánchez en la Diputación de Badajoz, fue tan arriesgada como incomprendida. El castigo, que La Moncloa lleva días tratando de encapsular a Extremadura, ha sido un desplome de diez escaños menos, al pasar de los 28 obtenidos en 2023 a los 18 de este domingo. En porcentaje, los socialistas se han quedado con un 25,7% de los votos (135.991 papeletas con el 99,89% del voto escrutado), frente al 39,9% (244.227 votos) de hace dos años. Los socialistas han sufrido una desmovilización sin precedentes de su electorado que se traduce en la hegemonía de la derecha en otro de sus bastiones históricos como ya pasó en Andalucía. La consecuencia es la apertura de una crisis colosal en una federación que era sinónimo de estabilidad como colofón de un final de año amargo para el PSOE.

La secretaria de Organización del PSOE, Rebeca Torró, ha sido la encargada de dar la cara en la sede madrileña de Ferraz. Torró ha reconocido que es un “mal resultado” y que los socialistas “no han conseguido movilizar a los votantes progresistas”, informa Laura Llach. En una breve declaración, sin preguntas de los periodistas, la secretaria de Organización ha esbozado el estado de desánimo de los socialistas, dejando el “análisis más profundo” para la reunión de la Comisión Ejecutiva Federal que tendrá lugar este lunes. Gallardo, por su parte, ha comparecido en Mérida y ha reconocido que el resultado “es muy malo, sin paliativos” pero no ha dimitido y ha optado por convocar este lunes de urgencia a su ejecutiva regional para analizar los datos “en frío”. “Lo que menos me preocupa es mi futuro político, y que el PSOE tome la mejor decisión. He convocado a la ejecutiva regional, pero por encima de Gallardo está el PSOE”, ha respondido a la pregunta de si renunciará en una comparecencia en la sede regional, donde la dirección regional le ha despedido con una salva de aplausos. A falta de saber cuándo citará al comité regional, donde sí tiene críticos, Gallardo sí ha sido contundente para referirse a la victoria del PP como un “fracaso estrepitoso” por no haber logrado la mayoría absoluta y haber “engordado” a Vox.

Gallardo ha insistido en “debatir de forma más templada” unos resultados que “probablemente no sean consecuencia de un elemento sino de muchos”. De ese modo ha atribuido parte de la responsabilidad a los casos de corrupción y de acoso del PSOE a nivel nacional y considera que también han contribuido al devenir de la campaña socialista. Gallardo ha explicado, además, que ha hablado con Pedro Sánchez esta noche y han mantenido “una conversación lógica de personas que tienen una amistad, responsabilidades” y “lógicamente [ha sido] para darme ánimos”.

Pese a que la envergadura del cataclismo no ha provocado la dimisión del secretario general, el ambiente que se mascaba en la sede regional del PSOE en Mérida era desolador. Elegido en marzo de 2024, Gallardo se impuso en dos primarias pero no ha logrado cohesionar a una federación acostumbrada a los liderazgos, cada uno con su estilo, de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y de Guillermo Fernández Vara, cuya muerte en octubre agrandó todavía más la sensación de orfandad en el PSOE extremeño.

Los más funestos entre los socialistas de Extremadura venían advirtiendo los últimos días que el partido podría quedarse por debajo de los 20 escaños. Fernández Vara ganó las elecciones de 2023 con 28 escaños, los mismos que el PP, pero con más votos. Fue una victoria pírrica, que no le permitió gobernar por la suma de PP y Vox. Pese al triunfo, fue el peor resultado de la historia de la federación socialista, cuyo suelo anterior eran los 30 diputados de 2011 -el pacto de PP e IU propició la legislatura de José Antonio Monago- y 2015. El porcentaje de voto del PSOE en las últimas extremeñas fue del 39,9%, su registro más bajo. Ahora se ha desplomado al 25,8%. ”Nos hemos suicidado. ¿A quién se le ocurre poner a un candidato procesado? Esto es lo que te lo decía todo el mundo. Hemos pecado de soberbios“, avanzaba en el mitin de cierre de campaña un integrante de la lista socialista.

La gran pregunta que se hacen en el PSOE extremeño y en otras federaciones socialistas es por qué la dirección federal no intervino para evitar que Gallardo fuese el candidato. “¿Por qué no hubo primarias y se resolvió todo de forma tan rápida con el beneplácito de Ferraz? Sabían que si las había la federación se volvería a abrir en canal y que Gallardo no llegaría al 50% de respaldo en Cáceres, pero los votantes nos devuelven la falta de reacción con un daño multiplicado", lamenta un importante dirigente del sector crítico con el candidato. “Hemos sido rehenes del hecho de que Gallardo ha sido procesado por contratar al hermano de Pedro. Si hubiera sido procesado por cualquier otra persona, no habríamos llegado a esta situación, pero Pedro se sentía culpable. A Ferraz le ha faltado determinación. Y cuando no actúas en algo tan evidente, pasa lo que pasa”, añade un peso pesado de la provincia de Badajoz.

Dirigentes de la dirección regional del PSOE destacan además que el PP ha acertado al separar por primera vez las elecciones autonómicas de las municipales. La decisión de María Guardiola ha sido determinante para que los socialistas no pudieran aprovechar su poder territorial. El PSOE gobierna en más ayuntamientos (211) que el PP (139), además de en las diputaciones de Cáceres y Badajoz, pero se ha visto incapaz de aprovechar el tirón de sus alcaldes, que ahora no concurrían a las urnas, para activar a su electorado y sacarle de la abstención al encontrarse desmotivado por la causa judicial que arrastra Gallardo, cuyo juicio se ha retrasado de febrero a mayo. Otro revés a su problema de imagen es la forma en la que obtuvo el aforamiento en el Parlamento regional. El Tribunal Superior de Justicia de Extremadura tumbó su aforamiento por “fraude de ley”.

“Hemos ido puerta a puerta en las zonas rurales y muchas veces nuestra gente nos decía que lo sentían pero que no iban a votar. A eso súmale que el electorado conservador se ha movilizado de forma muy alta en las ciudades, donde se concentra el grueso de la población y donde nosotros estábamos más flojos. Y nos han metido una goleada”, resumía un dirigente provincial de Cáceres. Un ejemplo urbano de la tragedia del PSOE es el de Mérida, donde su alcalde, Antonio Rodríguez Osuna, gobierna con mayoría absoluta. Sin embargo, la participación del PSOE se desplomó 20 puntos. Lo mismo que en Villanueva de la Serena, donde Gallardo fue 21 años alcalde y cerró la campaña acompañado de Sánchez.

El goteo de escándalos de corrupción y acoso protagonizados por la guardia de corps en la que el presidente del Gobierno confió desde las primarias de 2017 hasta verano también ha contribuido al hundimiento del PSOE en una tierra que ha gobernado 36 de los últimos 42 años. Cuando no era Santos Cerdán lanzando amenazas veladas en el Senado era el ingreso en prisión de José Luis Ábalos, la polémica por los cinco meses que el PSOE metió en el congelador las denuncias por acoso sexual contra Francisco Salazar o la reaparición de Leire Díez en una nueva presunta trama con Vicente Fernández, expresidente de la SEPI, y Joseba Antxon Alonso, dueño de Servinabar, la empresa navarra que supuestamente compartía con Cerdán.

Aunque en La Moncloa no se dan por aludidos, la bofetada no es solo para Gallardo, como él mismo ha dado a entender. Las extremeñas dejan un mensaje inquietante para Sánchez ante el horizonte de elecciones en cascada que el PP ha diseñado en Aragón, Castilla y León y Andalucía en su estrategia de desgaste al Gobierno. La prueba de que el derrumbe se veía venir es que el presidente adelantó al lunes pasado su balance final de año -lo lógico era que fuese este martes, tras el último Consejo de Ministros del año- para no estar condicionado por las extremeñas. Tampoco es casual que vaya a anunciar este lunes los cambios pendientes en el Gobierno tras la convocatoria de comicios en Aragón para el 8 de febrero. Pilar Alegría no ha esperado a que se conozca su relevo en la portavocía del Ejecutivo y el Ministerio de Educación para volcarse ya en la campaña de la próxima cita electoral dentro de mes y medio. Las primarias exprés de las que Alegría ha salido candidata fortalecida, sin que se presentara una alternativa, dicen mucho del liderazgo comatoso de Gallardo y retrata a Ferraz por la falta de una hoja de ruta uniforme. La sede estatal del PSOE decidió que no hubiera primarias en Extremadura con el pretexto de la falta de tiempo por el adelanto electoral, pese a las alertas que les llegaban de dentro y fuera. Aun así, la lectura principal es que el PP no ha logrado la mayoría absoluta y dependerá de un Vox crecido.

Los críticos con Gallardo, con la provincia de Cáceres convertida en su aldea gala, recuerdan que el gran valedor autonómico de Gallardo ha sido Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Uno de sus detractores más veterano recuerda que el expresidente hizo llorar a Fernández Vara en un comité regional en 2011 tras obtener 30 escaños y perder la Junta ante la alianza contra natura de PP e IU. “¿Qué va a decir ahora?“, tiraba con sorna mientras el recuento hacía realidad los malos presagios para el PSOE. Rodríguez Ibarra, uno de los principales críticos públicos de Sánchez, afirmó durante la campaña que sería “una injusticia” que la federación extremeña pagase en las urnas “la culpa de otros”, en referencia a la catarata de escándalos nacionales del PSOE. “No tenemos por qué pagar la culpa de otros”, expresó. Su deseo ha estado muy lejos de hacerse realidad.

El PSOE también sangra por otra herida: el crecimiento a su costa de la candidatura de Irene de Miguel, la lista de Unidas por Extremadura es otro de los aldabonazos de estas elecciones es que los extremeños ya no identifican al PSOE con la Junta. El refugio en la izquierda a la izquierda del PSOE escuece especialmente en una comunidad en la que los socialistas lo eran todo.

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