Aragonès en la “boca del lobo”

El presidente catalán asume un alto riesgo defendiendo en solitario la amnistía ante un Senado totalmente controlado por el PP

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en una imagen reciente en el Palau de la Generalitat.Quique Garcia (EFE)

¿Tiene algo que ganar Pere Aragonès acudiendo a defender la amnistía ante un Senado con mayoría absoluta del PP y con los 11 presidentes autonómicos del mismo partido como únicos contrincantes? La pregunta ha resonado los últimos días en los órganos de decisión de Esquerra Republicana, un partido que tenía ante sí la disyuntiva de declinar la invitación de la c...

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¿Tiene algo que ganar Pere Aragonès acudiendo a defender la amnistía ante un Senado con mayoría absoluta del PP y con los 11 presidentes autonómicos del mismo partido como únicos contrincantes? La pregunta ha resonado los últimos días en los órganos de decisión de Esquerra Republicana, un partido que tenía ante sí la disyuntiva de declinar la invitación de la comisión general de comunidades autónomas del Senado o recoger el guante, armarse de valor, y defender en 10 minutos escasos sus posiciones, no solo acerca de la amnistía, sino también sobre el referéndum que defiende el presidente catalán. La primera opción, la de no ir, y que era la que todo el mundo daba por hecha, habría sido de fácil argumentación ante propios y extraños: en no pocas ocasiones el presidente de la Generalitat ha declinado acudir a foros que no fueran bilaterales entre el Gobierno y la Generalitat. Siguiendo esta máxima, el Govern se ha ausentado de encuentros como la Conferencia de Presidentes o el Consejo de Política Fiscal y Financiera.

Pero esta vez era diferente. Y así lo han interpretado Aragonès y su partido. Acudir al Senado es como ir a la “boca del lobo”, admiten fuentes de ERC. Pero, al mismo tiempo, supone una oportunidad de oro para que el presidente catalán tenga la oportunidad de recuperar el pulso político, justo cuando Esquerra Republicana ha perdido fuelle, visibilidad y empuje ante Junts per Catalunya en las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez.

Tres factores han jugado a favor de la asistencia de Aragonès a tan hostil escenario. El primero, la necesidad de Esquerra Republicana y del propio presidente catalán de exponer públicamente su hoja de ruta sin intermediarios y en un foro institucional y no de partidos. El segundo, la intención de singularizar la posición de ERC aprovechando que los presidentes autonómicos socialistas no tienen intención de acudir y que sus eternos rivales de Junts per Catalunya lo harán sin poder lucir una presidencia. Y tercero, intentar romper el discurso de que los independentistas buscan objetivos puramente partidistas para defender que la hoja de ruta de la amnistía y el referéndum cuentan con un amplio respaldo en la sociedad catalana.

El escaparate del Senado resulta goloso, pero los riesgos son altos. En la escaramuza con el PP, Aragonès puede salir trasquilado y proyectar la imagen de un presidente derrotado, humillado e incapaz de defender con éxito los intereses de millones de catalanes.

Pero hay otro riesgo mayor si cabe para quienes defienden la amnistía. El PSOE, el principal actor para que tan delicada operación llegue a buen puerto, había decidido ignorar el debate promovido por el PP en el Senado para evitar más ruido del imprescindible y daba por hecho que ERC haría lo mismo. Al bajar Aragonès al barro sin coordinarse con los socialistas, el PP puede ver amplificado su mensaje. Por eso habrá que ver si el presidente catalán acude a la Cámara alta en pro de la amnistía o solo en defensa del liderazgo independentista frente a Carles Puigdemont.

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