El exconsejero Miquel Buch niega que pagara a un asesor para hacer de escolta de Puigdemont en Bélgica

El sargento de los Mossos cuenta cómo acompañó al expresidente a Waterloo: “Me pidió si le podía acompañar en un viaje privado. Le dije que para mí era un honor”

El exconsejero Miquel Buch, a su llegada este jueves al juicio en la Audiencia de Barcelona.Marta Perez (EFE)

El exconsejero de Interior Miquel Buch (Junts) ha negado este jueves que contratara a un sargento de los Mossos d’Esquadra como asesor del departamento para que hiciera de escolta del expresident Carles Puigdemont en Bélgica. En la última sesión de un juicio en el que afronta una petición de seis años de cárcel, Buch ha asegurado que fichó a Lluís Es...

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El exconsejero de Interior Miquel Buch (Junts) ha negado este jueves que contratara a un sargento de los Mossos d’Esquadra como asesor del departamento para que hiciera de escolta del expresident Carles Puigdemont en Bélgica. En la última sesión de un juicio en el que afronta una petición de seis años de cárcel, Buch ha asegurado que fichó a Lluís Escolà en el verano de 2018, nada más acceder al cargo, por recomendaciones de su entorno, pese a que no lo conocía. Tras tantear sin éxito a “4 o 5 personas de confianza”, el exconsejero se decantó por este mando policial, que había sido escolta de los expresidentes Jordi Pujol y Artur Mas. “Veníamos de los atentados de Barcelona, del 1-O, de situaciones que habían tensionado mucho al cuerpo. Necesitaba una persona de dentro que pudiera explicarme cuestiones que a un consejero se le haría difícil conocer”, ha dicho en la Audiencia de Barcelona. En el banquillo de los acusados le ha acompañado Escolà, que se enfrenta a cuatro años y medio de cárcel y que también ha defendido su labor como asesor.

La Fiscalía sospecha que, aunque formalmente fue impecable, el nombramiento de Escolà como cargo de confianza de Interior obedecía a una intención oculta: pagar al sargento por los servicios que, de manera extraoficial, ya estaba prestando como escolta de Puigdemont en Waterloo. Tras la fallida proclamación de independencia, el expresidente catalán huyó a Bélgica el 29 de octubre de 2017. Lo hizo acompañado, entre otros, de Escolà, que ha explicado ante el tribunal ese episodio: “Puigdemont me pide si le puedo acompañar en un viaje privado. Le digo que estoy de vacaciones, pero que para mí es un honor y que le acompaño en lo que necesite”. Desde ese momento, Escolà aprovecha las horas de trabajo acumuladas como policía y no vuelve a trabajar hasta que, en julio de 2018, es nombrado asesor. “[Buch] me ofrece ayudarle en tareas de conocimiento del cuerpo de Mossos. También era un honor ayudar al conseller en este tema cuando sabía que estaba bastante solo”, ha declarado.

Escolà ocupó la plaza entre julio de 2018 y marzo de 2019, cuando abandonó el cargo porque la tarea, siempre según su versión, no le satisfacía del todo. En ese tiempo cobró más de 52.000 euros de dinero público. Para la Fiscalía, el nombramiento fue una tapadera, de modo que se estaba pagando a Escolà por los servicios que estaba prestando en Waterloo para garantizar la seguridad de Puigdemont, a quien no se brindó la escolta que le corresponde por ley como expresidente de la Generalitat. El ministerio público considera que los constantes viajes del mosso a Bélgica son una prueba de que estaba llevando a cabo esa labor. Y pone en duda la validez de los 14 informes que, supuestamente, Escolà entregó a Buch y que versan sobre materias tan diversas como yihadismo, gestión de grandes acontecimientos o redes sociales.

El sargento Lluís Escolà, a su llegada este jueves al juicio.Marta Perez (EFE)

“Eran notas que me servían”

Frente a la tesis de la Fiscalía, los dos acusados han coincidido en señalar que la labor de asesoría se llevó a cabo de forma satisfactoria para ambas partes. Escolà no iba de manera regular al despacho del Departamento de Interior, ni elaboraba informes demasiado sesudos, pero no hacía falta: lo que Buch quería, ha afirmado ante los magistrados, es que le ayudara a resolver dudas. “Más que informes, eran opiniones, notas no muy extensas, porque a mí no me gusta leer. Me servían para saber qué situación iba a encontrarme”. El sargento debía estar a su disposición, pero eso no implicaba una cercanía física, porque muchas gestiones las resolvían por teléfono e incluso en el domicilio del exconsejero en Premià.

Buch ha restado importancia al hecho de que el escolta pasara mucho tiempo viajando y ha afirmado que ignoraba, entonces, sus visitas a Waterloo para, presuntamente, ayudar en la seguridad del expresidente. “No le puedo decir si iba con Puigdempont o con sus amigos a San Fermín. Me daba igual dónde estuviera. Solo le pedía disponibilidad. Mientras tenga respuesta, si se coge un fin de semana de vacaciones, para mí no es un problema. No soy un negrero”, ha dicho con guasa Buch, quien ha negado que el expresidente (huido de la justicia española) le pidiera la activación del servicio de escoltas como consejero de Interior.

A diferencia de Buch, el sargento —que además de su dilatada trayectoria como jefe de escoltas ha trabajado en el equipo de seguridad del FC Barcelona— ha optado por contestar solo a las preguntas de su defensa. Escolà ha negado que hiciera labores de escolta para Puigdemont en Waterloo. “Ni me lo pidieron ni lo hice. No tenía las herramientas, el equipo ni las condiciones físicas para hacerlo”, ha contado Escolà, que cogió la baja laboral en abril de 2018 —tres meses antes de incorporarse como asesor en Interior— porque sus viejas dolencias en la espalda (una artrosis degenerativa) se habían agravado, siempre según su versión. Hace unos días, en su declaración como testigo por videoconferencia, Puigdemont dijo que el “amigo y patriota” Escolà le acompañó en varias ocasiones a su residencia belga para garantizar una protección que el Estado le negaba.

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