Prohibido cenar solo: restaurantes de Barcelona impiden sentarse sin acompañantes
Locales de la calle Blai y del Eixample rechazan a clientes únicos en sus mesas. La pospandemia y el regreso del turismo masivo alteran las políticas de asiento en la hostelería
Eudald E. no imaginó que el pasado lunes volvería sin cenar a casa, pero el desesperante juego de sillas en el que se ha convertido conseguir terraza en Barcelona le hizo regresar con el estómago vacío a su piso. Fue rechazado hasta en tres locales en los que había mesas libres en la calle Blai, epicentro gastro del barrio de Poble-sec. “No quería ir a un local específico, simplemente sentarme en la primera terraza que pillase porque quería leer algo mientras cenaba al fresco”, cuenta, mientras procede a rememorar el curioso ardid de excusas y razones que le aludieron desde distintos locales p...
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Eudald E. no imaginó que el pasado lunes volvería sin cenar a casa, pero el desesperante juego de sillas en el que se ha convertido conseguir terraza en Barcelona le hizo regresar con el estómago vacío a su piso. Fue rechazado hasta en tres locales en los que había mesas libres en la calle Blai, epicentro gastro del barrio de Poble-sec. “No quería ir a un local específico, simplemente sentarme en la primera terraza que pillase porque quería leer algo mientras cenaba al fresco”, cuenta, mientras procede a rememorar el curioso ardid de excusas y razones que le aludieron desde distintos locales para negarle la posibilidad de cenar al aire libre. “En la primera terraza que conseguí mesa, rápidamente llegó un camarero y me dijo que estaba reservada. No lo estaba. En cuanto me levanté, se sentó un grupo de guiris que estaban detrás de mí. En la siguiente, me advirtieron de que solo tendría 20 minutos. Les especifiqué que quería cenar, pero insistieron que debería hacerlo en ese lapso de tiempo. Así que me levanté y en la tercera y última, ya en el último de la calle porque había bastante gente, me dijeron directamente que la terraza solo era para grupos”, explica.
Este tipo de estrategias no solo se estilan en Poble-sec. Anna T., vecina del Eixample Dret, asegura haberlas sufrido varias veces, aunque de forma más directa y cortante, en el bar Cugat, al que suele acudir a menudo. “En los últimos meses, si el local va lleno, me han rechazado en la terraza varias veces por ir sola aunque quedase una mesa libre. La última vez me mosqueé muchísimo y les dije que si era por cuestión de dinero, estaba dispuesta a jugar a su juego; que si nos íbamos a poner en plan capitalismo voraz, cuánto era el mínimo que debía abonar para poder sentarme en la terraza y cenar. Me dijeron que no era por eso, simplemente no me podía sentar sola”, zanja.
La aventura de salir a tomar algo
¿Sufre una parte de los hosteleros de Barcelona una variante mercantilista de la solomangarefobia en sus terrazas? El vocablo que define el miedo a comer solo en público ha adquirido, aunque despunte de forma tímida, un significativo cariz este verano en la capital catalana. Un estío que ha vuelto a confirmar una tendencia que se empezó a instaurar en la pospandemia y que irrita especialmente a los vecinos que residen todo el año en la ciudad: la de comprobar cómo en ciertas terrazas de la capital catalana se niega la posibilidad de tomar únicamente un refresco y solo se habilitan para comidas o cenas. Una estrategia asumida por la población si se diera en los turnos habituales (13.30 horas- 15.30 horas/ 20.30-22.30 horas), pero que se ha ampliado por la adaptación a los horarios de alimentación de los turistas.
Desde que suben las temperaturas en primavera (y con ella el repunte de visitantes), en algunos locales no se aceptan a clientes para tomar algo rápido a partir de las 12 de la mañana en terraza. Y las quejas, que ya se detectaron en 2022, van creciendo en redes sociales al denunciar a bares específicos por aplicar es estrategia. “19:43 y no nos han querido servir en la terraza de la arrocería de Sants porque ‘ya era la hora de la cena’ De acuerdo”, tuiteó esta misma semana Clara Ziegnem. “Cuatro de la tarde. Antes de entrar en el MACBA queremos tomar un café. No nos lo sirven en la terraza porque “ya es la hora del aperitivo [previo a la cena, entendemos]”, compartió en la misma red la periodista Noemí Vilaseca el pasado 22 de julio.
Consultados al respecto sobre la validez de estas prácticas, desde el Ayuntamiento de Barcelona se remitió al Gremio de Hosteleros o a la Generalitat sobre este ámbito. Desde el citado gremio, por su parte, no hubo respuesta tras la petición de este diario. La dificultad para conseguir mesa al aire libre se da en un año en el que se ha ampliado su presencia en las calles. Según los datos que el propio Ayuntamiento facilitó al Gremio de Restauración el pasado mes de abril, se cifraron las actuales terrazas en 6.375 (5.700 antes de la pandemia), las mesas en 29.800 y las sillas en 114.056. La Federación de Asociaciones Vecinales de Barcelona (FAVB), ha calculado, a partir de datos municipales abiertos, que el aumento de licencias entre 2019 y 2022 ha sido de 2.284, un 62%.
Coger ticket para conseguir sitio en Gràcia
Algunos locales ya están tomando medidas prácticas para evitar el colapso de clientes y los malentendidos en sus terrazas. Este verano se ha puesto en marcha una nueva forma de acceso en el barrio de Gràcia, específicamente en el café Flanders de la plaza Rovira i Trias. Allí se ha habilitado una máquina de tickets que ofrece un número de espera a los usuarios, tal y como se estila en los puestos del mercado u otros establecimientos de consumo. El aparato solo funciona cuando los asientos están ocupados al completo; si hay sitio libre en las mesas, no hace falta coger tanda.
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