Las hostilidades entre Junqueras y Rovira amenazan con alargar la interinidad en ERC

Si ninguna de las candidaturas a presidir la formación obtiene más del 50% de apoyo en el congreso de noviembre, se tendrá que repetir la votación

Abrazo entre Oriol Junqueras y Marta Rovira, el pasado mes de julio, tras el retorno a España de la secretaria general de Suiza.Albert Garcia

Hace poco más de tres meses que Oriol Junqueras abandonó la presidencia de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Su salida la forzaron la presión por los fiascos electorales y las peticiones de renovación, aunque él avisó de que intentaría hacerse reelegir en el congreso extraordinario de noviembre. Una de las voces más nítidas que abogó entonces por el cambio de caras fue la de quien había sido su número dos durante 13 años y actual líder interina, Marta Rovira. Pese a la ruptura del tándem, entonces se compartía que en el camino al cónclave debían recoserse ambas sensibilidades, co...

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Hace poco más de tres meses que Oriol Junqueras abandonó la presidencia de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Su salida la forzaron la presión por los fiascos electorales y las peticiones de renovación, aunque él avisó de que intentaría hacerse reelegir en el congreso extraordinario de noviembre. Una de las voces más nítidas que abogó entonces por el cambio de caras fue la de quien había sido su número dos durante 13 años y actual líder interina, Marta Rovira. Pese a la ruptura del tándem, entonces se compartía que en el camino al cónclave debían recoserse ambas sensibilidades, con mucha negociación de por medio. Pero la escalada de la confrontación de ambos sectores en los últimos días mina las esperanzas de alcanzar esa síntesis y amenaza con alargar la incertidumbre. De momento, cuatro candidaturas aspiran a participar en la carrera y, si ninguna obtiene más del 50% de votos el 30 de noviembre, se tendrá que repetir la votación en diciembre.

“No seré candidata a nada, absolutamente a nada y menos contra Oriol Junqueras”, aseguró la secretaria general en julio, el día que regresó de su huida en Suiza después de seis años. Los afines a la idea de renovación de caras, sin embargo, sí se han organizado bajo el paraguas de la candidatura Nova Esquerra Nacional, que tiene al exalto cargo de la Generalitat Xavier Godàs como candidato a batirse con Junqueras. Esta lista y la que lidera el exvicepresident de la Generalitat, Militància Decidim, son las que de entrada tienen más números en una carrera que comienza de manera oficial el próximo día 6.

La salida de Junqueras de la presidencia fue dramática, tras una ejecutiva muy tensa. Había quien en el partido planteaba ese cisma como tener que escoger “entre papá o mamá”. Sin embargo, se mantenían las esperanzas de que todo se pudiera encauzar. No hay diferencias ideológicas de fondo, algo que sí ocurrió hace casi 20 años, cuando el partido quedó devastado por la lucha cainita entre Josep Lluís Carod-Rovira, Joan Puigcercós y Joan Carretero, que incluso terminó con una escisión. El regreso de Rovira de Suiza, tras el archivo de la investigación por terrorismo en su contra, dejó una foto de ambos abrazándose en Cantallops (Girona) que, a tenor de los últimos hechos, brilla por su artificialidad.

Las negociaciones del acuerdo que finalmente se selló con el PSC para la investidura de Salvador Illa implicó un gran desgaste para Rovira y los suyos, si bien no todos los seguidores de Junqueras estuvieron en contra del acuerdo ni todos los de Rovira lo suscribieron. El apoyo al pacto se impuso por escasos 550 votos (53,3% a favor del sí frente a 44,8% del no), una muestra de la polarización interna. Durante el verano sí hubo algunos choques entre ambos sectores a raíz de la fecha del Congreso Extraordinario, que los junqueristas consideraban que, según los estatutos, tenía que ser en septiembre.

Pero lo que hizo reventar todo fue la publicación de nuevos detalles sobre la llamada estructura B de los republicanos, sin control de la Ejecutiva de la formación y de la que Junqueras se desentiende. El expresidente del partido da credibilidad a las informaciones que dicen que se tomaban decisiones al margen de él y se encargaban campañas de “contraste”, como el ataque de falsa bandera de los carteles de los hermanos Maragall en las pasadas elecciones municipales. Muchas de esas filtraciones, usualmente con un sesgo evidente, intentaban vincular a toda costa a Rovira. Ella rompió su silencio a principios de septiembre y acusó directamente a la campaña de Junqueras de ir a por ella, señalándole de estar dispuestos a todo para ganar el Congreso.

La ausencia de Rovira y del expresident Pere Aragonès en Nova Esquerra Nacional no ha sido barrera para que los ataques de Junqueras vayan dirigidos a ambos, aunque sin nombrarlos. Junqueras presentó su candidatura de manera oficiosa el pasado sábado —el día 15 de este mes tendrá que inscribirla y, si cumple los requisitos, la fecha límite para presentar los avales es el 15 de noviembre— y ese pistoletazo de salida terminó convertido en un gran memorial de agravios contra la gestión de su exnúmero dos. “No cosamos ninguna herida que antes no hayamos limpiado”, aseguró.

“Pido perdón sincero por quien en la campaña del 21-D [2017] no pudo conseguir que el trabajo [de hacer posible el referéndum del 1-O] fuera reivindicado como se merecía”, aseguró Junqueras, señalando así a quien él mismo designó como líder del partido y candidata a la presidencia cuando él estaba en prisión preventiva. Esta acusación cayó especialmente mal entre una parte de las filas, que recuerdan cómo el líder entonces encarcelado bendijo el giro copernicano de aparcar la vía unilateral para abrir la del diálogo.

Junqueras también aseguró que él venía a “salvar y recuperar” el partido de quienes quieren dar lecciones pese a que “jamás han pegado carteles electorales”, en una referencia también velada al Ejecutivo que lideró Aragonès. Y, tras desentenderse de las campañas de falsa bandera, acusó a Rovira y a su núcleo duro de “traicionarle”, tomando decisiones del partido sin consultarle y autodescribiéndose como alguien que, desde la cárcel, no tenía información sobre lo del partido. Su tono ha sido muy agrio, incluso cuando aparentemente intenta tender la mano. “Le deseo lo mejor, porque hemos tenido una amistad que yo querría salvar”, dijo el pasado lunes en una entrevista a RAC-1 respecto a la secretaria general.

El rovirismo había optado inicialmente por intentar poner la otra mejilla —algo que, en otras etapas políticas, Junqueras siempre enarbolaba—, pero la dureza de las declaraciones les ha hecho pasar también al ataque. “No puedes decir que tú no estabas si lideras un partido o una institución”, le respondió Godàs, en una entrevista a SER Catalunya. “¿La gran traición de la que habla Junqueras es que Rovira no volviera a presentarse a su lado y considere que hay un nuevo ciclo político y es necesario un cambio de liderazgos?”, cuestionó por su parte la diputada en Madrid Teresa Jordà, también miembro de la candidatura de Nova Esquerra Nacional.

Las otras dos candidaturas que aspiran a dirigir ERC, Foc Nou y Recuperem BCN, intentan mostrar cómo esa pugna es una muestra más de la necesidad de pasar página de los años del tándem Junqueras-Rovira. Insisten en que siguen sin ver diferencias ideológicas u organizativas reales. Y aunque desde las cuatro listas se insiste en que no se pueden repetir hechos como los de los carteles de los Maragall, nada hace creer que ese tema no siga siendo un arma arrojadiza. La polarización es tanta que incluso amenaza el futuro del Congreso, que además se solapa con la negociación de los Presupuestos en la Generalitat y, si hay senda de déficit, en el Gobierno. Si ninguna de las listas lograse el 50% de los votos el 30 de noviembre, a mediados del mes siguiente se tendría que celebrar otra.

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