Sánchez y el PSC, una alianza estratégica

Los socialistas catalanes, que saben de travesías en el desierto y movimientos traumáticos, son ahora la principal fortaleza del PSOE, donde han ido ganando influencia desde el ‘no es no’ a Mariano Rajoy

Sánchez arropa a Salvador Illa en el cierre de campaña el pasado 10 de mayo en Barcelona. Foto: ALBERT GARCIA | Vídeo: EPV

La incontestable victoria del PSC este 12-M no se entendería sin la apuesta por la distensión de Pedro Sánchez en Cataluña, pero tampoco la carrera política del presidente del Gobierno habría sido la misma sin el PSC. Sus destinos han estado ligados desde aquel “Pedro, ¡líbranos de Mariano Rajoy!” de Miquel Iceta en 2016 y el ”no es no” de los diputados catalanes en la investidura del líder del PP. Aq...

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La incontestable victoria del PSC este 12-M no se entendería sin la apuesta por la distensión de Pedro Sánchez en Cataluña, pero tampoco la carrera política del presidente del Gobierno habría sido la misma sin el PSC. Sus destinos han estado ligados desde aquel “Pedro, ¡líbranos de Mariano Rajoy!” de Miquel Iceta en 2016 y el ”no es no” de los diputados catalanes en la investidura del líder del PP. Aquel episodio provocó la mayor crisis en la relación de PSOE y PSC desde 1978 y hoy, siete años después de la renegociación de su convivencia, el PSC representa la mayor fortaleza del PSOE.

El ganador de estas autonómicas sabe qué es una travesía en el desierto. Sabe qué son los movimientos traumáticos. En 2013, los socialistas catalanes dejaron atrás el derecho a decidir y, de la mano de Miquel Iceta, optaron por canalizar su debate territorial a través de la construcción de una España federal prevista en la Declaración de Granada. Ahí estaba Alfredo Pérez Rubalcaba en el centro de la foto, tan solo un año después de haberse decidido a pelear por el liderazgo del PSOE frente a Carme Chacón. “No podíamos entregarle el partido al PSC”, era una de las reflexiones que hacían en su entorno.

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La influencia del PSC dentro del PSOE dio un salto definitivo a raíz de las primarias de 2017, cuando los catalanes fueron decisivos para que Pedro Sánchez derrotara a Susana Díaz. Ese año, en ese histórico 39º Congreso, el PSOE abrazó el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado y, poco después, en plena escalada independentista, apoyó la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución de la mano del Partido Popular.

Situarse al lado de Rajoy en ese trance permitió a Sánchez enfundarse el traje de hombre de Estado antes de llegar a La Moncloa y recolocarse en la centralidad, una operación que, de nuevo, habría sido imposible sin la complicidad de Iceta. Así se lo reconoció el viernes, en el último acto de la campaña, con un “sabemos de dónde venimos, ¿verdad, Miquel?”. Vienen de todo eso y de la mesa de diálogo con la Generalitat que en 2020 permitió que Sánchez fuera presidente del Gobierno, la renovación del liderazgo en Cataluña con Salvador Illa en plena pandemia, los indultos a los líderes del procés unos meses después y, a pesar de la incomodidad de muchos en el PSC, la ley de amnistía que se está tramitando en las Cortes tras el acuerdo con Junts y ERC para volver a hacer presidente a Sánchez. Ni él habría llegado a ser líder de los socialistas ni el PSC habría ocupado su actual espacio sin la alianza de estos años, que ha resultado ser estratégica para ambos.

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