Los nuevos proyectos del DHub: crear imágenes con IA a partir de recuerdos y un bar impreso en 3D

El servicio de recreación de memorias está abierta a los ciudadanos que deseen reservar cita en el museo barcelonés

Presentación del proyecto 'Ex-Designer Project Bar'.Quique Garcia (EFE)

El Disseny Hub de Barcelona ya tiene a punto sus dos nuevos proyectos: el experimento que configura la Oficina Ciudadana de Memorias Sintéticas se abre este viernes al público, mientras que el Ex-Designer Project Bar podrá visitarse a partir del próximo miércoles. La primera propuesta es un servicio ciudadano que crea imágenes con inteligencia artificial (IA) a partir de los recuerdos de los asistentes que han reservado una cita. La recreación se configura a base de una entrevista al individuo, y luego este pued...

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El Disseny Hub de Barcelona ya tiene a punto sus dos nuevos proyectos: el experimento que configura la Oficina Ciudadana de Memorias Sintéticas se abre este viernes al público, mientras que el Ex-Designer Project Bar podrá visitarse a partir del próximo miércoles. La primera propuesta es un servicio ciudadano que crea imágenes con inteligencia artificial (IA) a partir de los recuerdos de los asistentes que han reservado una cita. La recreación se configura a base de una entrevista al individuo, y luego este puede llevarse la imagen impresa. La segunda instalación comprende un bar creado por completo en impresión 3D. El local que solía estar ubicado en Sant Antoni recibió clientes a medida que se iba construyendo entre 2015 y 2020.

“Mi padre tenía una foto de cuando era pequeño, yo tengo doce, y mi carrete tiene 22.000 imágenes de mi hija de nueve años”, ha comenzado Pau García, director de Domestic Data Streamers, el estudio creativo detrás del proyecto, en la presentación del experimento. La Oficina Ciudadana de Memorias Sintéticas pretende investigar sobre nuestra relación con la memoria mediante las nuevas herramientas tecnológicas que introduce la IA. Las sesiones en que las personas explican sus memorias duran entre 15 y 30 minutos, aunque pueden alargarse a una hora. El experimento resulta especialmente útil para generar imágenes –abstractas y borrosas, ya que reconstruyen memorias subjetivas– de los recuerdos de personas que han vivido una migración forzada y cuyas “memorias visuales han sido perdidas, destruidas o abandonadas, explica García. Añade, además, que puede reconstruir las remembranzas de personas que sufren pérdida de memoria por demencia o alzhéimer: “la falta de recuerdos genera una falta de identidad”, precisa García.

El estudio Domestic Data Streamers ha trabajado, desde sus inicios hace 10 años, con la “materia prima de los datos para crear historias”, según ha aclarado el director del DHub, José Luis de Vicente. Su iniciativa es uno de los proyectos ganadores del programa del Ayuntamiento de Barcelona para fomentar propuestas de innovación urbana, La Ciutat Proactiva 2023. La edición que dio pie al proyecto tenía como enfoque las relaciones en el espacio público y la convivencia. La quinta edición, la de este año, plantea el abordaje de la sequía y los problemas energéticos. Se puede reservar hora de viernes a domingo y el experimento se prolongará hasta agosto, mientras que el archivo estará abierto hasta septiembre.

En el Ex-Designer Project Bar, creado por el diseñador Martí Guixé, todo ha sido imprimido en 3D, incluida la cubertería. Empezó a construirse –y a dejar entrar clientes en el local de la calle Entença 3– en 2015, hasta que en 2020 estalló la pandemia y el confinamiento obligó a cerrar todos los bares. Así, se optó por desmontar una a una las piezas que conformaban el establecimiento. Hoy, cuatro años después del desmantelamiento, se puede observar reconstruido dentro del DHub, además de las tres impresoras autoras, y el proceso de producción y desmontaje. La exposición podrá visitarse hasta finales de agosto.

Martí Guixé ejerce un “diseño performativo: no acaba cuando finaliza el trabajo, sino que es el usuario que los completa”, ha afirmado Teresa Bastardes, jefa de colecciones del museo. Fabricado con ácido poliláctico, un polímero biodegradable a base de maíz, el local incluso recibía una clientela fija al abrir las tardes entre semana para la usual bebida del afterwork. Acudían curiosos, vecinos y expertos del mundo del diseño y la impresión 3D. También acogía conferencias, sesiones gastronómicas y varios conciertos de improvisación. El bar, que “se salía mucho de las convenciones de la gastronomía” según el propio Guixé –los vasos de plástico no gustaban mucho y se podía pagar con bitcoins–, estuvo abierto desde que se empezó a construir. Sin embargo, el arquitecto del proyecto, Pau Badia, reconoce que por su carácter más performativo que eficiente (la incomodidad de un local 100% de plástico) no podría volver a abrirlo en la calle.

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